Ciudadano ‘Gasp’

El entrenador milagro del Atalanta. Quien ha llevado al equipo lombardo a escribir las páginas más brillantes de su historia. Orquestar la caída de la Armada Invencible de Xabi Alonso le llevó a tocar el cielo. Una Europa League que todavía late en las calles de la ciudad. El Madrid le arrebató la Supercopa de Europa y el destino les coloca delante de los blancos de nuevo. En un contexto totalmente diferente. Con los de Ancelotti sufriendo y la Dea volando. En Zingonia, el centro neurálgico de la entidad, en el Gewiss Stadium, ante la Prensa y para el planeta fútbol es Gian Piero Gasperini. En Bérgamo, en sus calles, en una Piazza Pontida a la que llama hogar, es Gasp. Lo anticipan a AS sus vecinos con la normalidad de la cercanía mientras se encogen de hombros: “Es un ídolo aquí, claro, pero es uno más del barrio”.

Josip Ilicic, leyenda neroazurra, saca el bisturí deportivo para este periódico, para analizar a Gasperson, el entrenador al que comparan con sir Alex: “Hay que ir a morder en la mitad de campo rival, eso no cambia nunca. Con Gasperini o sabes hacer esto, o no juegas. Ha pasado con jugadores que llegaron y no sabían hacer ese trabajo y se tuvieron que marchar. El fútbol del Atalanta es único, le gusta a todo el mundo porque crea emoción, partidos divertidos. Es lo que le falta al fútbol de hoy. El míster me cambió como jugador”. Pero es Paolo Ribolla (62 años) quien radiografía a Gasp. Un consultor financiero casi tan célebre en el corazón bergamasco como el técnico del Atalanta. Un aficionado al club que puede presumir de amistad con nuestro protagonista. Ocho años de camaradería. Y todo comenzó... ¡con un risotto!

El ‘risotto de la suerte’

“Sí, sí”, ríe Paolo. “Los inicios no fueron fáciles, perdió los primeros tres o cuatro partidos. Pero me gustaba cómo jugaba el equipo. Un día me crucé con él, porque vive aquí al lado (señala un edificio a unos metros), y le paré: ‘Míster, buen trabajo’. Y me contestó: ‘¡Pero si he perdido todos los partidos!’. Nos reímos y le dije que tenía mucha confianza y que tenía que probar mi rissoto, que era el mejor de la ciudad. ‘No me va a dar tiempo, si pierdo el siguiente me echan’, me dijo con media sonrisa. Le invité antes del encuentro, vino a casa, nos comimos el rissoto, ganamos... y el resto es historia. ¡El rissoto de la suerte!”. Desde entonces, incontables recuerdos, anécdotas, como la botella de Dom Pérignon que se bebieron para celebrar el 0-3 del Atalanta al Liverpool en Europa League. Una botella que Paolo guarda con cariño en su oficina. Un pequeño museo con más de 100 elásticas originales: “Todas son camisetas de partidos, las que llevaron los jugadores”.

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Algunas de esas comidas, cenas, son en Caffè del Tasso 1476, en la Città Alta de Bérgamo, otras en Osteria D’Ambrosio. Da Giuliana. Como conocen todos a Giulia D’Ambrosio, la dueña y estrella del restaurante. Imágenes de Gasperini con vestimenta papal, una Europa League firmada por el técnico, infinitos guiños al club. Empezando por Giuliana, con un delantal listo para la ocasión. “El míster viene mucho, se sienta ahí, como todos, súper simpático”. Y saca el móvil. “Mirad”. Un vídeo de Gasperini y su mujer aparece. Y de repente, Giuliana con una tarta haciendo sonar una campana. Carcajadas de Gasp, que se une a la fiesta tocándola él mismo y saludando. “¡Es un Santo, porque hace milagros!”, ríe Giuliana, antes de sacar un plato de casoncelli alla bergamasca: “Es su pasta favorita, aunque come de todo”. Y tras la sesión nos despide: “¡Mañana (por hoy) es un día histórico aquí! Suerte, pero no mucha”.

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La vida a través de unas gafas

De camino a la siguiente parada, una llamada de teléfono. Desde Milan. Una figura inconfundible en Bérgamo. Y en el mundo de la cocina. Giancarlo Morelli. Un chef de renombre, bergamasco, como su mamma que aún vive en la città, con ocho restaurantes repartidos por el globo. Pero, por encima de todo, con el Atalanta en su corazón. “Soy tifoso de toda la vida. Es un orgullo cuando ahora viajo por el mundo y digo que soy de Bérgamo. ‘Ah, del Atalanta’. Es increíble”, dibuja. Y explica cómo empezó su relación con Gasperini: “Lo conocí por un encuentro casual, por un amigo común, el mejor cómico italiano, Mauricio Crozza. Nos hicimos amigos porque dio la casualidad que tenemos un gran número de amigos en común. Ahora tenemos una relación de hermanos. Hablamos mucho por teléfono, de la vida. ¡Y de cocina! Le interesa, es una persona muy curiosa. Le encanta saber cómo se hace todo, controlarlo. ¡Es entrenador en todas partes!”, ríe.

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Un cocinero que aparcará las sartenes hoy, como casi siempre. Quien le busque, estará en la grada, con sus pantalones cortos, “hoy los llevaré con los colores del Atalanta que es un día especial”, y sus gafas. ¿Por qué una lente es cuadrada y otra redonda? “Sencillo. Es la vida, ¿no? A veces todo va bien, de manera circular, pero en otras ocasiones hay contratiempos. Para el Atalanta ahora todo es redondo, pero vendrá la etapa cuadrada. Y ahí estaremos para apoyarles”.

Y de ahí, de vuelta a la Piazza. A pocos metros de la casa de Gasperini. En ‘Biif’ nos espera Gaetano. Con una enorme sonrisa, este napoletano muestra orgulloso detalles maradonianos. No podía ser de otra manera. Pero pronto apunta a otra pared. Camisetas del Atalanta y una decoración puramente bergamasca. Y una cocina de la que sale una pizza Napoli, con tomate, fior di latte (mozzarella) y anchoas. “¡Esa es la que suele pedir!”, exclama. Y Paolo, también presente, asiente, al tiempo que nos pone tras la pista de Andrea Mastrovito: “Es una de las grandes promesas del arte en Europa. Pronto será reconocido a nivel mundial. Y también tiene una gran amistad con Gasperini”.

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Entre el arte y el vino

Tan amable como el resto y tras la experiencia foodie, Andrea espera en su taller. Cerca del aeropuerto y del NH donde se alojará el Madrid. Andrea y Gasperini se conocieron en 2016, cuando el técnico llegó al club: “Estaba trabajando en un proyecto para el Atalanta y me encontró allí, tallando en la pared, y empezamos a hablar. Al final nos hicimos amigos. Para mí, con mi devoción por el club es un honor. Gasperini es un genio. En Bérgamo es como la llegada de Jesucristo. Cambió todo, cambió nuestras vidas”. El técnico es parte de un proyecto de Andrea que fue cocinado con Antonio Percassi, donde está creando murales que se iluminan de los principales nombres en la historia del Atalanta... ¡con reglas! En su taller muestra algunos: Zapata, Pippo Inzaghi, Glenn Stromberg... ¿Y Gasperini? “Fue de los primeros, ese está ya en Zingonia”.

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“Pero, aparte, tengo otra colaboración con el míster”, arranca el artista. ¿Sí? “Sí, sí. Está produciendo junto a su hijo Davide un vino. Se llama 343, como su formación favorita. Y me llamó: ‘Oye, Andrea, me gustaría hacer algo especial para la etiqueta’. Y yo, claro, acepté. Pero se me ocurrió una cosa que le pareció genial. ‘Míster, ¿por qué no hacemos un diseño único?’. Le encantó y hemos creado una línea de diez botellas, con la imagen de diez partidos señalados del Atalanta. El objetivo es además recaudar fondos par actos benéficos”. Un proyecto en que los Gasperini están volcados, con la ayuda inestimable de Andrea.

Aunque, por encima de todo, es aficionado del club. “Hay una historia que le conté con la que se moría de risa. ‘Míster, en Nueva York cambié de apartamento por su culpa’. Gritaba mucho en los partidos del Atalanta y los vecinos se quejaban”, cuenta entre carcajadas. También desea suerte al Madrid, pero con la boca pequeña: “Es que es nuestra oportunidad. Y la tenemos gracias a Gasperini”. Un Gasperini que es mucho más que un entrenador en Bérgamo. Gasperini es Bérgamo y la Atalanta. Y Bérgamo y el Atalanta son Gasperini.

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