La honestidad brutal de Vaclik
Para no hipotecar al Sevilla cuando lo firmó por las dudas de los doctores en su rodilla derecha, le ofreció cobrar por partido jugado. Luego, se puso la camiseta del SFC 95 veces.
"Para ganar a este nivel, necesitamos estar al cien por cien y, además, alguna actuación individual fantástica. Las tuvo Schick en la Eurocopa y esta noche la ha tenido Vaclik. Su actuación ha sido tremenda”. Así aplaudió el pasado jueves Jaroslav Silhavy, seleccionador checo, la actuación del actual portero de Olympiacos contra Suiza, país que también conoció bien de su época en el Basilea.
A sus 33 años, Tomas Vaclik sigue luchando con éxito contra sus problemas en la rodilla derecha, que no le han impedido mantener sus códigos éticos de comportamiento. Tipo con valores, “superprofesional”, le alaban en el Sevilla, Vaclik llegó a jugársela de verdad en el verano de 2018. Entonces, y mientras pasaba la revisión médica con el Sevilla, al que había llegado de la mano de Caparrós y Marchena, los doctores del club nervionense mostraron dudas. La rodilla derecha del portero de Ostrava presentaba riesgo de rotura. El fichaje pareció en el aire. Ahí llegó el órdago de Vaclik, que llegó a ofrecerle al Sevilla la posibilidad de firmar por partido jugado. Un ejercicio de honestidad brutal. Luego, llegó a sumar 95 partidos hasta que la irrupción de Bono en la Europa League de la pandemia en 2020 aceleró su adiós al club de Nervión.
Se dice de Vaclik que casi no tiene vida más allá de su familia, a la que adora. Gasta casi todo el tiempo libre con su mujer y sus hijas, así que pocos días fueron peores para el checo que cuando su hija Nicole, entonces con tres años y medio, tuvo un accidente doméstico y pasó la noche en vela en el hospital justo antes de un partido ante el Madrid. Cuando supo que estaba fuera de peligro, Vaclik le dijo a Machín que se sentía con fuerza para jugar. El entrenador le dedicó el discurso prepartido y el Sevilla ganó 3-0.
La otra gran pasión de Vaclik son los libros. Como escape para relajarse. Pero también para la formación. “Cuando llegó, aprendió rapidísimo el español porque durante la pretemporada estaba siempre en la habitación estudiándolo. Para él era básico comprender el idioma para la adaptación e interiorizar los conceptos del técnico”, recuerdan desde el Sevilla. Vaclik siempre ha recordado que su paso por Basilea, en un país que mezcla tantos idiomas para Suiza, resultó clave para respetar todas las culturas y alimentar su curiosidad y las ganas de aprendizaje. Vaclik es un portero que hace grupo y que mira por el colectivo antes que por él. Pero siempre quedan momentos para la gloria individual. Él la tuvo el pasado jueves contra Suiza y espera repetir hoy contra España antes de seguir con sus clases de griego.