Crónica de un descenso anunciado
El Real Valladolid Promesas jugará la próxima temporada en la Segunda RFEF después de confirmar su pérdida de categoría ante el Depor.
El Real Valladolid Promesas ya es equipo de Segunda RFEF. El filial blanquivioleta cayó goleado ante el Deportivo de La Coruña en Los Anexos este sábado y confirmó un descenso que no por esperado deja de ser doloroso, quizás más por el conato de reacción de este final de curso, en el que la mejoría permitió soñar hasta estas últimas fechas con la posibilidad de salvarse, disipadas de modo definitivo con una jornada por disputarse, y después de perder ante Real Racing Club y Depor, los dos grandes 'gallos' del grupo.
Después de estrenarse en la categoría en el debut de la misma, y tras ocho temporadas seguidas en el tercer escalafón del fútbol nacional, el Promesas competirá la próxima campaña un escalón por debajo, aunque manteniendo su estatus nacional gracias a la reestructuración acometida el verano pasado en el fútbol patrio por parte de la Federación, tras un año convulso, irregular, en el que no pudo enderezar el ritmo.
De racha en racha
Y es que si bien las diez jornadas precedentes sirvieron para engancharse a la categoría, resultó ser tarde debido a lo acontecido en las siete primeras, en las que, a pesar de esgrimir un juego bueno, o al menos prometedor, apenas se sumaron tres puntos, pero sobre todo debido a las nueve derrotas en once partidos que sucedieron al triunfo de la primera vuelta en Zorrilla frente al Real Racing Club. Aquella mala dinámica llegó a dejar la salvación a nueve puntos de distancia, una desventaja decisiva a la hora de la verdad, en este tramo final.
La sensación reinante en Los Anexos es la de que al conjunto de Julio Baptista se le ha hecho corta la Liga, ya que pasó de aquel fatídico cinco de 30 a sumar 18 puntos en el mismo periodo de tiempo, una cifra que de haber sido una constante habría permitido soñar incluso haber disputado el playoff de ascenso a Segunda. Aun no siendo seguramente tampoco real esta vara de medir, habla a las claras del potencial existente demostrado de forma tardía.
El espejismo de enero
Probablemente el devenir del plantel tuvo un punto de inflexión allá por el mercado invernal. Por aquel mes de enero, el Real Valladolid Promesas se impuso a domicilio al Badajoz, lo que, unido a la reciente victoria ante el Racing, postrero campeón, y a un partido a puerta cerrada en Zorrilla frente al primer plantel, en el que los dos primeros equipos empataron, pero el filial fue mejor, llevó a aliviar la creencia de que hacía falta reforzar al equipo.
Si en un primer momento se barajó la posibilidad de acometer un refuerzo por línea, finalmente solo llegaron dos jugadores, Sergio Ortuño y Sergio Benito, este, ya perteneciente al club, cedido en el Badajoz, donde apenas tenía protagonismo y sufría impagos. La defensa, lunar hasta entonces del equipo, no vio caras realmente nuevas, si bien colocando la situación en una balanza cabe destacar que, a cambio, acabaron apareciendo Aceves, Torres y Fresneda.
Los juveniles, la mejor noticia
Hubo un tramo de la temporada donde no fue realmente así, porque apenas Arroyo acumulaba la mitad de los minutos o más, pero la mejor noticia ha acabado siendo el rendimiento prometedor de los más jóvenes; véase los cuatro mencionados, Aceves, Torres, Fresneda y Arroyo. Supusieron un soplo de aire fresco que, unido a la vuelta al filial de Víctor Narro o al compromiso de jugadores locales como Nieto, acabó dando en el buen hacer de los tres últimos meses.
En tanto en cuanto la normativa impedía alinear a más de tres juveniles sin riesgo de cometer una alineación indebida, Baptista ha tenido que jugar en los últimos tiempos con la cohabitación en el campo de ellos, cuando seguramente, en otra circunstancia (que, dicho sea de paso, se podría haber resuelto dando ficha a Fresneda o Arroyo), habrían coincidido en más de una ocasión como mínimo ellos cuatro, cuando no también los secundarios Maroto o Chuki.
Punto seguido, punto final
En Zamora, el Real Valladolid Promesas dirá adiós a la Primera RFEF, donde fue este año el único filial de un equipo de Segunda División, como a menudo defendía el club para rebajar las críticas que lo rodearon en diferentes momentos aun cuando el propio Fran Sánchez, director deportivo, reconocía meses atrás no estar contento con el rendimiento. Los otros atenuantes valorados por parte del club, también en los mentideros fueron la excesiva juventud y la importante reducción presupuestaria, cifrada por algunas fuentes en bastante más del 50%.
Como el potencial, esto existió. Y como el verano pasado, se avecinan cambios, que seguramente pasarán (o así debiera ser) por continuar con el 'lifting' y seguir apostando por aquellos talentos de la casa que demostraron ser capaces de estar a la altura de una competición tan exigente como la Primera RFEF, más cuando parte de ellos ya no serán juveniles. Como sucede siempre que hay un descenso, hay para quien esto será un punto final. Otros, en cambio, buscarán un punto seguido que les acerque al profesionalismo. Aunque sea en una categoría inferior.