Espanyol, Granada, Diego Martínez
El club perico, que despedirá la temporada en Los Cármenes, prioriza el fichaje para el banquillo del artífice de los mayores éxitos en la historia nazarí.
“Me he vaciado física y mentalmente. Necesito estar con mi familia, desconectar y estudiar o valorar si surge una opción de trabajo para el futuro”. Un año, el próximo viernes 27, se van a cumplir de las palabras con las que Diego Martínez argumentaba su despedida del Granada, el club donde hizo historia y al que dejó en una cómoda novena posición. A punto están los nazaríes de jugarse a una carta su futuro en Primera, y será este domingo ante el Espanyol, la entidad en que el entrenador puede retomar su meteórica carrera en los banquillos.
En plenas negociaciones para su incorporación, y con cantos de sirena de otros equipos que lo pretenden, el orden de prioridades de los pericos –que puede no coincidir con el cronológico– pasa precisamente por atar el banquillo, al sucesor del destituido Vicente Moreno para iniciar esa nueva etapa que también comprende a Domingo Catoira como director deportivo, y por acabar el curso lo más honrosamente posible, tras haber cosechado una sola victoria en 18 salidas, sin nada en juego más que avanzar algún puesto en la clasificación, y ante un rival que debe y quiere ganar para no arriesgarse a descender.
Y el aval de Diego Martínez para ser el gran deseado por el Espanyol es precisamente su paso por el Nuevo Los Cármenes. A donde llegó en junio de 2018, con solo 37 años. “Mis amigos me decían que si estaba seguro porque el banquillo del Granada era una silla eléctrica. Pero eso me motivó más todavía”, reconocía en su despedida. El equipo acababa de fracasar en su intento de regresar a Primera, y ya no quedaban más balas. Pero él lo consiguió, en 2019, tras terminar segundo y sumar 79 puntos, por encima holgadamente del tercero. Pero ese no sería más que el comienzo.
No hubo una mera “consolidación” para el Granada en su primera temporada de vuelta a la máxima categoría, puesto que terminó séptimo, la mejor clasificación en nueve décadas de historia del club (llegó a marchar segundo tras las diez primeras jornadas), accedió a Europa y alcanzó las semifinales de la Copa del Rey, donde se enfrentó al Athletic Club: perdió 1-0 en San Mamés y ganó 2-1 en casa, pero aún valían doble los goles en campo contrario.
Más mágica aún, contra todo pronóstico, fue la campaña siguiente, la 2020-21, en que no solo concluyó la Liga en una más que cómoda novena posición, sino que llegó hasta los cuartos de final de la Europa League, en una apasionante eliminatoria contra un rival tan legendario como el Manchester United. Quizá ahí, en Old Trafford, le picara el gusanillo de empaparse más en la cultura del fútbol inglés, en el sentimiento de pertenencia, como haría durante el primer trimestre de la actual campaña, viviendo en Gran Bretaña junto a su familia.
No ha sido un año sabático al uso el de Diego Martínez, el técnico que más temporadas (tres completas) y partidos (146) ha dirigido en su historia a un Granada que indudablemente le echa de menos cuando piensa en su dramática suerte, en jugarse el destino en 90 minutos.
El técnico que sacó el máximo rendimiento a Rui Silva, Antonio Puertas, Darwin Machís o Luis Suárez, que procuró una segunda plenitud a Roberto Soldado, y que elevó el nivel a los posteriormente pericos Yangel Herrera y Álvaro Vadillo, ya está listo para volver al banquillo. Pero no será en Los Cármenes. Y sí probablemente, si prosperan las negociaciones, en el RCDE Stadium.