La dinastía Barça

Hace una mañana radiante en el Estadi Johan Cruyff, justo enfrente del Centre de Formació Oriol Tort, La Masia del siglo XXI del Barça. Mientras los periodistas certifican su acreditación y se colocan la mascarilla FFP2, las futbolistas elegidas por el Barça para el día de puertas abiertas (faltan muchas vacas sagradas: Alexia, Jenni, Graham Hansen, Martens, Mapi) conversan entre ellas en diferentes idiomas. Están disfrutando del camino y de esta espectacular construcción de equipo que les permite pisar la final de la Champions por tercera vez desde 2019, y mirar a los ojos al rey de la competición, el Olympique de Lyon, que ha ganado siete, cinco consecutivas entre 2016 y 2020. El contexto es especialmente importante ahora. El Barça jamás ganó al Lyon; ni en amistoso. Y tampoco levantó dos Champions seguidas. Es, tal vez, el momento de un tiempo nuevo.

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“Si se consigue, podemos hablar de cambio de ciclo”, dice Marta Torrejón con prudencia, pero también con convicción . Porque el Barça ya es suficientemente maduro como para aceptar que, después de un tiempo en el que “no” estaban “preparadas” para ser campeonas de Europa, disfrutan de un momento histórico de plenitud. Fridolina Rolfö (Kungsbacka, Suecia, 1993) se expresa con la misma personalidad arrolladora que en el campo. “Es difícil decir que este ciclo va a cambiar porque el Lyon ha ganado muchos años la Champions, pero es un buen comienzo. Y si ganamos esta final, puede ser el inicio de una nueva era”, proclama con convicción, sin miedo a que se escuche el término vendetta. “En el vestuario hay muchas jugadoras que saben qué es perder contra ellas una final. Y cuando pierdes, tienes hambre de revancha. Es lógico que en el vestuario hayamos hablado de la final de 2019. Es una motivación para nosotras, claro que sí”. Aunque no estaba entonces, Rolfö observa que aquella final de 2019 puso al club en la dirección correcta. “El Barça se dio cuenta de qué tenía que hacer. Aprendieron la lección, invirtieron y desarrollaron el equipo hasta lo de hoy”.

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Por la zona reservada a la prensa escrita también asoma la balear Mariona Caldentey, con calcetines de entrenamiento personalizados y una barquita dibujada en uno de sus brazos. Sonriente, preparadísima, y en sintonía con sus compañeras. “Ganar una Champions es algo muy complicado. Sería la segunda y demostraría que este proyecto no ha sido fruto de la casualidad, sino que ha sido trabajado”. El Barça llegó hace tiempo a la élite. Lo que quiere hacer en el Juventus Stadium es trascender.

Pantalla gigante en Plaça Catalunya y rúa.

El Barça tiene una cuenta pendiente de la final de Goteborg. Allí, Vicky Losada levantó la primera Champions de la sección en un estadio vacío. Esta vez, se calcula que entre diez y quince mil culés podrían estar en el Juventus Stadium. Pero ahí no acabaría la fiesta. Si el Barça gana, la alcaldesa de la ciudad, Ada Colau, confirmó que habrá rúa de campeonas. Antes, la afición que no viaje a Turín se reunirá en Plaça Catalunya para seguir el partido en directo a través de una pantalla gigante.

“Me parece algo único que vengan con nosotras a Turín a apoyarnos. Hemos vivido algo muy especial esta temporada cuando la afición ha llenado el Camp Nou contra el Madrid y el Wolfsburgo. Pero es que además ahora quieren desplazarse con nosotras. Es algo único”, explica Rolfö, que ha pasado por alguno de los mejores clubes del mundo como el Wolfsburgo y que está viviendo entre emocionada y sorprendida el boom de fútbol femenino en Barcelona. “¿Presión por la afición? Ninguna. Para nosotras es una maravilla”, avisa Marta Torrejón. Mariona confiesa que, excepto su abuela, irá toda su familia a la final. Nadie se lo quiere perder. En Turín o en Barcelona