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RACING 1 - VALLADOLID PROMESAS 0

Camus puso el broche final

El Racing consigue despedir la temporada con el ascenso y sin perder un solo partido en su estadio, el Valladolid Promesas, sin ritmo, no arriesgó nunca

Santander
Camus puso el broche final
Nacho CuberoDiario AS

El Racing ha puesto la guinda a su extraordinaria temporada con un nuevo triunfo, al límite de la hora y casi sin buscarlo, con lo que se convierte en el único de los 40 equipos de Primera RFEF que cierra el curso sin perder en su estadio. El Valladolid Promesas, que se jugaba media vida en El Sardinero, fue de más a menos y resultó incapaz de arriesgar en busca del único resultado que le podía servir. Le faltó nervio y, en la segunda parte, ánimo.

La apuesta inicial de Romo en el once, con todos los pesos pesados, ya indicaba que al entrenador del Racing no le apetecía nada correr el riesgo de ver en casa, en su despedida de temporada como local, un equipo tan bajo en calorías como el que se pudo ver en Tudela. Y de inicio, la verdad, con tres llegadas con vértigo por la derecha, dos de Soko y una de Unai Medina, culminadas todas con centro venenoso, parecía que tocaba un Racing de serie oro. Pero no. En cuanto el filial pucelano se pudo hacer con la pelota, los de Romo se fueron achicando.

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Nacho CuberoAS

Durante casi toda la temporada el Valladolid Promesas ha estado en puestos de descenso, será por algo, pero viéndoles tocar el balón, con precisión y sentido, se antojaba extraño que pueda perder la categoría. Las dos mejores ocasiones de la primera mitad fueron suyas. Muy claras, además. Ambas de Benito, al que Parera sacó un mano a mano en el 36' y que estrelló en el palo un gran remate de cabeza a un centro primoroso de Paulo Vitor desde la izquierda.

La segunda mitad fue rara. Y un tostón. El Racing parecía conformarse con no perder para mantener impoluto su expediente en El Sardinero. Y el Promesas, también. No se sabe que es lo que quería conservar, puesto que el empate parecía valerle para muy poco en su lucha por la permanencia, pero lo parecía. Jugaba al trantrán, siempre al pie, sin ritmo, sin vértigo, sin pisar el área contraria. A lo mejor, debían pensar los racinguista en la grada, por eso están donde están.

Lo más emocionante del partido llegó en los últimos momentos. Primero, en el 71', cuando Pablo Torre fue sustituido y vio, con lágrimas en los ojos, como todo el estadio se ponía en pie para despedirle camino del Camp Nou. Luego, aunque sin comparación posible cuando el relevado fue Soko, también en lo que parece será su último partido como racinguista en Santander. Y, por fin, en el 92', cuando Marco Camus, que salió desde el banquillo con ganas de remover el partido, tuvo justo premio a su interés y a su potencia, al marcar el gol del triunfo de un gran zurdazo, en una continuación de saque de esquina, pésimamente defendido por los pucelanos.

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Nacho CuberoAS