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LEGANÉS

El boquete en la defensa no cesa

El Leganés ha visto disparada le media de goles encajados en los últimos cuatro partidos a razón de 2,5 tantos en contra por encuentro. No deja su meta a cero desde el 6 de marzo.

El boquete en la defensa no cesa
Juan AguadoDIARIO AS

Al Leganés se le está haciendo eterno el final de temporada. La felicidad de haber conseguido lo que en noviembre era el objetivo fundamental de la temporada, esto es, la salvación virtual, ha instalado al equipo en una insípida zona de nadie, sin objetivos por arriba, ni por abajo. Semejante limbo invita a una relajación que ya ha dejado un reguero de decepciones. La de Las Palmas (4-2). La de Oviedo (1-0). La de Málaga (0-3). Hipotermia competitiva que ha agigantado la portería propia hasta convertirla en un agujero sin fondo. El boquete de goles recibidos en estas últimas jornadas es enorme y lo peor de todo, parece que imposible de tapiar.

Desde que el Leganés ganó al Mirandés por 2-0 (última portería a cero de los pepineros, el 6 de marzo), no ha habido duelo en el que el Lega no haya encajado un gol. Cuentas que se han hecho especialmente abultadas precisamente tras la goleada en Las Palmas, el partido que marcó el inicio del fin de la racha invita del Lega (ocho duelos encadenaron sin perder) y también el inicio de la percepción de decadencia blanquiazul, ésa que dibuja un panorama de sólo tres puntos de los últimos 12 en juego.

Una media de 2,5 goles por partido

En esos cuatro partidos (Las Palmas, Fuenlabrada, Oviedo y Málaga) el Leganés ha encajado diez goles, esto es, dos tantos y medio por encuentro. Ampliando el horizonte a aquella última portería a cero ante el Mirandés, las cuentas son de 12 goles recibidos en seis encuentros. A razón de dos tantos por partido. Tampoco es que ampliando la perspectiva mejore mucho la herida.

Facilidad para encajar que podría haber dibujado un escenario más funesto si cabe de no haber mediado la remontada ante el Fuenlabrada, ésa en la que los azulones llegaron a ponerse 0-2 en Butarque, y que el Leganés resolvió con un arrebato de casta y talento que no se veía en diez años. La última vez que el Lega resolvió un 2-0 en contra para ganar un partido fue en 2012 ante el Rayo B en Segunda B. Una bendita anomalía que, con todo, no tapó los problemas defensivos del Lega.

El origen de los problemas

“Hemos recibido goles que…” ya se quejaba entonces un Nafti, tras el 0-3 del Málaga, volvió a mostrarse preocupado por esta tendencia a desangrarse en su propia área. “Llevamos muchos partidos sin portería cero. Nuestro problema es dentro del área. El otro día el Oviedo te llega una vez y te la enchufa. Tenemos que recuperar esa falta de agresividad. Hay que intervenir. Tengo que intervenir yo. En esos momentos soy yo el que tiene que meter esa intensidad”, afirmó.

De sus declaraciones se deriva que, aun colocándose en primera línea de fuego como responsable, también señala a los futbolistas y su falta de colmillo para resolver los ataques rivales. Razón no le falta. Alguno de esos diez goles encajados en estos últimos cuatro partidos deja varios señalados. Como Omeruo y los dos penaltis que cometió contra el Málaga. El que cometió Cissé en Las Palmas también fue infantil. En Oviedo hubo problemas para encimar el centro que remató Borja Bastón sin que Gaku le molestar, ni Sergio se anticipara al remate.

No es la primera vez que al Leganés se le ven las costuras en defensa. El 4-0 en Burgos fue un compendio de graves errores que acabaron dibujando un Leganés mucho más blindado en los siguientes encuentros. Tanto en la pizarra, como en el once o en la actitud de sus chicos. De aquello, sin embargo, no queda nada. Ni la pizarra, ni las alineaciones, ni la motivación de un Leganés al que la temporada se está haciendo eterna y el boquete en su portería, gigantesco.