Araújo, káiser en el Bernabéu
El partido del uruguayo ratifica la importancia de su renovación. Anuló a Vinicius en un puesto que no era el suyo, marcó un golazo y demostró carácter y carisma.
Cierto runrún se había empezado a generar alrededor de Ronald Araújo después del partido de ida de octavos de final de la Europa League contra el Galatasaray. Flotado por Domènec Torrent en el Camp Nou, cometió varios errores en la salida del balón. El uruguayo se quedó fuera del once en el partido contra Osasuna y también en la vuelta contra los turcos, donde salió por el lesionado Dest y, paradójicamente, terminó por ensayar en el lateral derecho.
Ciertos sectores interpretaron las dos suplencias del uruguayo como una medida de presión por el asunto de la ampliación de contrato, pero no eran esos los planes de Xavi. En un partido grande, el del Bernabéu, le dio el rol más protagonista posible: ocuparse de la vigilancia de Vinicius en una posición que no es la suya. El técnico explicó su plan después del partido: frenar las transiciones del Madrid, con falta si era necesario (Busquets y De Jong vieron tarjeta en la primera parte; y Munuera se la perdonó a Pedri porque aplicó la ley de la ventaja en otro contragolpe blanco); y, si incluso así los blancos salían airosos, tener a Araújo como factor corrector.
El central de Rivera se hizo al partido rapidísimo y anuló a Vinicius hasta el punto de empequeñecerlo en una acción en la que el brasileño probó el uno contra uno y le robó el balón con una suficiencia que minó la moral de Vini, casi hasta el final del partido. Araújo, además, interpretó bien el partido en el plano ofensivo. Se dedicó a hacer exclusivamente lo justo con el balón, no subió una sola vez para doblar a Dembélé, clara orden del técnico que quería que la profundidad la dieran los extremos, y pisó el área sólo en los balones parados. En uno de los saques de esquina que botó el Barça, se elevó por encima de Alaba y Militao y picó el balón de arrba hacia abajo, como recomiendan los libros no escritos de fútbol, para marcar el 0-2. La imagen de Piqué, admirando el salto del uruguayo y su cabezazo, es de póster.
El Barça está obligado a resolver el caso Araújo cuanto antes. Con una ficha inferior al millón de euros, y con noticias frescas sobre el sueldo que cobrará el danés Christensen, el uruguayo está en su obligación de pedir lo que cree que es justo porque, a sus 23 años, necesita firmar ya el primer gran contrato de su carrera. Laporta ha mandado un aviso a navegantes, recordando que el Barça no se saldrá de sus márgenes salariales, pero ha hecho excepciones con Christensen y Kessié, y Araújo y Gavi se lo van a recordar en las negociaciones. Más allá de su valor futbolístico, Araújo es un jugador muy valorado en el vestuario del Barça por su capacidad para hacer grupo y por el carisma que se he empezado a ganar dentro de la caseta. Un líder espiritual para los más jóvenes, con los que además ha ido labrando una buena relación desde hace años. Mientras viaja hacia Uruguay rumbo hace otro sueño, el del Mundial, el káiser en el Bernabéu espera una llamada para arreglar lo suyo con el Barça.