La fiesta blanquivioleta en Oviedo acabó en bajón
Los más de 2.000 hinchas del Real Valladolid que acudieron al Principado disfrutaron de una estupenda jornada, donde lo peor fue el resultado del partido.
Más de 2.000 aficionados del Real Valladolid tomaron las calles de la Vetusta Oviedo y las llenaron de color en la tarde de ayer. Las terrazas prácticamente colgaron el cartel de 'no hay billetes' ya que la temperatura y el sol asturiano invitaban a disfrutar de la matinal ovetense.
Los aledaños del estadio fueron a lo largo de la mañana un continuo ir y venir de bufandas blanquivioletas, salpicado con el sonido de los claxon de los coches de los más rezagados que llegaban a la ciudad bien entrada la mañana, casi con el tiempo justo para comer y buscar aparcamiento, tarea harto ardua alrededor del Carlos Tartiere.
En esas terrazas se mezclaron hinchas de ambas aficiones y mientras que algún carbayòn deseaba los tres puntos para el Real Valladolid, otros eran más realistas y en la siempre amigable conversación añadían un deseo: que el Valladolid suba directo, pero que gane todo a partir de hoy, dejando los tres puntos en Oviedo. Incluso algún despistado pregonaba a quien le quisiera escuchar que el Burgos subiría antes que el Valladolid, lógicamente explicaba que él era de la ciudad del Arlanzon, por lo que expresaba más un deseo que una realidad.
Los aledaños de la plaza Pedro Miñor también fueron testigos del peregrinar de los fieles pucelanos, que en éxodo de Valladolid desde primera hora de la mañana, primero recorrieron las calles céntricas de la capital del Principado, donde coincidieron con un paseo de la expedición del Real Valladolid, y después acudieron poco a poco a la convocatoria de la federación de Peñas en la citada plaza a las 15:00 horas.
Las huestes del Pucela entonaron cánticos de ánimo e identidad, sin olvidar agradecer a sus anfitriones el recibimiento y la hospitalidad. La idea era ir caminando todos juntos hasta el estadio, apenas distante cinco minutos, recinto enclavado en la ladera de una pequeña elevación, excavada en su momento para acoger el enclave deportivo, lo que confiere al conjunto un encanto especial.
Ya en el interior del estadio, los 2.000 pucelanos se hicieron oir, alentando y animando a los blanquivioletas pese a que en el camino del partido iban surgiendo piedras que ponían cuesta arriba la victoria. Sin embargo, todavía con 2-0 se oyó nitidamente a los vallisoletanos entonar el "a por ellos" cuando los de Pacheta tuvieron unos minutos de encerrar a su rival. No tuvieron efecto esos gritos y la derrota era un hecho que hacía que la fiesta tuviera un final agrio, pero con la esperanza, mostrada en la ovación final, de que este sólo sea un borrón en el expediente que debe llevar al Pucela a Primera. Jornada de hermandad y de fútbol turístico, algo que se agradece en estos tiempos en los que se ven demasiados momentos de violencia, tanto dentro como fuera del fútbol.