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RACING | EL ALARGUE

Cuatro detalles de una tarde triunfal en El Sardinero

El Racing se escapa en la clasificación tras un partido que no controló durante una hora, pero repleto de pequeñas cosas que hablan de un equipo con alma

Santander
Cuatro detalles de una tarde triunfal en El Sardinero
Nacho CuberoDiario AS

La celebración

Este alargue de los lunes lo solemos dedicar en AS a poner la lupa sobre determinados aspectos del juego que, para bien o para mal, creemos que han influido en el partido. En este caso, por la carga simbólica de la victoria del Racing sobre el Zamora, más que a atender a los matices tácticos, merece la pena quedarse con los anímicos. Es probable que con el sofocón que llevaba cada racinguista en estadio, muchos no se dieran cuenta al detalle de quienes eran los posesos que corrían hacia Cedric en el 92' como si fueran a por Iniesta en el 116'. Mejor lo vieron los que lo seguían por Fuchs-Sports y algunos se sorprendían que dos de los más rápidos y más poseídos fueran Isma López y Lucas Díaz, que no juegan nunca. O que Pablo Torre, Íñigo o Tienza, que salieron del campo muertos, se pegaran ese esprint de 50 metros. El buen rollo está sobrevalorado (y alguno de los más exitosos equipos que jamás ha tenido Cantabria, lo demuestran), pero en este Racing sí que se puede decir que hay un vestuario unido.

La pizarra

El primer gol del Racing fue bellísimo, muy bien trabajado y con muchos matices. De entrada, hay que reconocer que refuerza mucho el ánimo de trabajo del grupo marcar un gol de estategia, exactamente tal y como lo habían entrenado el día anterior a puerta cerrada en esa misma portería. David Paredes, el segundo de Romo y responsable de la estrategia, les llevó el sábado a ese fondo norte para acabar la sesión de entrenamiento a puerta cerrada. Y la que salió a los 6' fue una de las que trabajaron. Ayuda tener un lanzador como Pablo Torre, ayuda tener un zurdo como Cedric, tocado ahora mismo por los dioses, ayuda que Unai Medina, Tienza, Bobadilla, Satrústegui y Pol Moreno hundieran a sus pares y (alguno con la ayuda justa de los brazos) no les dejaran salir, pero también ayudó el duelo de entrenadores que sirvió para despejar la zona. Yago Iglesias dejó a dos, cosa inusual actualmente, en el centro del campo para fijar atrás a tres defensas del Racing, pero Romo aumentó la apuesta y solo dejó dos y, además, sacó a Camus al lado de Pablo, para arrastrar con ellos a dos del Zamora. Conclusión: dentro del área el Zamora solo tenía seis defensas por delante de su portero y el Racing tenía seis atacantes, hombre a hombre y mucho espacio. Buen diseño de jugada, pulso ganado por Romo a Iglesias y ejecución perfecta.
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Nacho CuberoAS

Dos carreras

Puede que entre las muchas emociones de la jornada hayan pasado desapercibidos dos esprints magníficos, plenos de fe y que fueron cruciales para poder llegar al pase de Borja Domínguez a Cedric para el 2-1. Y no precisamente de los dos jugadores más rápidos del equipo. Me estoy refiriendo a Yeray y a Bustos. El de Isla perdió en el 90' un balón en tres cuartos de campo que se convirtió en una contra que cortó el aliento a El Sardinero, pero que subsanó el propio chaval después de una persecución de 60 metros echando el bofe. Recuperó tres metros por delante de su frontal y él mismo relanzó la jugada. Tan cansado debía estar, a 200 pulsaciones, que él, que tiene un guante en la pierna izquierda, le metió un pase imposible a Bustos, que solo esprintando como si le fuera la vida en ello y tirándose en plancha pudo rebañar la pelota antes que saliera por completo del terreno de juego. 18'' más tarde, y tras tocar Sergio Marcos, Medina, Borja Domínguez y Cedric, estalló El Sardinero.

La maldita Gradona

Da la sensación de que los rivales llegan a El Sardinero con la intención de empezar a ganar el partido desde antes de que pite el árbitro. Concretamente, en el sorteo de campos. En los últimos partidos, curiosamente contra rivales que llegaban a Santander con algún exracinguista en sus filas, los capitanes de Real Unión, Cultural y Zamora, lo tuvieron claro: ganar el sorteo y elegir campo para evitar que el Racing atacara en la segunda parte hacia La Gradona de los Malditos, tal y como les gusta a los racinguistas, como bien saben Quique Rivero, Castañeda y Luque. En el partido anterior sí que pudo el Racing acabar atacando hacia el norte, pero no porque el Badajoz no llegara avisado por Aquino y Concha, sino porque la moneda le dio la razón a Iñigo y pudo elegir campo. Otro detalle. Que no va a ningún sitio. O sí.
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Nacho CuberoAS