El racinguismo se ha acostumbrado en la última década a penar más que a disfrutar en El Sardinero. Ayer, sin embargo, tuvo mucho que celebrar. Y que dure
Lo de Pablo Torre es ahora mismo escandaloso. Sale a recital por partido, incluidos los de la selección Sub-19. Su reino no es, desde luego, de este mundo, la Primera RFEF, y es ahora mismo el factor diferencial del Racing. El equipo ha crecido en todas sus líneas, Parera nos ha tapado la boca sorprendiendo a la propia empresa, la defensa está solidísima, el crecimiento exponencial de Íñigo (ya mejor 8 que 6) ha cambiado el centro del campo, Arturo ha dado un perfil que no se tenía entre los trescuartistas, Soko y Camus son imparables cuando arrancan... Y Pablo Torre. Ya no digo el año pasado, que había en el club quien no le veía para hacer la pretemporada con Rozada, este año, hace dos o tres meses, nos llamaban exagerados, vendedores de humo, a los que veíamos un jugador de nivel Canales. Era muy fácil. Solo consistía en haber visto jugar a Sergio y a Pablo. Y tener ojo para el fútbol. Con un poco vale.
El que faltaba
La cuarta sustitución por lesión en un partido que padece esta temporada Unai Medina sirvió para que debutara el último fichaje racinguista, Javi Vázquez. El único futbolista de la plantilla que no había jugado todavía y, la verdad, la media hora de la que dispuso no fue suficiente para hacernos una idea de lo que puede llegar a aportar. Como en el chiste, estuvo en el mejor sitio en el peor momento. En un Sardinero apasionado y con 3-1 el día en el que el Racing ha dado muestras de su mejor fútbol, sí, pero antes de salir él al campo (no es su responsabilidad) su equipo ya había perdido el balón y reculado 30 metros. Intentó irse dos veces para arriba y no le salió, hubo gente que ya se dio codazos como diciendo "¿este es mejor que Simón?", pero no sería justo negarle el pan y la sal en esas circunstancias: habrá otras, seguro. Mejores, aunque no lleguen al nivel de la primera mitad.