Marcelino: así se gana al Barça y se conquista una Copa
El actual técnico del Athletic explica su planteamiento para doblegar al coloso culé en la final de 2019 con el Valencia. El domingo intentará repetir fórmula en el Camp Nou. Luego le espera Mestalla.
"Lo importante es que los futbolistas se sientan identificados con la forma de proceder. Y ellos se sentían convencidos de que esta forma de actuar les iba a llevar a la victoria". Así arranca una clase magistral elaborada para la web The coaches voice por Marcelino a la hora de explicar las claves del triunfo en la final de Copa ante el Barcelona en el Villamarín el 25 de mayo de 2019 (1-2). Su primera final, tras seis experiencias en una semifinal y el primer título. "A la séptima iba la vencida", celebra. Luego llegarían las dos finales del Athletic en Copa, una heredada de Garitano, y otro par en la Supercopa.
"Fue un partido vibrante, un campo lleno, imposible más emotivo... un recuerdo inolvidable", relata el preparador asturiano. Estas son sus claves:
Conocidos: El Barça no tenía secretos para los che, pues se habían enfrentado cuatro veces en Liga y dos en Copa pues se midieron en la campaña 2017-18, cuando los dejaron fuera de la final. El segundo partido "fue el único en el que el Barça nos ganó con solvencia, el resto fueron superigualados", sostiene García Toral. "Había una igualdad que nos llenaba de ilusión para poder ganar este partido, todos se desarrollaron de la misma manera".
Arranca: Cuando el Valencia defendía, le hacían pocas ocasiones "y a su vez con nuestras transiciones, solíamos generar problemas a todos los equipos, incluido el Barça en los enfrentamientos anteriores". Por ello, propusieron el mismo planteamiento.
"Queríamos intentar mover al Barça". Esa era la consigna. Por el lado derecho se movía Soler algo más por dentro, como Muniain ahora en el Athletic por el flanco izquierdo. En el lado zurdo Guedes es más de desborde. Coutinho y Messi iban a la presión, a fijar a los centrales. Eso hacía que Arthur y Rakitic se emparejaran con los dos pivotes y Busquets por detrás equilibraba. Quedaban cuatro jugadores de la zaga azulgrana contra los cuatro elementos ofensivos del conjunto che.
El meta Jaume era atrevido y tiene buen pie, disponía de esa pausa para tomar la decisión adecuada y mover al Barça de lado a lado. El porcentaje de posesión rival era muy alto, pero el Valencia estaba cómodo en esa situación.
Había varias opciones: jugar en corto con los centrales o hacerlo con el lateral derecho, Wass o en función de si Busquets se inclinaba más a la derecha o la izquierda, buscar en largo situaciones de dos contra dos siempre en zonas laterales. Se proponía atacar directamente o aguantar la pelota para moverlos de lado a lado. Cuando el Barça estaba arriba era importante "utilizar el portero para llevar al Barça de lado a lado", sobre todo de izquierda a derecha.
Cuando jugaban ante un Barça en bloque medio, este se situaba en 4-4-2. Se intentó descompensarle. Tenía importancia "una correcta circulación de balón y no repetir pases en la misma zona de juego".
Primer gol de Gameiro en el minuto 20. Llegó la posesión más larga y una circulación en la que que había insistido Marcelino. La obsesión era mover al Barça de lado a lado, si podían, dos veces, porque así iban a tener superioridad. Llevaron el balón al lado derecho, luego al central, a Paulista, Guedes tiró un desmarque dentro y le siguió Semedo. Este estaba muy atento al extremo portugués tras la importancia que había tenido en duelos anteriores. Esa maniobra permitió a Gayá tener muchos metros por delante. Sergi Roberto tuvo la duda de si seguirle o tapar linea de pase a Guedes.
Se dio un centro largo y bien ejecutado a Gayá. "En ese tipo de situaciones, la defensa tiene que correr hacia atrás. Busquets salió a fijar al pivote y no les dio tiempo a defender el área con muchos jugadores. Había una descompensación, sin pivotes en la frontal", prosigue García Toral. Rodrigo hizo un buen movimiento de ruptura. Arrastró a dos marcadores y Gameiro se fue a zona de rechace solo. Alba trató de recular para echar una mano. Gayá pasó a Gameiro, que definió por la escuadra.
El 0-2, en el minuto 33. Rodrigo amplió distancias de forma similar por el otro lado. Apareció Coquelin y arrastró a los defensas del Barça. Filtró un pase para la carrera en el uno contra uno de Soler sobre Alba, Rodrigo atacó el área contra poca gente, y lo mismo hizo Gameiro. En lugar de un pase atrás, firmó un centro muy tenso al área de meta, donde cabeceó Rodrigo.
Messi, la preocupación. El Barça acumulaba muchísimos pases. No preocupaba que maniobrara por el centro Messi, pero sí que lo hiciera con balón un poco caído a la derecha de la defensa y sin balón entre centrales y el central y lateral derecho. Vigilaban el fuera-dentro y que llegara a él, que hiciera una conducción horizontal sobre su pierna fuerte, diera un pase a la espalda y hubiera finalización de Alba directa en tiro o en pase. No se dio esa circunstancia, solo con un pase o dos de más, y eso daba tiempo a bascular. Wass tapaba su flanco, Soler ayudaba y había tres en el área defendiendo, con Parejo y Coquelin muy solidarios. "Luego teníamos tres balas como Guedes, Rodrigo y Gameiro, que creían que en cualquier momento podían dar un zarpazo", prosigue el estratega de Careñes. Se dio una circulación rápida y tiro desde la frontal de Messi, pero Jaume abortó esa ocasión.
Segundo tiempo. Hubo un cambio en el juego del Barça. Apretó más y tuvo más finalización con dos cambios, Malcom a pierna cambiada de extremo derecho y Sergi Roberto pasando al lateral, lo que permitía dos contra uno y el desequilibrio del brasileño en el uno contra uno. Vidal ingresó en el verde por Arthur y proporcionó llegada e, intensidad en la presión a la pérdida. Vivieron 15 minutos en los que sabían que era importante meter el gol y entrar en el partido.
Recortó distancias Messi y se lesionó Parejo, pero Kondogbia le suplió de cine. "Estábamos muy cómodos y mi percepción desde el banquillo era que estaba más cerca el tercero", resuelve García Toral.
El 1-2. En el minuto 72, sacó un córner Malcom y remató Lenglet, con buena parada de Jaume. Recogió el rechace Messi. Todo siguió más adelante por unos derroteros similares. Era importante la ausencia de Suárez "que se mueve en zonas de remate, es intuitivo y certero". No tuvo ninguna otra ocasión el cuadro culé. Al contrario, los che tuvieron dos para hacer el tercero. "Quité un delantero y metí a Diakhaby, para jugar con cinco atrás, ya que el Barça colocó a Piqué de delantero.
"Ganar al Barça de Messi aumentaba la grandeza de ese título. Para este cuerpo técnico, era el primero, suponía muchísimos años de trabajo consumado con algo deseado", concluye Marcelino. Su reto es aplicar esa fórmula el domingo ante el Barça para romper. Los leones no ganan en el coliseo azulgrana desde el 24 de noviembre de 2001. Ha sumado tres puntos de 57 posibles desde entonces.