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LAS PALMAS

La implosión emocional de Las Palmas

Los amarillos vuelven a repetir el patrón que les va a alejando de la promoción a LaLiga Santander. Los errores le condenaron ante el Zaragoza.

Actualizado a
La implosión emocional de Las Palmas
ALFONSO REYESDIARIO AS

Uno de los típicos relatos tópicos en el cine estadounidense es el del padre que no ejerce como tal. A lo largo de la película intentará mejorar su relación con sus hijos hasta llegar al clímax cuando su vástago tiene un partido de béisbol o una actuación de teatro del colegio. Momento ideal para demostrar el cambio. El padre con toda su mochila de desatinos y enmiendas quiere asistir. Pero algo ocurre, su determinación se pone a prueba y no llega a tiempo. Cuando la esperanza está perdida, aparece, hay reconciliación y redención.

Este sábado ante el Zaragoza, Las Palmas se ausentó al comienzo del partido como el padre reincidente de las películas. Y los aficionados, veían desilusionados como la película se volvía a repetir. Dejando en inocua la letanía que acompaña desde hace unos meses: "si queremos estar arriba…".

Sin aparente solución de continuidad, los grancanarios parecieron saltar a La Romareda arrastrando el mismo espíritu tras el primer gol encajado ante el Burgos. Un estado emocional que duró casi 90 minutos, los que fueron desde el minuto 48 de la jornada anterior hasta el 46 de esta.

Y como ese padre en busca de la redención, Las Palmas apareció, tarde pero apareció. Consiguió hacerse con el control del partido e igualar una contienda a la que se había inscrito con 45 minutos de retraso. Y empezó a esbozarse de nuevo el equipo al que se aferra, ya más creencia que realidad, el objetivo de alcanzar la promoción. Aquella esperanza que dice, si jugara así, si mantuviera el nivel, si no cometiera errores. Demasiados condicionales a estas alturas de la película para un aspirante.

Sin embargo, a diferencia del padre redimido, Las Palmas arrancó la penca cuando quedaban veinte minutos y se marchó del partido, como si dijera, ‘en verdad, no es mi hijo’ o ‘vaya obra de teatro más aburrida’. Porque en dos minutos todo cambió, los que fueron del 67 a 69. "Era un momento complicado para el Zaragoza por el buen hacer de Las Palmas", decía García Pimienta a la conclusión del partido. Y es que de nuevo un error desencadena unas derivadas que acaban en gol en contra. Con el agravante de que el fallo, en esta ocasión, fue en la puerta rival y acabó generando un estado de ánimo que costó un tanto en la puerta amarilla. "Hemos tenido la ocasión tan clara del 1-2 que creo que en el 99 por ciento de los casos hubiese sido gol y condiciona el partido". Y es que ese fallo de Hernani, espoleó a los locales que necesitarían dos minutos para ponerse de nuevo en ventaja.

Es ese reiterado "condiciona" del que habla García Pimienta, es el que viene determinando el destino amarillo. Y se escondió también en el subtexto de la reacción de un resignado Jonathan Viera tras la conclusión del partido. "Otra vez error de concentración en las dos áreas" y tras esos fallos que acaban en gol rival “es más complicado todo”. Ese condicionante repetido que viene marcando muchos de los partidos de Las Palmas y que va alejando poco a poco, más en espíritu que en puntos, la promoción.

Se habla de que hay equipos a los que hay que ganarle varias veces durante un encuentro. Equipo mitificados que se despiertan en su velatorio. Pues bien, Las Palmas esta temporada es la antítesis de eso. Un equipo que pierde varias veces cada partido por sus fallos y que repite un patrón demasiado habitual: error, gol en contra, recuperación del juego, (puede que) gol a favor, error grosero, gol en contra.

Un ciclo que al comienzo de la temporada era corto. Pero con el paso de las jornadas alcanzar de nuevo la fluidez en el encuentro se va alargando cada vez más, si es que llega. Da la sensación que cada nuevo error tiene un efecto de multiplicación factorial. Una losa que persigue a Las Palmas desde el inicio de la campaña y que ha transformado en cristal la mandíbula del equipo. La energía transmitida a cada fallo ha ido evolucionando de rebeldía a resignación. Ya no se trata solo de juego, de capacidades o de propuesta sino de estado emocional.