Boomerang Dembélé
Después de airear su falta de compromiso y generar un caldo de cultivo contra el francés, el club pide ahora a la afición que no le silbe para no perjudicar al equipo.
La ceremonia de la confusión sobre Ousmane Dembélé vivió un nuevo episodio chirriante este jueves en el Camp Nou. El francés compareció entre silbidos por primera vez en el césped desde la crisis de enero, cuando el club le dejó fuera de dos convocatorias (Athletic y Alavés), porque el extremo de Vernon, con contrato hasta junio, se negó a renovar a la baja para adelgazar la masa salarial de la plantilla. El club lo puso en el disparadero."Se le ha comunicado a él y a sus agentes que tiene que abandonar el club y buscar una transferencia antes del 31 de enero (...). La situación deportiva valorada por nuestros técnicos es que no queremos tener jugadores no comprometidos por el proyecto. Y que no vaya convocado es una consecuencia de todo este proceso. El club no es quien debe determinar esto, es el entrenador pero tiene todo nuestro apoyo porque nos parece una actitud totalmente coherente", dijo Mateu Alemany en vísperas del partido contra el Athletic en el que, por cierto, el Barça fue eliminado de la Copa sin Dembélé.
Un par de semanas después, y con el mercado cerrado, Xavi pidió a Laporta alinear al jugador. Buen conocedor del ecosistema de un vestuario, el técnico sabía que el caso podía explotarle en las manos porque esos distingos no sientan bien a los compañeros. Quedó en evidencia Alemany, que había señalado a Xavi como responsable de una decisión que, obviamente, no era del técnico. El problema es que ya se había generado un caldo de cultivo peligroso. En el partido ante el Atlético de Madrid, Dembélé , que ya había sido recuperado para el rebaño, fue pitado cuando estuvo calentando en el césped. Podía esperarse la siguiente tormenta para cuando el delantero saliese a jugar. Y así fue contra el Nápoles.
En lo que supone el reconocimiento al fracaso de la gestión, Jordi Cruyff, director de scouting internacional del Barça, pidió a la gente que no pite a Dembélé. "Aquí estamos para que el Barça gane. No queremos jugar diez contra doce porque tenemos a uno al que estamos castigando. Entiendo al público, pero cuando estamos en el campo hay que apoyar a los jugadores", dijo al final del partido contra el Nápoles.
Dembélé acabó escuchando aplausos del Camp Nou en el partido contra el Nápoles, pero la situación amenaza con repetirse una y otra vez. Cada partido será un juicio que ha tenido su origen en la manera extrema de tensar la cuerda de los dirigentes del Barça, que además no consiguieron que el francés diese su brazo a torcer. Ahora caen en la cuenta del efecto boomerang, de que la gestión puede arruinar el ambiente de los partidos de aquí a final de temporada. Decisivos, por cierto, en la lucha por la cuarta plaza. Tal vez sea demasiado tarde. Tal vez Xavi sólo pueda evitar el conflicto limitando las participaciones de Dembélé a los partidos fuera de casa.