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REAL ZARAGOZA - ANÁLISIS

El silencio como parapeto

En estos momentos de crisis mayúscula, ninguno de los 'principales' del club tiene previsto salir a hablar sobre JIM y Torrecilla o sobre el proceso de venta.

ZaragozaActualizado a
Una imagen de una Junta de Accionistas del Real Zaragoza.
ALFONSO REYES

Juan Ignacio Martínez se sentará este sábado en el banquillo del Real Zaragoza en el partido frente a Las Palmas en La Romareda. En estos momentos de crisis mayúscula, ésta es la única certeza en un club aragonés víctima de un enorme vacío de poder, propiciado por un interminable y calamitoso proceso de venta y por el enfrentamiento entre los propietarios, y donde todos los 'principales' -consejeros y ejecutivos- se encuentran parapetados en el silencio. Y sin que ninguno se atreva a tomar o a proponer decisiones relevantes, para que luego no se le haga responsable de nada.

Desde el último comunicado de la sociedad anónima deportiva, anunciando una venta inminente, sólo el todavía director deportivo Torrecilla, cuya suerte parece ligada a la del entrenador, ha salido a hablar en público y fue para volver a incidir en la dichosa pomada. El Zaragoza se encuentra en caída libre, a cuatro puntos del descenso, y en medio de un clima de enorme contestación social contra la propiedad, pero aquí el único que da la cara dos veces por semana es JIM, cuya figura está ya más que en entredicho y cuyo futuro se va a decidir este sábado o, como mucho, en dos jornadas.

Sus números -cuatro puntos en ocho partidos- son de destitución fulminante, pero Juan Ignacio Martínez resiste porque La Romareda aún no ha pedido a coro su marcha, porque Torrecilla sabe que también tendría que irse él y porque el desgobierno que viene rigiendo los destinos del club impide que se afronte lo urgente. Y lo urgente, lo más urgente, es evitar que el Real Zaragoza acabe en Primera RFEF, lo que significaría un paso letal y liquidaría de golpe cualquier opción de venta, ya sea al Grupo Orlegi, que estudia una segunda propuesta de compra, tras no aceptar la familia Alierta la primera, que contemplaba un pago de las acciones en dos años y desde luego la permanencia en Segunda, o al fondo norteamericano, cuyo nombre no ha salido a la luz y con el que vienen negociando los consejeros y propietarios minoritarios Yarza y Forcén.

Que el Zaragoza acabe lo antes posible en las mejores manos y que la entrada de capital y una nueva gestión, sin ninguno de los actuales gestores, catapulte a la institución es lo importante y en lo que clama todo el zaragocismo, pero lo urgente es aplicarse a que el equipo aragonés mantenga la categoría. Y eso pasa por una reacción que no se debería prolongar más allá de una jornada. Un cambio de entrenador no asegura nada, pero seguir mucho más tiempo con un JIM sin victorias sería un acto más de irresponsabilidad.

La semana se presenta, pues, decisiva para JIM, aunque no está previsto que ninguno de los primeros cargos del Real Zaragoza convoque una conferencia de prensa para salir a respaldar al técnico o para puntualizar algún aspecto del proceso de venta. El silencio continúa como parapeto.