BARCELONA - ATLÉTICO DE MADRID
Julio Salinas: "Johan Cruyff era Julio Verne, un innovador"
Hijo de Lezama y futbolista global. Del Bilbao Athletic al Alavés, pasando entre medias por el primer equipo de los leones, Atlético, Barcelona, Deportivo, Sporting y Yokohama Marinos.
Con más de 700 partidos y 300 goles, una Champions, una Recopa, seis Ligas, tres Copas, cuatro Supercopas de España, una de Europa, tres Mundiales y dos Eurocopas, se proclama como un triunfador y pocos argumentos se encuentran para rebatirlo. Su vitalidad, cuerpo enjuto y fibroso, cara de adolescente pícaro y verborrea bien entendida no se acercan ni por asomo a los 60 años que cumplirá en septiembre. Julio Salinas (Bilbao, 1962) es de esas almas que después de 20 años como jugador profesional ha conseguido alejarse del fútbol lo suficiente como para matar el gusanillo como comentarista sin meterse en ningún otro berenjenal.
¿Después de 20 años de futbolista, de los 18 a los 38, le es suficiente con vivir el fútbol desde el sillón del comentarista? ¿No echa de menos otras sensaciones?
No, no, no… No echo en falta el fútbol para nada. Saqué el título con la cuadrilla de los Guardiola y Luis Enrique, pero nunca me gustó ser entrenador. El fútbol, me gustó jugarlo. Me retiré con 38 años en Primera y podría haber seguido porque estaba perfecto y había sido el máximo goleador de mi último equipo, el Alavés. No lo echo de menos nada, si acaso, los ingresos que no ganas ahora. Hago lo que me gusta. Nunca fui de viajes, me gustaban las concentraciones por las partiditas. Soy charlatán y extrovertido, pero no quiero la exigencia que el fútbol te pide ahora. Nunca tuve el síndrome del futbolista que se le cae el mundo encima, ni nada más dejarlo, ni ahora. Me vale con esa faceta de comentarista. Ahora veo más partidos que antes. De futbolista no veía ni uno. Juego al pádel, al dominó, tengo tiempo libre para la familia y los negocios. No quiero fútbol.
Vamos, que no tiene ninguna envidia de su hermano Patxi, entrenador por vocación y que ahora dirige al Bilbao Athletic después de pasar por once equipos en las dos últimas décadas.
Para nada. Solo hay que ver el estrés con el que vive. Lo que sufre no se lo deseo ni a mi peor enemigo. El fútbol es para ser futbolista de joven, luego ya con los hijos mayores es muy complicado. Los míos tienen ya 23 y 20. No me gusta el tipo de vida de los entrenadores. A ellos les encanta. Es su pasión, su obsesión, viven por y para el fútbol las 24 horas. No me compensa. Además, no importa la división o el club en el que entrenes. Veo a Guardiola y veo a mi hermano y están obsesionados todo el día. Todo son preocupaciones. Te comes el coco con todo. Antes el fútbol era menos exigente. Un entrenador, un segundo y un preparador físico y era siempre lo mismo. Ahora se analiza todo. Vives el día encerrado con los análisis, los entrenamientos y antes los entrenadores se iban a casa cuando los futbolistas. A mí no me hablaban casi del contrario. Ni con Johan Cruyff, que era el tótem de los entrenadores. Solo se preocupaba de su equipo. Ahora, que si la salida del balón, que aquí le puedes hacer daño, que aquí le esperas… En mi época no había nada de esto. Yo ni he ensayado córners, ni faltas. Nunca. Los entrenadores y los jugadores de ahora están mucho más preparados que los de entonces. En todos los conceptos. Yo llegaba al entrenamiento cinco minutos antes, me entrenaba una hora y me marchaba. No he ido a un gimnasio en mi vida. Ahora llegan dos horas antes…
No siga, no siga, si no le quiero convencer de nada…
Fui muy feliz como futbolista. Tuve la suerte de vivir una época gloriosa en todos los equipos en los que estuve. De salirme y de triunfar porque pillé la mejor etapa allá donde iba. En el Athletic, ganamos dos Ligas, una Copa, una Supercopa y quedamos los cuatro años entre los tres primeros. En el Atlético la experiencia fue maravillosa, aunque no pillara la mejor etapa del club. Viví desde dentro el mejor Barça de la historia con el de hace unos años y ganamos la Copa de Europa, cuatro Ligas y no sé cuántos trofeos más. En el Deportivo gané los dos primeros títulos, la Copa y la Supercopa y fuimos segundos en la Liga cuando el Dépor nunca había ganado nada. En el Sporting me adoraban porque hice mi mejor año y medio como profesional. En Japón cumplí con creces los objetivos y en el Alavés fue extraordinario al principio. Triunfé en los siete equipos en los que jugué. Los siete ganaron dinero conmigo. Más no se puede pedir. Todas las aficiones de todos estos clubes han estado conmigo y eso es la hostia para un profesional. No defraudé a nadie en 20 años. Conseguí mucho más de lo que me hubiese imaginado cuando empecé y viví como Dios. En ningún otro sitio, como en el fútbol, ganas el dinero tan fácil haciendo lo que te gusta. Fui un privilegiado. No tuve ni lesiones. Soy un cagao en ese aspecto y nunca pasé por un quirófano y, sin embargo, al pobre de mi hermano le han operado ocho veces.
Elija a la persona que más le ha marcado en esta larga carrera profesional.
Javier Clemente. Influyó mucho. Con él debuté en el Bilbao Athletic y en el Athletic. Viví en un Athletic campeón y los procesos de cambios no son fáciles. En la 83-84 ganamos la Liga y la Copa con una delantera que era Dani-Sarabia-Argote con Noriega y Endika como recambios y luego estábamos Arrien y yo. Al año siguiente, Javi me puso de titular todos los partidos. Esa temporada lo bordé hasta el punto de que los periódicos de Bilbao me dieron los premios como mejor jugador del curso. Algo verían en mí. Pegué un salto tremendo. Después, como seleccionador, me mantuvo en la selección por mis goles, 23 en 57 partidos, y cuando todos estaban en mi contra.
"Me salí y triunfé en los siete equipos en los que jugué; pillé la mejor etapa allá donde iba”
En la temporada 86-87, con Clemente ya fuera del Athletic, usted también se va. El niño vuela de San Mamés.
Se lió una buena. Acababa contrato, desaparecía el derecho de retención y no llegaba a un acuerdo para renovar. Ya era titular y jugaba muy bien, aunque la verdad es que no hacía muchos goles. Lo reconozco. Ocho y cuatro en dos años en la Liga. El club pensó que no era imprescindible. Cobraba de los que menos de la plantilla, tres millones de pesetas. No es que pretendiera cobrar como las estrellas, pero sí como los sueldos medios del equipo. Me ofrecieron seis. Yo pedía 10 por lo menos. No eran cantidades importantes. A Javi le echan en marzo del 86 y yo en junio no renuevo.
Y ahí le llama el Atlético…
Un marzo anterior ya me llama el representante, Miguel Santos, en nombre del club porque sabían que quedaba libre. Yo quería seguir en Bilbao, pero no por esas cantidades y si no se podía, pues el Atlético era una gran opción. Estaba todavía Vicente Calderón de presidente. Llegamos Rubén Bilbao, Uralde y yo. Me dieron 25 millones brutos, ocho veces más que lo que ganaba en Bilbao. Tampoco eran grandes cantidades. Ese mismo año, Butragueño, que era mi compañero de Selección en el Mundial 86 de México, entró en el club de los 100 millones. En Madrid lo pasé bien y mal. A nivel futbolístico me faltaba algo. Me había fichado Luis Aragonés y a los 10 días le ocurrió lo de la enfermedad y se fue. Llegó Miera, que le había tenido de segundo en la Selección, no terminó de ponerme de titular del todo. Estaban Uralde y Jorge da Silva, el uruguayo. Volvió Luis, pero no jugué ni las semifinales ni la final de Copa y me tocó mucho la fibra. Al segundo año, llegó Gil con todos los fichajes y me sentía postergado a una segunda fila, como Alemao, aunque Menotti me ponía. Gil quería hacerlo todo a lo grande, en el club se vivía una gran tensión y mi sensación era que no me querían…
Y llega el Barcelona. Palabras mayores.
No. Primero me quiere recuperar el Athletic. Se habla de un intercambio con Biurrun, el portero. Hubiera vuelto encantado, pero la oferta del Athletic tenía trampa. Me dicen que ganó 25, pero que yo tengo muchos gastos con la casa, la comida, los viajes… y me ofrecen 20 porque, según ellos, al volver a Bilbao tendría menos gastos y me compensaba. Me hacían el cuento de la lechera, me ofrecían menos. Además, el Athletic también pedía un dinero por el cambio. Entonces, Jesús Gil se mosqueó y me dijo que, si no me importaba, que en lugar del Athletic mi destino fuera el Barça. Le dije que encantado y así fiché por el Barcelona. Aunque no se crea que fue fácil. Si le cuento…
"Llegué al Barça y Núñez me dijo que no me quería, que era como el Che Guevara. Me quedé de piedra"
Pues cuente, no se lo va a quedar dentro.
Vinieron a por mí y a por Eusebio, el compañero que más me ha ayudado en toda mi carrera. Yo no tenía representante y fui a negociar solo con Ramón Martínez, que entonces era el secretario técnico del Barcelona. Me hizo una oferta a la baja y le dije que de qué iba, que no era una oferta seria, que no pensaba ponerme a regatear y me fui de la sala. Tenía ya 25 años y sabía defenderme solo. Cuando le voy a decir a Gil que llame otra vez al Athletic, me llama Joan Gaspart, el vicepresidente azulgrana. Me pregunta qué había pasado y que cuánto quiero. Le dije una cantidad y me dijo: ya eres jugador del Barça.
Y allí se encuentra Cruyff.
Llega ese año. El equipo lo había hecho Javier Clemente, porque en teoría iba a ser el entrenador del año siguiente, pero Núñez, con el motín del Hesperia, se asusta y busca un entrenador de consenso, Cruyff. Como ahora con Xavi. Llegamos 13 nuevos. La primera vez que me encontré con el presidente, que estaba con Gaspart, me dijo que tenía que saber que él no me quería y que estaba allí en contra de su voluntad. Añadió que ya habían tenido muchos problemas con jugadores revolucionarios y que encima llegaba yo, que era el Che Guevara. Me quedé de piedra. Le dije que no sabía lo que le habrían contado desde Madrid, pero que yo de revolucionario no tenía nada. Esa fue mi entrada en el Barcelona.
Como para irse…
Pues lo pensé. Veía, además, que la gente no había comprendido mi fichaje, pero Johan Cruyff comenzó a contar conmigo y me ponía. Fue el mejor entrenador que tuve en mi vida. Era Julio Verne. Estaba en otra dimensión. Innovó el fútbol. Todo era distinto en los entrenamientos y en los partidos. Todo con balón, posesiones, juego posicional, rondos… Nos hablaba como si fuéramos números. Yo no era Julio, era el nueve, y Lineker no era Gary, era el siete. Lo pasó mal porque se lo llevó a la banda. Como nueve solo podía moverme entre las dos esquinas del área, lo que era la frontal. No podía ir a las bandas o bajar a la zona de Bakero, que era el seis...
Julio es un vendaval, se le amontonan los recuerdos. No respira.
En los primeros cuatro años triunfé en el Barça. La afición me tenía en palmitas. Después tuve que renovar y Cruyff quería que ganara una cantidad que me parecía escasa y fue Gaspart, otra vez, quien lo arregló. Me dijo: 'yo te doy lo que quieres, pero a Cruyff le decimos que ganas lo que él quiere'. Los dos últimos años comencé a jugar poco, entraba como recurso. Llegó Romario y ya no fue lo mismo. Estábamos medio desahuciados y Cruyff, para motivarnos, nos dijo que si ganábamos un título, quedábamos todos renovados automáticamente. Ganamos la Liga y llegamos a la final de la Champions de Atenas, en la que el Milan nos metió cuatro. Johan Cruyff pagó el pato con Zubi, Laudrup y conmigo, que ni siquiera había jugado.
Y al final Cruyff le echa.
Sí. Me llama a su despacho, comienza a decirme que soy muy bueno, que voy a ir al Mundial, que tengo que seguir jugando para estar en la Selección, pero que me tengo que ir del Barça. Y yo le digo que no. Que me acabo de echar novia, que estoy muy bien en Barcelona, que tengo contrato, que tengo confianza en mí mismo de revertir la situación… Le recuerdo que había dado su palabra de que seguiríamos todos y entonces, cuando vio que estaba dispuesto a quedarme, me dijo que si lo hacía me tenía que rebajar el sueño y ganar lo mismo que Escaich, que era un delantero que llegaba ese año al Barcelona… Me molestó mucho. Pensaba que por lo menos debía seguir con lo mismo que ganaba, pero no hubo manera y así me tuve que ir y me quedé más tirado que una colilla, porque no tenía ni siquiera un representante que me ayudara.
"En el Deportivo casi cogí por el cuello a Corral, el segundo de Toshack, me quitaron del medio"
Apareció el Deportivo…
Lo primero que hice fue buscarme representante y me recomendaron a Alberto Toldrá, que entonces tenía muchos futbolistas. Tenía que encontrar equipo como fuera porque me jugaba el seguir en la Selección. Entonces me llamo José Manuel Lara, que era el máximo accionista del Espanyol, para que fuera allí. Yo, encantado. Seguía en Barcelona. Le dije que sí inmediatamente. Que llamara a Toldrá. Pero me encuentro que mi representante me dice que me tengo que ir al Deportivo, que la oferta del Espanyol era muy baja. A La Coruña que me tuve que ir sin yo querer, aunque luego, a pesar de las lesiones, tuve una buena temporada. Como marqué más de 10 goles quedaba renovado automáticamente. Pero el segundo año, Toshack me apartó del equipo. Casi le agarro por el cuello a Corral, el segundo que tenía. Tenía la presión de Clemente que me decía que, para ir a la Selección, tenía que seguir demostrando que era el mejor delantero de España. Entonces salió la posibilidad de ir al Sporting y Toshack, que no me quería ni ver, pidió por mí 40 millones que el Sporting tuvo que pagar porque sino no me dejaba salir.
Y en Gijón se encontró un paraíso desconocido.
Fui con un poco de miedo. Ya tenía 33 años, estaban los chavales de Mareo, pero todo me salió extraordinario. El primer año marqué 18 goles en la Liga. Me sentía Romario. Algo parecido me pasó después en el Alavés, a la vuelta de Japón. Tenía 36 años. Cuatro meses sin entrenarme. Me llama Mané para pedirme que fiche por ellos. Lo veía imposible. Me pide que me entrenara un día a ver cómo me veía. Le hice caso, me encontré fenomenal y me pregunté a mí mismo por qué no firmar. Yo siempre me he querido mucho a mí mismo, me creo el mejor en todo lo que hago. Juego al dominó con el campeón del mundo y creo que le puedo ganar. O al futbolín. Ya no era cuestión de dinero, era cuestión de que vi que podía ayudar. Lo que no quería es que en Vitoria pensaran que uno de Bilbao de 36 años les quería atracar. Y casi jugamos la Champions.
Cuando se levanta por las mañanas... ¿De qué equipo es, del Barça o del Athletic?
Tengo un padre y una madre. Soy del Athletic y del Barça. Por ejemplo, en una final de Copa, quiero que gane el Athletic por la tradición, porque necesita estos triunfos puntuales para mantener su filosofía. En un partido de Liga, puede que quiera que gane el Barça porque siempre tiene más posibilidades de ganar el título. Y mi tercer equipo es el Sporting porque es el club que mejor me ha tratado con mucha diferencia. Lo que viví en Gijón no lo viví nunca. El cariño de la gente desde el primer día. Y después también en el Alavés. La afición, cuando saltaba al campo, me cantaba: "Julio, Balón de Oro; Julio, Bota de Oro".