Chema cierra el círculo: llega a Ipurua, donde debutó como profesional
El central, cedido por el Getafe, se estrenó hace ocho años con el Alcorcón. Trata de añadir fiabilidad a la zaga de Garitano. Su mejor amigo es Coke.
Chema Rodríguez ha cerrado el círculo. El nuevo central del Eibar llega a Ipurua con muchos recuerdos agolpándose en su cabeza, ya que en el estadio armero debutó como profesional, en la segunda jornada de la temporada 2013-14, con los colores del Alcorcón. Aún conserva esa camiseta. Bueno y todas las de sus estrenos. El central nacido hace 29 años en Caudete (Albacete, 1,89 y 85 kilos), es un tipo de carácter, que recuerda el primer partido al que asistió como espectador, en el Carlos Belmonte. Para él Ipurua significa "ilusión". Empezó en el pueblo y con 14 años se fue al Elche. Luego tuvo un paso por la cantera del Atlético. De ahí, al Alcorcón, Levante, Nottingham Forest y Getafe. Si tiene que elegir un gol, sería el que anotó a la Real Sociedad con el Levante en 2018, una gran volea.
Su mejor amigo en el fútbol es Coke, actualmente en el Levante. En un test a corazón abierto realizado con el Eibar va desgranando particularidades de su vida y su personalidad, como que tiene un hermano, Daniel y un niño de un año, y su color es el azul, tal vez por venir del Getafe. Su padre le recomienda "que confíe en mí". En el terreno musical, le gusta Manolo García, en concreto la canción 'Pájaros de barro' y el grupo Coldplay. 'Gladiator' es su película de cabecera y le entretiene mucho jugar a los videojuegos. Lo que no le atrae tanto son las mudanzas.
Y como ídolo, el central no duda: le gustaría conocer al tenista Nadal, "sería increíble tener una charla con él". El defensa azulgrana colecciona camisetas de compañeros y de diversos clubes, y tiene una superstición: cuando sale al campo, lo hace con el pie izquierdo. Al margen del fútbol, juega al pádel y si no hubiera sido futbolista, habría elegido estudiar arquitectura, aunque su asignatura favorita en el colegio era la Educación Física. En el colegio era "granujilla" y si se fuera a una isla desierta se llevaría "un balón, un libro y una almohada".