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ESPANYOL

De Miranda al Mirandilla

Empezó navegando el Espanyol con el viento a favor, rozó el naufragio y llegó a la orilla, aunque entre náuseas. De Tomás emuló aquel 2-2 en Anduva, aun con otro calendario.

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CADIZ, SPAIN - JANUARY 18: Raul De Tomas of RCD Espanyol celebrates scoring his teams second goal during the LaLiga Santander match between Cadiz CF and RCD Espanyol at Estadio Nuevo Mirandilla on January 18, 2022 in Cadiz, Spain. (Photo by Fran Santiago/
Fran SantiagoGetty Images

De Vilhena a Negredo. Andaba el Espanyol tratando de ahogar sus penas en la Copa –y más allá, como la derrota ante el Elche en Cornellà– con un fichaje inesperado, el de Tonny Vilhena, cuando al encargado de esa parcela, Rufete, se le apareció en el Nuevo Mirandilla uno de sus refuerzos del pasado. Del Valencia, concretamente. Negredo, incorporación suya para el conjunto ché hace ya ocho años, materializó a sus 36 actuales el gol del empate para el Cádiz e inició la jugada del segundo, e incluso le anularon otros dos. La personalización de un partido que iba para paseo de un Espanyol que perdonó y acabó rozando el drama.

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RdT a lo Anduva. Porque anoche no fueron pocos quienes recordaron aquel punto de inflexión de la pasada temporada en Segunda, cuando Nico Melamed anotaba aquel gol ante el Mirandés tan poco celebrado como a la postre valiosísimo para el ascenso. Un punto de inflexión en Anduva, Miranda de Ebro. Esta vez, en el Nuevo Mirandilla, fue Raúl de Tomás, quién si no, el que en la última acción del partido, en el 95', salvó los muebles de un Espanyol que empezó navegando con viento a favor, estuvo a un segundo literalmente de naufragar y que finalmente llegó a la orilla, aunque entre náuseas. Ni con un triunfo. Fue un empate. El tiempo, aun con el calendario temible que viene, dirá si tras derramar la Copa, servirá para algo esta Tacita agridulce de autoestima en el último suspiro.

Los sempiternos errores. El gran pecado del Espanyol no solo consiste en vivir de espaldas a que el rival también juega, y que por tanto debe traducir en goles sus minutos de superioridad, sino que precisamente se debe a recaer una y otra vez en los mismos errores. En momentos de absoluta desconexión, como los que provocaron el tanto del empate, en el que todo el mundo se equivocó en la defensa, de izquierda a derecha y al unísono, como si se tratara de la línea de un futbolín accionada por alguien sin demasiados reflejos. Como conceder el segundo ya en el añadido de la segunda parte. Como regalar el dominio, también las ocasiones, de un partido en el que lo tenía todo a su favor. Como conseguir que, con muy poco –como sucedió frente al Elche– cualquier rival pueda superarlo.

El fútbol de los futbolistas. 'Quien esta contra el Cádiz está contra la humanidad' se lee en el mural que conecta el túnel de vestuarios con el césped del Nuevo Mirandilla. Algo similar se podría decir sobre el buen fútbol, el toque, los jugadores de calidad y talento. Como los centrocampistas que proliferan en el Espanyol –por si hubiera pocos, ahora llega Vilhena– y que, de vez en cuando, a veces muy de vez en cuando, coinciden sobre un terreno de juego, y el fútbol brota. Morlanes, Darder y Melendo conforman un triángulo mágico que únicamente tardó diez minutos en dar sus frutos. En una acción combinativa e inteligente. Esperando el momento de la ruptura, el pase con el exterior, el desmarque y la definición.

Sergio González devuelve un balón a Javi Puado.
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Sergio González devuelve un balón a Javi Puado.ALVARO RIVERODIARIO AS

Quien perdona... Dominó el Espanyol en la primera parte con cotas insospechadas de posesión, inédita no ya a domicilio –donde solo había ganado un partido, el de la Nochevieja en Mestalla– sino incluso en Cornellà. Y prolífica en ocasiones. Vicente Moreno, empeñado en guardar hasta el final el secreto de una convocatoria que a unas horas para el partido ya conocía media Barcelona y parte de Cádiz, sí conservó el secreto de su alineación: la sensatez. Desterró el 4-4-2 inocuo y casi anárquico de las últimas jornadas para regresar al 4-2-3-1 (o 4-1-4-1), para convertir en virtud la necesidad de las bajas de Pedrosa, Dídac y Keidi Bare, y para superar así a Sergio González en la medular. De hecho, lo desbordó hasta que pudo rectificar al descanso. Y ahí fue donde se percató de esa máxima de que quien perdona lo paga.

Sergio y Calero. No gozó el técnico de L'Hospitalet y emblema del Espanyol de su debut soñado en el Nuevo Mirandilla, y eso que lo llegó a tocar con la yema de los dedos. Capacidad le sobra para enderezar la situación del Cádiz, el club que se llevó el gato al agua de su fichaje, aunque antes le pretendieron otros Primera esta temporada. El mismo saber hacer que demostró en su día al Valladolid, donde dio rienda suelta al mejor Fernando Calero, el que le valió un pase al Espanyol por ocho millones. Aun con claroscuros, consiguió el central en su reencuentro con Sergio algo muy complicado cuando sus minutos son como el Guadiana, que van y vienen: resultar providencial, como en un bloqueo a chut de Lozano a un metro escaso de la portería. Y apunta a titular el viernes, ante el Betis, después de que Cabrera viera la quinta amarilla. ¡Ay, el Betis!