El señor de las finales
El Athletic trata de revalidar la Supercopa tras dejar en la cuneta al Atlético, campeón de Liga, y con el Madrid como gran reto. Encara el décimo partido por un título en 13 años.
La temporada siguiente, la 2009-10, trajo consigo un nuevo partido por un título, en la Supercopa. Los de Caparrós no pudieron hacerse con el trofeo y cayeron tanto en la ida, disputada en el Camp Nou, como en la vuelta, en San Mamés. En la 2011-12, encararon dos nuevas finales, la de Copa frente al Barcelona en el Vicente Calderón y la de Europa League ante el Atlético de Madrid en Bucarest. Aquel recordado grupo de Bielsa cedió desfondado física y anímicamente por idéntico resultado: 0-3.
Tres temporadas después, en la 2014-15, nueva intentona en Copa. El Athletic volvía a enfrentarse al Barcelona, esta vez en el Camp Nou, y la maldición se perpetuaba. Se ganó el pase a la Supercopa para la siguiente temporada. Y llegó el primer título 31 años después. Los rojiblancos volvían a enfrentarse al equipo blaugrana sin mucho convencimiento, pero sonó la flauta: con Valverde a la cabeza, los bilbaínos arrodillaron al Barça en el partido de ida disputado en San Mamés (4-0) y lograron empatar en la vuelta disputada en la ciudad condal (1-1). Se desbordó la euforia en la capital vizcaína
Ahora llega la cita ante el Madrid y la encara con cierto ánimo de revancha, ya que de los recientes dos enfrentamientos ligueros ante los blancos en diciembre salió frustrado. El primero, un 1-0 en el Santiago Bernabéu con tanto de Benzema y al menos media docena de clarísimas ocasiones rojiblancas que hicieron al equipo vizcaíno claramente merecedor de la victoria; el segundo, un 1-2 en San Mamés con otros dos dianas de Benzema en los primeros minutos que recortó rápidamente Sancet pero ante el que ya poco más pudo hacer el equipo bilbaíno. También el Madrid tendrá sus ganas de cierta revancha deportiva, ya que fue el Athletic el que le apeó el año pasado de la final de la Supercopa en una temporada sin títulos para los blancos. Algo poco habitual. Como lo sería para los de Ancelotti caer el domingo en una final. Aunque para no hacerlo deberá superar a un rival feroz, eufórico tras su victoria de semifinales ante un adversario que le estaba siendo casi inaccesible en la última década y que empieza a tener en la Supercopa un torneo casi tan fetiche como en la Copa.