Los últimos serán los primeros
En el último partido de 2021 selló el Espanyol su primer triunfo fuera de la temporada, con debut espectacular de Jofre y más puntos que en toda la 2019-20.
Espanyol, vida nueva. Como quien va enumerando las campanadas, llegó a Mestalla el Espanyol contando las salidas consecutivas en Primera sin ganar, 18, con el ánimo de cortar por lo sano justo antes de que terminara 2021. Año Nuevo, vida nueva. Y, a diferencia de la mayoría de sus partidos anteriores lejos de Cornellà-El Prat, lo intentó por todos los medios y obtuvo la recompensa. Lo consiguió. Con un estajanovista trabajo colectivo. Y con acierto en los cambios, de efecto inmediato: Morlanes, Puado y, sobre todo, un Jofre Carreras que debutaba en Primera División tras una larga lesión. El último partido del año y el primero: el primer triunfo fuera, el primer encuentro del extremo. A tiempo para regresar a casa, devorar las uvas y soñar –con más puntos ya, 26, que en toda la temporada del descenso– con 2022.
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Chapa y pintura. Cierto es que mejorar el rendimiento del partido anterior, justo en Balaídos justo antes de la Navidad, no era difícil. Pero, más allá de los cambios –cuatro, con la entrada de Keidi Bare, Melamed, Embarba y Loren, certificando la presencia de este último un 4-4-2– se notó el trabajo del taller. Ante un Valencia agresivo, estuvo muy atento el Espanyol a la recuperación, sin agazaparse atrás y con muchas ayudas –enchufadísimo Keidi Bare–, y dispuesto a lanzarse en vertical. También optimizó su salida de balón, más dinámica para encontrar siempre a un hombre libre. Y tuvo sentido, cuando la ocasión lo requería, el juego combinativo. Hasta el punto de que al borde del descanso se escucharon ya tímidos silbidos en Mestalla. Y no eran para Lim. Ni para el árbitro.
Listón alto. Porque enseguida se vio que Sánchez Martínez, hasta que no le quedó más remedio como en la doble amarilla a Hugo Duro, iba a poner el listón alto. Bastó con un par de entradas durísimas sobre Pedrosa que se saldaron con una simple amarilla. A Thierry, curiosamente protagonista en el minuto 44 de una mano que Raúl de Tomás –a medio metro de distancia– pidió a gritos como penalti y que Vicente Moreno, tras verla repetida a través de una tablet en el banquillo, protestó. “Id a mirarlo”, se le leía en los labios, mientras juntaba las manos como quien se dispone a rezar. Sus súplicas no fueron atendidas, quizá porque el portugués tenía el brazo pegado al pecho.
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Del casi gol eléctrico al ‘unplugged’. Como si del cuento de Navidad de Dickens se tratase, pero en Nochevieja, mostró el Espanyol sus dos caras más opuestas en apenas cinco minutos de la reanudación. En 15 segundos había tenido el 0-1 el samurái (por su nueva coleta) Raúl de Tomás, en una acción clarísima que arrancó con el saque desde el centro del campo. Pero, a partir de ahí, se desconectó misteriosamente el equipo. Merodeó el penalti Loren, permitió al Valencia recuperar el control del partido y defendió lo peor que pudo el centro lateral en el gol de Alderete, dejando libre al paraguayo y a medio conjunto ché.
El estatus real del Espanyol. Lejos de perderle la cara al partido, buscaron los pericos como pocas veces el empate, y luego la victoria. Y logró cerrar con una enorme sonrisa un 2021 marcado hasta el último minuto por su calvario a domicilio (solo llevaba tres puntos), en contraste por el fortín en casa –20 puntos y el único equipo que ha derrotado al Real Madrid– y, en general, por el retorno al estatus real del Espanyol, que no es otra que la Primera División. Feliz Año Nuevo.