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BARCELONA

Abde, el chico incomprendido que idolatra a Neymar

La nueva esperanza del Barça jugaba hace un año en Segunda B. Su salto a la élite ha estado lleno de espinas.

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Abde ha derribado la puerta del Barcelona con fuerza, pero su llegada a la élite no ha sido sencilla. Ahora todo son piropos para la nueva esperanza culé tras estrenarse como goleador culé en Pamplona. Pero hace justo un año, el marroquí estaba jugando en Segunda B. En el Hércules ni siquiera era titular por estas fechas. Su irrupción no llegó hasta marzo, justo cuando Manolo Díaz, extécnico blanquiazul y excoordinador de la cantera del Real Madrid, apostó de verdad por Abde.

Abde, el chico incomprendido que idolatra a Neymar
Abde

Desde ese instante, el marroquí creció a pasos agigantados hasta el punto de que el Barça abonó su cláusula de 2 millones de euros el último día de mercado. Fueron muchos los clubes que tocaron a su puerta, pero nadie se atrevió a afrontar una cláusula inamovible para el Hércules. En el Rico Pérez no hubo lugar a la negociación. O se desembolsaban los 2 millones o nada, decisión arriesgada pero que evidenció el potencial que se le veía a Abde por Alicante. Valencia, Betis, Real Madrid, Sevilla y Villarreal le tentaron, pero fue Ramón Planes el que se obsesionó con Abde.

La progresión del marroquí ha sido meteórica, ya que hace cuatro años estaba jugando en Segunda Regional Juvenil en un modesto club de Elche. Varios clubes, como el Elche (próximo rival del Barça en Liga), le cerraron la puerta y le descartaron después de probar unos días. Abde siempre fue un futbolista callejero, anárquico y osado, incomprendido para muchos por un carácter que ha ido moldeando en los últimos meses. El actual jugador del Barça tuvo que cambiar varias veces de ciudad por el trabajo de una familia que vivió en Carrús, uno de los barrios más humildes de Elche, durante varios años. Eso también marcó su infancia y la de sus dos otros hermanos más mayores.

Abde es un amante de Neymar. Los regates del brasileño los tiene guardados en su móvil y es el espejo en el que siempre se ha mirado, según reconocen sus descubridores y varios compañeros con los que compartió vestuario en el Hércules. Su forma de jugar al fútbol es la de siempre. Abde tiene el mismo descaro que tenía en los patatales de Segunda B y Tercera, los campos que pisaba no hace mucho y que ponía patas arriba cuando algún entrenador no le ponía en el Hércules porque no le gustaba que calentase con las botas desatadas. Manías que tienen los genios.