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LEGANÉS

Borja Garcés se lo pide todo

El delantero sorprendió al lanzar el penalti ante Las Palmas, pero está decidido a ganarse a la afición del Leganés tras el episodio de la boda de su hermano. Viaja en Copa, torneo especial.

Actualizado a
Borja Garcés se lo pide todo
EDUARDO CANDEL REVIEJODIARIO AS

Borja Garcés es futbolista valiente. De los que no se esconde. Le gusta dar la cara. Ya lo demostró cuando cometió un acto de indisciplina grave en la previa del partido entre Leganés y Tenerife. Sin permiso de su entonces entrenador, Asier Garitano, se fue a la boda de su hermano. El de Bergara dijo (y cumplió) que mientras él fuera técnico del Lega, no jugaría. Amenaza XXL ante la que el chico no se escondió. Asumió una importante multa económica y pidió perdón públicamente en un mensaje grabado por el club y difundido en las redes sociales del chaval. “No todo el mundo tiene los arrestos para hacer algo así”, comentaron aquel día en las entrañas de Butarque, contentos por la reacción de un Borja que ahora, ya con Nafti en el banquillo, sigue en las mismas: obsesionado con dar la cara para expiar sus pecados y, a ser posible, cumplir con su propósito desde que pisó el sur de la capital. Salirse como goleador pepinero.

Por ahora va en buen camino. Ya suma dos dianas. Una, ante el Huesca. La otra, ante Las Palmas y de penalti. Ni que decir tiene que si Garcés está marcando es porque está jugando. Nafti le levantó el castigo de Garitano, pero le avisó: “Para ganarte el perdón de la gente tendrás que trabajar mucho. Ahí es donde se demuestran los hombres”, le dijo. Palabras que encorajinaron al delantero. El indulto, con todo, no fue total e inmediato. A Borja le costó lo suyo entrar en el equipo y cuando lo hizo en casa, se llevó una sonora pitada que dejaba claro que el respetable aún no le había indultado al contrario que entrenador y club.

Un penalti de valentía

Por eso Borja, tipo cabezón donde los haya, cuentan los que le conocen, siguió erre que erre hasta encontrar la fórmula más directa hacia la más evidente redención futbolera: el gol. Cuando marcó ante el Huesca, parte de las penas y lamentos del respetable pepinero se tornaron en un beneficio de la duda que, por sacrificio y esfuerzo, se convirtió en ovación a la primera de cambio. Ante el Oviedo, Butarque confirmó el indulto.

Aquellos aplausos maceraron en el alma del chaval, que encorajinado y con mono de más ovaciones, siguió insistiendo para dejar claro que ese puesto, el de ‘9’ del Leganés, tiene que ser suyo. Al menos es lo que sueña y para lo que incluso arriesga más de lo que alguno espera en Butarque. Porque cuando el domingo pasado el árbitro Ávalos de la Barrera le señaló al Leganés el primer penalti a favor de la temporada, fue Borja quién dio un paso al frente para reclamar la pelota y lanzar desde los once metros. A su alrededor, especialistas y pesos pesados del vestuario como Arnáiz, Rubén Pardo o Recio. No importó. Garcés la quería para él solito pese al enorme riesgo que podía conllevar fallarlo. De no haberla metido, habría resucitado fantasmas del pasado.

Semejante órdago de personalidad le salió bien. Marcó su primer gol como pepinero en Butarque y se encorajinó en una celebración que parecía dejar a años luz el famoso episodio de la boda melillense. Pero para Borja, ahora con el rifle caliente, no es suficiente. El chaval lo pide todo. También la Copa. Nafti lo ha incluido en la lista que viaja este jueves a Jerez para medirse al Xerez DFC en la primera ronda de la Copa. Lo normal es que no juegue de inicio, pero de hacerlo, a buen seguro que saldrá con ganas de estrenarse en un torneo que le trae buenos recuerdos. El curso pasado, en su estreno con el Fuenlabrada, vio puerta ante el Levante precisamente en Copa del Rey. A Borja Garcés, ninguna competición le sobra.