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BARCELONA

El valor añadido de Sergi

El de Les Franqueses tocó la fibra de sus jugadores apelando en su discurso prepartido al escudo y a La Masia. Su interinidad iba a ser recordada por el partido de Kiev y la aprobó.

Sergi Barjuan, en el banquillo del Olimpiyskiy.
VALENTYN OGIRENKOREUTERS

Sergi Barjuan podrá regresar a su puesto de entrenador del Barça B con la satisfacción del deber cumplido. Él mejor que nadie sabía que su interinidad, la quinta de la historia del club (Rabassa, Romero, Rexach y Toño de la Cruz) iba a ser recordada por el partido del Olimpiyskiy en Kiev, donde los azulgrana se jugaban un buen trozo de prestigio y otro de la tarta de ingresos que la UEFA estipula por el paso a los octavos de final de la Champions.

Formado en La Masia, y consciente de que él no va a tener tiempo para inculcar su ideario futbolístico, Sergi fue directo a las emociones. Él mismo admitió en la sala de prensa que su discurso fue emocional. Tocó la fibra a los jugadores, especialmente a los criados en la casa, haciéndoles ver cuñanto se jugaba el equipo a nivel de imagen, cuánto tiene que pesar la camiseta del Barça. Seguro que Sergi se acoró del día que Cruyff le llamó para ponerse por primera vez la camiseta del primer equipo del Barça. También un partido importante de Champions en el Ali Sami Yen, contra el Galatasaray.

El discurso funcionó. Un canterano, Ansu, hizo el gol. Y otros, como Eric, Nico o Gavi, además de los capitanes Busquets y Jordi Alba, dieron la talla en un partido que el Barça jugó al límite. "No sé si acabaré la semana en Vigo o en el Johan Cruyff, pero tengo que dar el cien por cien poque es la única manera de que los jugadores me crean", dijo Sergi, que también ha dado sus pinceladas futbolísticas. El Barça ha jugado con orden en sus dos partidos. Ha apostado lo que ha podido por extremos (reapareció Dembélé, ante el Alavés terminaron Abde y Balde de extremos) y ha reclamado algo más de verticalidad. Pero el verdadero valor añadido de Sergi estos días ha sido hablar con el corazón a los jugadores. A veces, nada como eso para salvar noches tan difíciles como la de Kiev.