El Racing remonta en Irún cuando va a por el partido
El Racing apostó por controlar el partido, lo consiguió en la primera mitad, fue a menos y no apostó todo a la victoria hasta que se adelantó el Real Unión
En el fútbol no hay mejor medicina que las victorias. Pese al dolor que todavía provoca en el racinguismo el ridículo copero del miércoles, la victoria de hoy en Irún deja al Racing empatado en la cabeza de la clasificación, prolonga una magnífica racha de resultados ligueros y refuerza la posición de un técnico cuya manera conservadora de gestionar los partidos ya empezaba a estar cuestionado. En el cómputo global del partido el Racing fue mejor durante más tiempo que el Real Unión, tuvo más ocasiones y, si acaso, se puede cuestionar si estaba dando por bueno el empate según avanzaba la segunda mitad y tardó demasiado en irse decididamente a por el partido.
Con la decisión que tomó Romo a la hora de confeccionar la alineación de dejar fuera a Pablo Torre y meter un trivote por dentro (esta vez le tocó a Borja Domínguez ir por delante de Íñigo y Tienza), el técnico dejó claro cual era su apuesta inicial: negar los espacios por dentro a los jugones Quique Rivero y Sergio Llamas, adelantar el bloque de presión y salir a la contra. Y le salió bien. Tras un cuarto de hora escaso de balón para los fronterizos, el Racing pasó a controlar el juego. Completamente. Sin necesidad de tener permanente el cuero en sus botas, pero sacando de cacho al Real Unión que durante muchos minutos no supo si estaba a setas o a Rolex. Si tenía que arriesgar para salir tocando o pegar en largo. En resumidas cuentas, se jugaba a lo que quería Romo.
No es que el fútbol de los cántabros fuera primoroso, que tampoco es estado del césped lo permitía, pero si alguien estaba más cerca del gol ese era el Racing. Un tiro desde el interior del área, que no parecía difícil, mal dirigido de Bustos a pase de Cedric nada más empezar y una doble ocasión para Tienza a los 26' (trallazo al poste desde la frontal y balón a las nubes tras recoger su propio rebote) fueron las únicas ocasiones del primer tiempo. El Real Unión, cortocircuitado por dentro, no podía hacer llegar el balón a sus estiletes de los costados, Capelete y Oyarzun, y dejaba abandonado a su suerte a su ariete, uno de los de antes, Mikel Pradera.
La segunda mitad estuvo más igualada. El Real Unión dio un paso adelante, empezó a encontrar a Capelete por la derecha y ya empezaba a merodear el área racinguista. Mientras, en el banquillo verdiblanco, Guillermo Fernández Romo no hacía nada por detener esa deriva y aguantaba sin hacer los cambios que parecía claro que el equipo necesitaba. Así, a falta de un cuarto de hora, en una internada por la derecha sorprendió Quique Rivero entrando al área a la espalda de los centrales y marcó muy fácil de cabeza. 1-0 y con la necesidad de remontar, en ese momento sí se decidió Romo en meter en el campo a Pablo Torre, Camus y Sergio Marcos. Al de Soto de la Marina le bastaron dos segundos para proclamar que el Racing con él es otro y dos minutos para protagonizar una jugada descomunal y provocar un penalti clamoroso. Lo tiró Bustos y lo paró Irazusta, dando dos pasos fuera de la línea de gol antes de que golpeara el gijonés, pero debe ser que Ruiz Álvarez, el árbitro, y Fulla Planas, el juez de línea, no lo vieron.
El Racing, en cualquier caso, ya tenía los ojos inyectados en sangre y los trescientos seguidores que tenía en la grada se negaban a rendirse. Cedric, que no había estado muy fino dentro del área hasta ese momento, fallando un par de controles que le hubieran dejado al borde del gol, resultó una vez más decisivo. Esta vez, dando dos asistencias. La primera, dejando a Bustos sin portero y el asturiano, a la segunda tras rechazar Pérez bajo palos el primer remate, y la segunda a Jack Harper. El escocés no llevaba ni medio minuto en el campo cuando recibió dentro del área un pase de Cedric y decidió chutar entre las piernas de Elósegui. Tuvo un poco de fortuna, es verdad, pero también es cierto que pegó duro y muy cerca del palo para culminar la remontada. El Racing consiguió con su arreón final el justo premio a su buen primer tiempo y a la fe que pusieron sus jugadores en el último cuarto de hora. ¿Podría haber sido más ambicioso antes del gol de Quique Rivero? Tal vez, pero este es el equipo de Romo y, así, con esta manera de entender el fútbol, va colíder.