Fallece Luis Casanova Iranzo
El hijo del ilustre presidente del Valencia muere a los 85 años de edad. El club guardará un minuto de silencio ante el Mallorca.
El Valencia ha anunciado este viernes el fallecimiento de Luis Casanova Iranzo, hijo del ilustre expresidente del Valencia Luis Casanova y que dio nombre al estadio che durante muchos años. El empresario ha muerto a los 85 años de edad. Por este motivo, el Valencia guardará un minuto de silencio en los prolegómenos del partido ante el Mallorca de este sábado. Además, los jugadores lucirán brazaletes negros en señal de luto. Luis Casanova Iranzo concedió una entrevista a AS en la que repasó su vinculación al Valencia con motivo de los 100 años del club. A continuación la reproducimos íntegramente.
El Valencia cumple hoy 100 años....
Y mi padre fue presidente durante casi 20 (1940-1959). ¡Una quinta parte! ¿Y sabe qué me decía que fue lo mejor? El cariño de los futbolistas. Juan Ramón, Puchades,... Fue padrino de boda de Iturraspe y Mundo. Por mi casa cada tarde pasaba alguno a contarle sus problemas. Esa familiaridad cuesta hoy encontrarla. De Pedro Cortés y Jaume Ortí sí me hablan bien muchos futbolistas.
¿Cómo llegó su padre al fútbol? Porque en 1936 ya fue presidente interino del club.
Mi abuelo lo envió a estudiar inglés a Londres. Allí un amigo se lo llevó a un partido y le cautivó. Se hizo socio del Arsenal. Regresó a España, entró en el Valencia... y hasta el 59.
¿Cuál es su primer recuerdo del Valencia?
¿El mío? Piensa que yo iba a los Jesuítas y mi padre ya era presidente. Pero recuerdo que me impactó mucho la Liga de 1947. ¡Qué retrasada estaba España! No supimos que éramos campeones hasta 30 minutos después de serlo.
¿Por qué?, ¿qué pasó?
El Valencia jugaba contra el Gijón en Mestalla. Hasta la bandera. Ganamos 6-0. Pero no dependíamos de nosotros. Tenía mínimo que empatar el Athletic en Coruña, ya descendido, y tampoco podía ganar el Atlético, que jugaba en su casa contra el Madrid. En el vestuario había un teléfono. Parece que aún estoy viendo a Luis Colina (secretario general) gritando: “¿Demora?, ¿demora?, ¿cómo que demora? ¡Qué tengo fuera a miles de personas esperando!”. La telefonista no le podía pasar las llamadas con Madrid y Coruña y hasta media hora después no nos enteramos del empate del Athletic y la derrota del Atlético. ¡Éramos campeones! Mestalla se enteró de la noticia por la megafonía.
¿Cuál es el mejor Valencia que usted ha visto?
El de la década de los 40. Era el mejor equipo de España. El Valencia y el Athletic, hasta que llegó Di Stéfano al Madrid. Al Valencia de los 40 sólo se le acerca el de (Rafa) Benítez. ¿Y sabe por qué? Los jugadores sufrían la derrota y sentían cada victoria. Los equipos son como las cosechas de vino.
¿En qué sentido?
Las viñas siempre son las mismas, pero las cosechas, no. El fútbol es igual. Benítez pilló una cosecha buena y la hizo campeona: Albelda y Baraja eran futbolistas de los de antes. Esos habrían jugado seguro en el Valencia de mi padre.
¿Alguno más?
Hay jugadores que serían futbolistas en cualquier época. Pero de esos hay pocos, no se crea. Claramunt, Subirats, Arias... Recuerdo que mi padre se encontró un día con Fernando (Gómez Colomer) y le dijo: “Usted es el único que habría jugado en mi época”.
¿Cuál sería su once de la historia del Valencia?
De portero, sin dudarlo, Eizaguirre. Defensas, el mejor ha sido Arias. Él y Sendra, que lo fue gracias a Cubells que lo reconvirtió. ¡Qué ojo tenía Cubells! Laterales ha habido buenísimos: Sócrates, Piquer, Vidagany... de ahora me encanta Gayà. Ese chico llegará lejos porque es fuera de lo común, como pasó con Jordi Alba.
¿Medios y delanteros?
El delantero más espectacular que he visto fue Faas Wilkes. Ése no era muy trabajador, pero en cinco jugadas te ganaba para siempre. Wilkes tenía más calidad que Di Stéfano y Maradona, aunque ellos eran más jugadores de equipo. De extremos Epi, Mañó, Guillot, Subirats, Claramunt... es que si me pongo a hablar de jugadores, te quedas sin espacio.
¿Su padre por quién tenía predilección?
Por Puchades. También por Epi, al que cuidó como a un hijo, por eso le dolió mucho que montara en rebeldía para irse a la Real Sociedad. Igoa también se fue. Pero él pidió permiso y lo hizo mejor.
Con Puchades no tuvo ese problema. Él rechazó siempre salir del Valencia.
También Amadeo, al que cada verano lo quería fichar Bernabéu. Pero, fíjate, Puchades es de los pocos jugadores a los que mi padre le aconsejó irse. “Antonio, el Barcelona te paga tres millones de pesetas y nosotros sólo podemos darte uno”, le decía. Un buen piso en esos años costaba 60.000 pesetas. Imagínate. Un día quedaron a comer con el presidente del Barcelona y Puchades le dijo: “Mire señor, nunca le voy a poder meter un gol al Valencia porque yo soy del Valencia y si me voy a Barcelona, el Garbí me pilla muy lejos y a mí allí me esperan todas las tardes para jugar la partida”. Puchades tenía unos principios nobles, era un sabio popular.
¿El mejor fichaje de su padre?
No fueron jugadores, Luis Colina, secretario general, y Eduardo Cubells, secretario técnico, que es la parcela más importante de un club. Cubells, como Pasiego, tenía un instinto especial para fichar.
Pasiego fichó a Kempes.
Y Cubells tenía un acuerdo verbal con el Santos por Pelé.
¿Por Pelé?
A Cubells le gustaba el fútbol brasileño y cuando se permitió fichar extranjeros, a Brasil que se fue más de un mes. Un día llamó a mi padre y le dijo: “Hay un chico de 17 años que va a ser un fenómeno, se llama Pelé”. “Fíchalo”, le dijo. Cubells llegó a un acuerdo con el Santos, que se firmaría cuando Pelé regresara del Mundial de 1958. Pero Pelé hizo una maravilla de Mundial y el Santos dijo que ya no lo vendía.
¿Qué jugador le ha hecho salir de casa para ir a Mestalla a verle?
¿Por querer verle a él? Pues aparte de Wilkes (piensa), Guillot. Se movía en no más de 40 metros, pero ahí era el amo. La clase de Subirats también me entusiasmaba. Kempes, claro. Veloz, fuerte, aguerrido. ¿Alguno más reciente? Es que dejé de ir a Mestalla cuando escuché: “Tuzón, suelta los duros”. Con lo que hizo Arturo por el Valencia, que lo cogió en Segunda, arruinado y lo levantó.
¿Cómo vivió la familia Casanova el descenso de 1986?
Pues mal. Triste. Pero el Valencia no murió de un infarto sino de una larga enfermedad. Se veía que el equipo moría. No se olvide que tres años antes un gol de Tendillo evitó el descenso. Ese día no quise ir al fútbol. Yo no voy a entierros. Curiosamente por la mañana estuve en el hotel Azafata, donde estaba alojado el Madrid. Fui a saludar a Luis de Carlos (presidente) y me dijo: “No vais a descender, es un pálpito, he estado en la charla de Di Stéfano y no me ha gustado”. El Madrid salió a empatar porque le valía para ser campeón, pero el gol de Tendillo hizo que Mestalla apretara hasta la victoria. Pero bueno, tres años después, al pozo de Segunda.
¿Alguna vez llamaron a su padre para que volviera?
No, nunca. Él jamás hubiera vuelto. Tras la muerte de mi hermana, se retiró en Oliva. Mi padre se tenía que haber ido muchísimo antes de lo que se fue, pero es que nadie quería ser presidente. Hasta Paco Roig nadie cobraba, al revés, se perdía mucho dinero.
¿Cuánto le costó a él?
Nunca lo dijo. Creo que fue Samitier el que dijo que si el fútbol fuera negocio, los primeros que estarían en los clubes serían los bancos. El Valencia siempre estuvo endeudado, aunque siempre pagó sus deudas. Por eso no entendí que lo transformaran en Sociedad Anónima. La situación económica del Valencia de Tuzón era mejor o igual que la del Madrid, Barcelona, Athletic y Osasuna. La conversión destruyó al Valencia que habíamos conocido
Pero el Valencia sigue.
Cuando un club es de todos los socios, no hay privilegios. Pero cuando hay acciones, empiezan las puñaladas y así nos ha ido. Con Juan Soler se consumó el desastre. El juicio con Albelda fue dantesco, qué barbaridad. ¡Un presidente y un capitán! Las acciones nos han llevado a un inversor extranjero, y no lo digo como crítica. Pero en el fútbol hoy uno está por sentimiento o por negocio y dudo que el señor Lim sepa quiénes fueron Eizaguirre o Mundo. Tenemos un estadio sin construir, pero eso es culpa de Soler, que rompió un convenio, un buen convenio, que firmó (Jaume) Ortí con el Ayuntamiento y la Generalitat. Las instituciones pagaban por Mestalla y asumían la construcción de un estadio municipal, en el que sólo jugaría el Valencia, porque el Levante no quería. Pero llegó Soler y dijo que no.
¿Con qué título se queda?
Mire, tengo un nieto que quiere ir a Sevilla y le digo que las finales, por costumbre, dan más disgustos que alegrías. Yo he visto perder más que hemos ganado. Eso sí, cuando sale cara... La más emotiva fue la Copa del 54. Era contra el Barça de los Basora, César, Moreno, Segarra, Kubala, que era el más grande de la época junto a Di Stéfano. Nadie contaba con nosotros, como pasará cuando vayamos a Sevilla a jugar contra el Barcelona de Messi. Aquel día ganamos 3-0. ¡Qué partidazo!