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COPA RFEF | RACING 2-ARENAS 1

Más de lo mismo

El Racing pasa de ronda sufriendo, en casa y ante un rival de inferior categoría, y con su público silbando al equipo. El Arenas fue de menos a más

Santander
Más de lo mismo
Nacho CuberoDiario AS

Si alguien tenía dudas antes de comenzar el partido, al ver la alineación de Romo, de los motivos por los que el técnico no daba descanso a Pablo Torre ni a Íñigo, el discurrir del partido lo dejó claro: sin ellos, el Racing no existe futbolísticamente. No es que con ellos sea gran cosa, pero en cuanto desaparece el de Soto de la Marina las musas abandonan al equipo y cuando quitan al de Ampuero el equipo se rompe. Unos atacan, mal, y otros defiende, peor. Si el Racing ha superado al Arenas, que empezó medroso y que se fue envalentonando a medida que veía los agujeros en la línea de flotación del rival, es porque tiene un par de jugadores que marcan la diferencia. En cualquier caso, el Racing sufrió esta noche más que hace dos semanas el Rayo Cantabria para ganar al mismo rival en el mismo escenario.

El partido empezó 1-0. No de manera literal, obviamente, pero antes de romper a sudar, al minuto y medio, Marco Camus adelantó a los suyos llegando por el segundo palo y aprovechando la inoperancia de la defensa arenera ante un pase cruzado y un tanto impreciso de Manu Justo desde el otro lado. Realmente, el partido pareció resuelto en ese momento porque la sensación que transmitía el Arenas era de estar superado por los acontecimientos. De hecho, se puede decir que los de Iban Fagoaga no se personaron en El Sardinero hasta que el partido ya llevaba un cuarto de hora disputado. Sin embargo, la lentitud y la falta de filo con la que los de Romo administraban el cuero dejó vivo al cuadro Getxotarra. Y, claro, llegó un momento en que los vascos se vieron capaces de competir y se animaron a ello. Si no fútbol, le metieron más intensidad y se encontraron con el empate en un gran remate de cabeza de Uranga al saque de una falta regalada por Bobadilla junto al córner. Se olía la paparda en El Sardinero.

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Nacho CuberoAS

Con Borja Domínguez monopolizando la salida del balón, demostrando que juega muy bien al fútbol, pero a 33 revoluciones por minuto en vez de a las 45 que le harían jugar en Primera, las jugadas de los verdiblancos solo adquirían sentido cuando Pablo Torre participaba en ellas o en un par de arrancadas, pletóricas en lo físico, de Marco Camus por el carril izquierdo. Así, con el Arenas cruzando los dedos en busca de una falta o un saque de esquina, fueron llegando las ocasiones: un tiro de Pablo Torre al palo (32'), un remate de Manu Justo a pase cruzado de Camus (41') y en la última acción del primer tiempo, Pablo Torre, obviamente, se inventa una acción individual por la izquierda y mete un pase venenoso al segundo palo en donde Manu Justo, que volvió a ganar esa zona muy bien, solo tuvo que empujar. 2-1 y a meditar en la caseta.

Y debió meditar más y mejor Fagoaga con los suyos que Romo con los locales, porque el arranque del segunda mitad pareció otro partido. Pisó más el área cántabra el Arenas en los dos primeros minutos de la reanudación que en toda la primera parte. Una contra de Camus, que acabó con tiro duro que sacó Landeta con apuros pareció insuflar ánimo a los racinguistas que durante un cuarto de hora volvió a igualar la dinámica del juego y tuvo incluso un par de ocasiones en sendos barullos en el área del Arenas. Pero en el 62' se bajó la persiana del fútbol. Romo sustituyó a Torre y a Íñigo y con ellos se fue el fútbol y el pegamento que unía al equipo. Hubo una triple ocasión, es cierto, en la que Cedric, Manu Justo y Bustos pudieron haber sentenciado (en el 71'), pero la realidad del partido ya era otra. Mandaba el Arenas.

Los últimos veinte minutos del partido fueron esperpénticos para los locales. El Arenas se lo creyó y todos y cada uno de los jugadores del Racing, los que estaban y los que entraban al partido, daban su peor versión. Los defensas, faltos de contundencia, los centrocampistas incapaces de enlazar dos pases seguidos y los puntas aislados y desanimados. En el último cuarto de hora la tuvo Izeta, muy clara, y en el 91', con el portero y la defensa local derramando inseguridad  por todos sus poros, el mismo Izeta y Arzuaga estuvieron a punto de embocar y mandar el partido a la prórroga. Salió cruz para los areneros y el Racing, con pitos de su público, se aseguró el billete para ir la próxima semana a Avilés. Menos da una piedra.

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Nacho CuberoAS