Griezmann, la obra futbolística perfecta del Cholo Simeone
El francés es el hijo pródigo, que regresa tras buscar lejos lo que en realidad tenía en casa. Aquí fue candidato al Balón de Oro y campeón del mundo, allí... ni uno más.
Cuando en el verano de 2014, Antoine Griezmann, entonces con 23 años, fichó por el Atlético ya era un gran futbolista en la Real Sociedad. El referente, la estrella. Un futbolista con su nombre en la agenda de grandes clubes de Europa. El Atlético le firmó y Simeone comenzó a modelar al que, a día de hoy, es su gran obra maestra futbolística. Porque no. No fue fácil para el francés llegar al Atlético entonces. Primero por el Método Profe, las palizas físicas para coger el punto de forma por los campos de golf de Los Ángeles de San Rafael, Segovia. "Al principio me faltaba el aire", reconocería después en una entrevista en El País. Después por eso llamado como Mili del Cholo que todo futbolista rojiblanco ha de pasar al jugar en el Atleti (De Paul, de hecho, anda ahora en ese proceso).
Porque Griezmann llegó como estrella pero tuvo que sudar como gregario cuatro meses, de septiembre a diciembre, para ganarse la titularidad en el Atleti. Jugaba a ratos, minutos, entraba y salía, regresó a Anoeta sin apenas sitio. Fichado como extremo, el Cholo le estaba convirtiendo, poco a poco, en un segundo delantero. Pero entonces llegó San Mamés, aquel hat-trick, y explotó en el Atleti. Simeone Gepetto, Simeone Tim Burton. La gran obra futbolística del Cholo estaba lista para levantarse y caminar, golear y triunfar. Su particular Pinocho, su Eduardo Manostijeras. Su Antoine Griezmann.
En agosto de 2016, un año después, el entrenador del Atlético hablaba en una entrevista para 'Espacio Reservado', de Movistar+, de lo importante qué era Griezmann para él, ya convertido en un futbolista superlativo. "Mira, a los futbolistas cuando vos le decís: ‘Jugá libre’, no lo interpretan bien. Griezmann es el primer futbolista que tengo que vos le decís: “Jugá libre”. Y lo hace todo bien", explicaba. Los números de Griezmann eran como una flecha disparada hacia arriba. 25 goles, 32, 26, 29, primer goleador en la historia del Wanda Metropolitano, pero sobre todo bronce al Balón de Oro en dos ocasiones y campeón del mundo. Griezmann se ponía el frac, el mono de trabajo y la capa y en todo cumplía, en lo brillante, en el trabajo oscuro y en los goles.
El sueño del Cholo
Desde que se abrió el mercado, ese nombre, Griezmann, era el que estaba en la boca del entrenador. Como hace unos años el de Costa. Como pasó con Filipe. Griezmann, Griezmann, Griezmann. Porque a Suárez le agitas y se le caen los goles pero Suárez tiene 34 años y un rodilla que puede fallar y en los tres partidos de Liga que ha jugado el Atlético en el inicio de esta 2021-22 los goles los ponía Correa. Y el Atlético trajo a Cunha pero Simeone sentía que necesitaba algo más, un futbolista diferencial, ese que ya tuvo entre sus filas, Griezmann. El francés, en Barcelona, sólo deseaba regresar. El Cholo sólo que regresara. En los dos años en Barcelona, su gran obra había perdido lustre, se veía triste y desvencijada, como la placa al francés en el Paseo de Leyendas del Wanda. El foco se ponía sólo en sus labores defensivas, en que corría, se fajaba, pero no hacía goles, jugaba en el sitio de Messi, no era el futbolista diferencial que una vez había sido en el Atleti y cuyo brillo en las fotos había empezado a envejecer.