El Racing supera sin apuros al calor y al Palencia
Los de Romo fueron capaces de gestionar un partido que se complicó por los 37º de temperatura y el mal estado del césped. Faltó ritmo, pero fue superior.
El Racing, en el quinto ensayo de la pretemporada, volvió a cumplir. No fue el recital que parece sugerir el marcador final, pero no perdió la tarde. Y eso que se presentaba complicada. Cuando el autobús del Racing dejó La Albericia, a las tres de la tarde, el termómetro marcaba 22º de temperatura. Dos horas y media más tarde, cuando aparcó en el exterior de La Balastera, el registro ya estaba en 37º. 15º es mucho subidón, sin duda. Si a eso añadimos el mal estado del césped, seco, alto e irregular, podemos acumular eximentes para entender la falta de ritmo con la que se emplearon los dos equipos. Hay que jugar en todas las situaciones climatológicas posibles, ya se sabe, pero cualquiera de los cuatro centenares de espectadores, una cincuentena llegados desde Cantabria, que estaban sudando la gota gorda en la grada fueron esta tarde más indulgentes de lo habitual con los protagonistas del partido. Me incluyo.
Romo, que tiene que gestionar dos partidos esta semana ya que visita Lezama el sábado, optó de entrada por mezclar a los que ya a estas alturas van apuntando a titulares con algunos de los que lo tendrán más difícil para iniciar contra el Tudelano en el arranque de la Primera RFEF. Lucas Díaz, Medina, Satrústegui o Cedric, que parecen indiscutibles, empezaron en el banquillo. Desde el pitido inicial falto brío, todo pasaba a cámara lenta y costaba un mundo llevar el balón de un área al otro. Ni el Palencia ni el Racing estaban por pegar pelotazos y las combinaciones morían por sí mismas ante la falta de ritmo.
Los locales, con tres por dentro, negaban los pases interiores y al final las jugadas de los cántabros acababan intentando buscar la profundidad por fuera con Bustos o Soko. Faltó precisión. Tanto en el que lanzaba como en el que corría. Solo del 20' al 25' pisó el Racing el acelerador con un pase de Pablo Torre, que dejó solo a Soko delante del portero, otro pase de profundidad al que le faltó poco para llegar a Carlos Castro y un tiro desde la frontal de Íñigo que mandó Guille, el portero local a córner. Y ahí llegó el 0-1: saque de esquina de Sergio Marcos al medio de la frontal del área pequeña, dimisión en bloque de los palentinos y remate a placer de Pol Moreno. Nada que objetar al catalán, que picó el cuero junto al poste, pero la verdad es que estaba completamente solo. A partir de ahí y hasta el descanso se volvieron a bajar las revoluciones.
Para el cambiazo que se dio en la primera mitad de la segunda parte hay que entender varias cosas: que la sombra se fue adueñando de La Balastera y el calor apretaba cada vez menos y que Camus, Dani González y Sinón salieron como motos del vestuario y en el primer minuto hicieron una combinación a una velocidad impropia del partido. Una gran pared entre los dos zurdos por fuera acabó con un pase de la muerte de Simón que el reinosano mandó a guardar haciendo lo que mejor hace: llegar. Dani es un proyecto de buen jugador, pero atacando el área en segunda oleada es extraordinario. En el 85', los tres repitieron la combinación, pero el remate se le fue alto al campurriano.
Los últimos veinte minutos, ya tras los buenos goles de Carlos Castro y Cedric (parece sobrado) tras sendos desmarques de ruptura y con el consabido carrusel de cambios, el partido se fue durmiendo y tal vez lo mejor que le quedó a Romo en su cuaderno de notas fue la confianza con la que, por fin, Marco Camus se atrevió cada vez que tuvo la ocasión de forzar el uno contra uno.