Del 2-8 al 'selfie' con el PSG: el premonitorio año de Messi
El argentino avisó al Barcelona con el burofax, atacó a Bartomeu en entrevistas virales, se estrenó en unas elecciones y ganó la Copa América. Nada de eso bastó.
Ha sufrido –o, mejor dicho, sufrió– sinsabores como jugador del Barcelona, pero pocos o ninguno como el varapalo del 14 de agosto de 2020. El 2-8 en Lisboa en manos del Bayern de Múnich, en los cuartos de la Champions, en que por quinta temporada consecutiva se quedaban los azulgrana lejos de la final. Su imagen en el vestuario, desolado, cabizbajo, en segundo plano tras Marc-André Ter Stegen, era la primera señal de su tristeza. Y de un año de suspense, acaso de terror para los aficionados del Barça, que ha desembocado en su salida.
El primer conato, o mucho más que eso, que se vivió fue el del 25 de agosto, cuando trascendió el burofax que había remitido a la entidad culé solicitando la carta de libertad. Alegaba que estaba a tiempo de hacerlo, según su interpretación del contrato, pues le permitía pedirlo a 20 días del final de la temporada, que concluyó mucho más tarde a causa de la pandemia. Pero el entonces presidente, Josep Maria Bartomeu, mantuvo firme que el 10 de junio había vencido esa cláusula y Messi dio un paso atrás.
"Jamás iría al juicio contra el Barcelona, es el club de mi vida", defendió como argumento cuando, el 4 de septiembre, concedía una entrevista en primicia al portal Goal, desde su domicilio, en Castelldefels, muy cercano a donde había residido su amigo y ya excompañero Luis Suárez, cuya salida al Atlético de Madrid, y como la manejó el club azulgrana, también dolió especialmente al crack argentino.
No se escondió Messi al criticar a Bartomeu, del que dijo que "me mintió en muchas cosas", cuando el 27 de diciembre era entrevistado por Jordi Évole en La Sexta. En aquella charla, confesó que no se arrepentía de haber enviado el burofax porque realmente había querido irse del Barcelona, y aseguró que todavía no había tomado ninguna decisión sobre su futuro.
La victoria de Laporta
Todo parecía tomar otro rumbo el pasado 7 de marzo. En las elecciones a la presidencia del Barça, Messi apareció por primera vez para votar, y además en presencia de su hijo mayor, Thiago. Como si se tratase de un socio más. Sonriente. La victoria de Joan Laporta, con quien guardaba una relación mucho más distendida que con su antecesor, hacía presagiar un buen camino hacia el entendimiento.
Y mientras, el camino del Barcelona proseguía en LaLiga como una montaña rusa, en la que pronto se esfumaron las opciones reales de conquistar el título, y que deparaban imágenes como la de Lionel maldiciendo su suerte en la frialdad de la grada del Camp Nou, un 29 de diciembre, tras el empate ante el Eibar (1-1).
En la Champions, esta vez fue el Paris Saint Germain de Mauricio Pochettino el que se cruzó en el camino de los de Ronald Koeman, en los octavos de final. Y la Copa del Rey, con un 0-4 en la final frente al Athletic Club, resultó acaso un consuelo menor para un jugador ambicioso. 46 goles en 60 partidos fue el notable balance personal en la temporada de su adiós.
Neymar en su camino
Y llegó el desquite en la Copa América, en la que tras muchos intentos se proclamaba campeón, y encima contra Brasil y en Maracaná. Sus abrazos con Neymar Junior en la trastienda de la celebración destilaron pura amistad, que se prolongó hace pocos días en Ibiza, cuando ambos coincidieron de vacaciones y se fotografiaron de nuevo juntos, esta vez con otros dos futbolistas del PSG: Ángel di María y Leandro Paredes.
Anécdotas todo, o eso parecía hasta ahora, puesto que aparentemente quedaba pendiente la firma y poco más para estampar su renovación. Pero este 5 de agosto de 2021 todo saltaba por los aires, poniendo la guinda –amarga, sin duda, para los aficionados del Barcelona– al año del adiós y a un vínculo que, como muchas historias de amor, fue eterno mientras duró.