Raúl García: 35 años de un líder
El delantero navarro sopla hoy las velas. Está en plena madurez y con Marcelino ha recuperado un nivel que estaba perdiendo al final de la etapa de Garitano.
Raúl García cumple hoy 35 años. A esa edad, muchos piensan que están en la cuesta abajo de su carrera, pero al delantero navarro no hay rival ni ley temporal que le haga perder la ilusión. Hace poco firmó la renovación por un año con opción a otro y cuando lo hizo no pensaba en otra cosa que mantener su rendimiento hasta ese lejano 2023. En caso de cumplir lo pactado, haría 8 años en Bilbao, uno menos que en el Atlético (en Osasuna estuvo 4). Y tampoco afirma taxativamente que ahí caerá el telón de su carrera. Acaba de arrancar su séptimo curso en el Athletic y en ninguno de los anteriores ha bajado de los 30 partidos. Hace dos campañas llegó a los 15 goles, su tope en Primera. En estos seis años en San Mamés ha completado 254 partidos y una buena cidra de 73 tantos. Su momento más importante lo vivió en la reciente Supercopa de La Cartuja, con el doblete de semifinales ante el Real Madrid.
Pero el peso de Raúl García dentro y fuera del vestuario no se mide con números. Es uno de los referentes del equipo en cuanto a generación de juego ofensivo. Su carácter, tan concordante con la historia rojiblanca y que admira San Mamés, y veteranía en el campo han hecho de él un fichaje muy rentable. Y a la hora de ejercer de líder, nunca rehúye la responsabilidad: hace no mucho pidió a Núñez que trabajara cuando demandó una cesión por no jugar.
En el propio Atlético dejó un vacío difícil de llenar, y eso que estaba en segundo plano en cuanto a ser una referencia en el juego. Su fiereza competitiva ha servido de ejemplo en todos los vestuarios en los que ha estado. Su polivalencia encantó a Valverde y a Garitano, aunque este en sus últimos días le recortó los minutos porque quería rejuvenecer las alineaciones. Con Marcelino en el 4-4-2 acompañando al nueve ha vuelto a brillar.
En estos años, se ha visto que hay dos 'Raúles', el que se ve en el campo y el que da ejemplos de comportamiento y profesionalidad fuera de él. La Catedral le tenía bastante manía, pero ahora se pone del lado de uno de sus enganches en cuanto a sentimiento. En el Atlético no cuajó en los primeros años que estuvo al jugar como mediocentro, pero tras volver de Osasuna se convirtió en un jugador fundamental, un icono del club. En Bilbao desde el principio se ha sentido muy importante por su capacidad de liderazgo, sacrificio y superación. Todos le respetan y escuchan. Rulo no es muy dado a hablar con los medios de comunicación, aunque en Bilbao se ha abierto más. Con los aficionados es más cercano. Fue uno de los leones que recortaron sus vacaciones para estar con más ritmo en la pretemporada. Síntoma de que la fiera sigue con su colmillo afilado. Otra vez dando ejemplo. Pero le queda mucho por hacer: tratar de ganar un trofeo grande en Bilbao (se le escapó la Copa en dos finales) y apadrinar a todos los chavales que van llamando a la puerta desde abajo, empezando por Sancet.