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BARCELONA

De Clásico a Clásico, la metamorfosis del Barça

Muchas cosas han cambiado en el equipo de Koeman desde el 1-3 de octubre. Desde que perdió contra el Cádiz a principios de diciembre, ha sumado 51 de 57 puntos.

Actualizado a
Ronald Koeman, en el partido ante el Valladolid del pasado lunes.
Alberto EstévezEFE

El Barça que llega este 10 de abril a Valdebebas soñando con dormir líder de LaLiga tiene poco que ver con el que perdió 1-3 con el Madrid en el Clásico de la primera vuelta, jugado el pasado 24 de octubre. Aquel era un Barça invertebrado, que no tenía muy claro si estaba en proceso de construcción o de desguace, con Messi todavía desconectado con la cabeza en el verano, y muy verde. Irregular y muy frágil.

El de estos días es un Barça que todavía se ha estrellado en momentos puntuales (la Supercopa ante el Athletic y el 1-4 ante el PSG), pero que en LaLiga se ha convertido en una máquina. Frente a aquel equipo que regaló casi los tres goles del Clásico (autopista en el primer gol, ingenuidad de Lenglet en el penalti de Ramos y pérdida en el tercero de Modric); como regaló los partidos en Getafe, el Wanda o el Carranza, y un empate en Vitoria, este 'nuevo Barça' suma 51 de los últimos 57 puntos (45 de 51 desde la derrota en Cádiz a los que hay que añadir los partidos retrasados ante el Athletic y el Elche.

Muchas cosas han ido cambiando en el Barça, empezando por los jugadores. En el Clásico de la primera vuelta estuvieron elementos que, entonces, parecían básicos como Piqué, Coutinho y Ansu; y que han sido víctimas de las lesiones. Debido a sus ausencias, han ido apareciendo, de súbito, jugadores como Araújo y Mingueza, que no parecían destinados a ningún protagonismo, sobre todo el segundo, a principio de temporada. Y Dembélé, que estuvo a punto de marcharse en octubre, es titular indiscutible. Jugadores como Busquets y Jordi Alba han multiplicado su rendimiento y Messi lleva 16 goles en ls últimos trece partidos de Liga.

Tácticamente, el Barça también se ha dado la vuelta como un calcetín. En aquel partido de octubre, se plantó con un 4-2-3-1, que fue detectado por el Madrid y fácilmente vencido en las transiciones. Tan perdido andaba el Barça que los cambios de Koeman, al ataque pero precipitados y sin cabeza (Braithwaite, Dembélé, Griezmann y Braithwaite), terminaron de romper al equipo. La reacción empezó con el 4-3-3, al que Koeman recurrió después de lo fiascos ante Juventus y Cádiz. Koeman avanzó la posición de De Jong en el campo, le dio la manija a Pedri y dejó a Busquets como único pivote. Así llegaron buenos triunfos en Bilbao y Granada. Pero el equipo volvió a bloquearse y después del 1-4 contra el PSG y el 1-1 ante el Cádiz, Koeman optó por un nuevo giro de tuerca. Con el 3-4-2-1, el Barça ha sido una máquina de ganar y jugar buen fútbol. Remontó semifinal de Copa ante el Sevilla, le metió seis a la Real, jugó a buen nivel contra el PSG (1-1) y se ha metido en la lucha por LaLiga.

Aunque dio algún síntoma de agotamiento ante el Valladolid, el Barça ha puesto en pie una temporada que parecía condenada, más que a la transición, al desastre absoluto. Que arrancó con el 2-8 de Múnich, continuó con la dimisión de Abidal, el burofax de Messi, el finiquito de Suárez, la nueva rebaja salarial, la dimisión de Bartomeu y un vestuario sin presidente durante meses. Contra viento y marea, de Clásico a Clásico, Koeman ha obrado la metamorfosis.