El Racing se encontró con la victoria en un partido para olvidar
Cedric culminó la remontada en el 88', tras haber dominado la primera mitad y jugar a la ruleta rusa en la segunda. El Amore sacó a los que tenía sanos.
El Racing ganó en Urritxe y entra a la segunda fase con siete puntos de renta, con dos partidos más, eso sí, que el Ebro. Logró el pleno de triunfos a domicilio en la segunda vuelta, 5/5, Riki marcó otro golazo y no se lesionó nadie. Hasta ahí las celebraciones que se pueden permitir los racinguistas tras ganar al Amorebieta, porque el juego del equipo volvió a ser pobre, deslavazado, sin peso en las dos áreas y la dirección de partido por parte de su entrenador resultó extravagante e indescifrable. Los azules, que no querían jugar por las numerosas bajas que acumulaban por COVID y el cansancio de los demás, solo pueden celebrar la casta de su equipo y el gol del debutante Juan García. Y que siguen vivos.
Después de tantos días especulando todos sobre qué once jugadores iba a poner sobre el terreno de juego Íñigo Vélez de Mendizabal, lo realmente sorprendente fue los que eligió su colega Solabarrieta, que mantuvo la misma defensa, se cargó a Íñigo, Pablo Torre y Cedric y se decidió por volver al 4-4-2 que le reportó buenos servicios en Irún. Y solo en Irún. Más allá de número inicial de protesta de los azules (sentados y con mascarilla, se negaron a jugar el primer minuto de juego), fueron los cántabros los que determinaron el fútbol de la primera mitad. Sin prisa, sin brillo, sin filo, y sin Soko y Capanni, desaparecidos en el primer acto. El Amore, obviamente más bajo de revoluciones de lo habitual en Urritxe, parecían esperar una falta, aunque fuera a 40 metros, para intentar tener la suya. No la encontraron. Sin ocasiones clamorosas falladas de esas que luego ponemos en AS.com ('no se creerán lo que falló...'), sí que Jon Ander, Traver, de falta, e Isma López estuvieron cerca de mover el marcador. Los dos laterales, Isma López y Ceballos, fueron los mejores en la primera mitad del choque.
Si alguien creía que con el paso de los minutos el Amore se iba a ir desinflando, debió esperar al último cuarto de hora para ver esa teoría sobre el césped. El inicio del segundo tiempo fue desastroso para los cántabros, con Villapalos yéndose a pique en cada acción que pasaba el balón por su lado, los defensas incapaces de salir dividiendo, los laterales perdiendo peso y los dos delanteros desactivados. En el 52' Solabarrieta cambió a Capanni (ahora ya sabemos la razón de la suplencia del brasileño) por Bustos. Curiosamente, en la línea imaginativa que tuvo toda la tarde el de Ondarroa, puso al asturiano en la derecha y dejó a Traver en la izquierda, justo al revés de su posición ideal. A Soko, otro chispazo, le puso de delantero centro. Tal parecía que el míster había entrado en ebullición.
Obviamente, tras el 1-0, obra de Juan García, que demostró que en el área pequeña del Racing puede rematar cualquiera, aunque mida 1,70, Solabarrieta tuvo que desmontarlo todo, pasar a Bustos a la izquierda, a Soko a la derecha y meter a Pablo Torre de media punta e Íñigo en el pivote. Tras tantas vueltas, otra vez en la casilla de salida. Justo lo que mejor rendimiento ha dado, un giro de 360º, vamos. Con el matiz que para la remontada se quedó con tres defensas, Mantilla, Óscar Gil e Isma López.
El tanto del empate fue una enmienda a la totalidad al absurdo planteamiento de partido. Fue el gol de siempre: pase filtrado por Pablo Torre al interior del área para Bustos, cabeza arriba, pase atrás de Bustos y escuadrazo desde la frontal de Riki. Ya lo habíamos visto y hubo que ir perdiendo frente a un equipo de supervivientes para que el Racing juntara a los buenos. Con las tablas en el marcador y Vélez de Mendizabal quitando a los que ya no podían respirar, el Racing se fue a por el partido y llegó con otra jugada de manual, y a ras de hierba, llegada de Bustos al área, tiro al poste del asturiano, la especialidad de la casa, que ya lleva ¡ocho!, y Cedric, atento, acertó a meter el rebote entre las piernas de Saizar. 1-2 en el 88', alguna vez se iban a encontrar un par de puntos casi con el pitido final.
El Racing tuvo más oportunidades, más piernas y, cuando se juntaron los jugones, más calidad. Lo que es discutible es que la victoria haya sido el premio que se ganó su fútbol. El Amorebieta, justo de elementos y de fuerzas, tiró de orgullo y es probable que si en el deporte profesional hubiera justicia poética, hoy se hubiera encontrado con el empate. En cualquier caso, entra en la segunda fase con opciones de playoff de ascenso. Lo que no tiene el Racing. Por ejemplo.