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B. Dortmund BDO
2
Erling Braut Haaland 34', 53' (p)
Sevilla SEV
2
En-Nesyri 67' (p), 95'
Finalizado

OCTAVOS (VUELTA) | B. DORTMUND 2-SEVILLA 2 (3-2)

La ley de Haaland tumba a un Sevilla repleto de casta y coraje

Dos goles más del noruego, cuatro en la eliminatoria, eliminan a un Sevilla con personalidad, que soñó con la proeza en Dortmund, sobre todo en el último minuto.

La ley de Haaland tumba a un Sevilla repleto de casta y coraje
Lars BaronGetty Images

Un minuto, del 96 al 97, soñó el Sevilla con la prórroga en el Westfalenstadion de Dortmund. Había empatado En Nesyri, capaz de igualarel marroquí los dos tantos iniciales de Haaland, y los de Lopetegui conseguían colocarse a un tanto del tiempo extra. Pero era demasiado tarde. Cuatro goles de delantero noruego, dos en Nervión y otros dos en Alemania, eliminaron de la Champions a un rival que tiró de orgullo y se marcó una vuelta de octavos más que digna en Alemania, pero que decidió la implacable ley del gol. Y esa virtud le pertenece como a casi ningún otro delantero actual al gigante noruego, implacable en el área y en el cuerpo a cuerpo, un hombre de hielo dentro el área que ante los nervionenses mostró coraje y sangre caliente, también.

El equipo de Nervión plantó orgullo y personalidad, soñó con argumentos ofensivos en un gran inicio y sobre todo en ese descuento final, pero la casta no parece suficiente cuando enfrente juegan futbolistas como Reus, Hummels, Can, Delaney o, sobre todo, Haaland. Un demonio insaciable.

El Borussia es un club con solera, de los que más en Alemania, pero lo que le ha convertido en modelo europeo ha sido su tremendo carácter innovador. No le importa fichar raro y joven (y caro), ni tampoco adoptar tradiciones ajenas. Suena el 'You'll never walk alone' de Anfield antes de que una fina pero helada lluvia, casi aguanieve, despida a los futbolistas del Dortmund y el Sevilla de camino al vestuario, después del calentamiento. Haaland detiene su paso en el centro del campo, se levanta las perneras del pantalón y mira fijamente, casi desafiante, a los jugadores sevillistas. Alguno se da cuenta y sonríe, entre la sorpresa y también el nerviosismo que provoca esta despiadada máquina noruega de hacer goles.

El gigante que llegó del hielo en un club que se reinventa y le rodea de una mezcla entre ímpetu casi adolescente como el suyo y veteranos de calidad para asistirle como Reus. El lugar ideal. Un bisonte rubio que da miedo en cada arrancada y que además de su físico imponente y su capacidad para desequilibrar defensas tiene el don más importante para un delantero: colocación, oportunidad. No se había acercado al área casi el Dortmund, pero Haaland metió la primera pelota que tocó en el cajón (1-0, 35'), a pase de Reus, en el hasta entonces único fallo defensivo de un Sevilla que ilusionaba con una media hora inicial de fútbol delicioso, pero sin gol.

Había merecido marcar el equipo de Lopetegui, capaz de acular a los alemanes en su área y de rondar varias veces a Hitz con disparos peligrosos de Ocampos y Suso. Jugaban Bono y Koundé, las dudas antes del inicio, pero la sorpresa en el once era Óscar Rodríguez. El talaverano, de interior izquierdo, dirigió buena parte de los ataques del Sevilla y agarró con fuerza la camiseta de titular. Ay, si llega a enganchar una volea al cuarto de hora dentro del área rival.

La jugada con la que el Borussia Dortmund mató el partido, de penalti (Haaland, 2-0, 54') se estudiará en los colegios de VAR del futuro. Había marcado el delantero noruego tras empujar a Diego Carlos y el turco Cakir se marchó a verlo al vídeo para finalmente decretar... falta dentro del área de Koundé al mismo Haaland. Bono atajó el lanzamiento desde los 9 metros pero desde la sala VOR se apreció que el portero marroquí se había adelantado y obligó a repetirlo. Después de marcar, esta vez sí, Erling se encaró con Bono y los sevillistas en bloque se marcharon a por él. El árbitro lo amonestó por su exabrupto. Con él llegaron el gol... y el escándalo.

También desde el punto de penalti, en un empujoncito de Can sobre De Jong que quizá señaló Cakir para compensar la estrambótica jugada anterior, hizo En Nesyri (2-1, 68') el gol que le ponía picante y esperanza sevillista a la eliminatoria. El Papu Gómez había agitado algo entre líneas pero Hitz defendió su portería y Edin Terzic, el entrenador alemán, intentó blindar su área con alguno zaguero más. En Nesyri hizo el empate (2-2, 96'+) y Diego Carlos tuvo un remate en el último instante para forzar la prórroga.

Había mandado Haaland, como tantas veces antes, como las decenas o cientos de partidos que (si no ocurre nada raro) decidirá el noruego durante la próxima década, en Dortmund, en Madrid, en Manchester en Múnich o donde tengan dinero para ficharlo.