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SEVILLA

Nervión tiene nombre de tango

Papu Gómez enamora ya con su baile y su gambeta, semanas apenas después de arribar. Fue precisamente Panchi Villegas, un futbolista nacido en Buenos Aires, el primer foráneo de la historia que jugó en el club de Nervión, en 1942. Con su llegada se sellaba el comienzo y también el destino de una fluida, emocionante y a menudo productiva relación entre el país del tango y el club de la Casta y el Coraje, a la que han contribuido también hasta cinco entrenadores que nacieron cerca del Río de la Plata: Helenio Herrera, Roque Olsen, Carlos Salvador Bilardo, Jorge Sampaoli y Eduardo Berizzo. En honor al eterno dorsal del más famoso, Diego Armando Maradona, As escoge a 10 de todos estos hijos de La Pampa.

"Sevilla fue el sitio donde Helenio fue más feliz. Allí no ganó nada pero entrenaba a los futbolistas como si fueran toreros. Así se lo tomaba. Y allí se ganó un afecto especial porque sus padres eran de allí y él se sentía bien, mejor que en ninguna otra parte. Es más, se enteró de que era argentino cuando tenía 40 años. Al intentar entrar un día en el país, le obligaron a sacarse un pasaporte especial y entonces fue cuando se enteró". Lo escribe Fiora Gandolfi, viuda de Helenio Herrera. Sí: sus padres eran sevillanos que emigraron a Buenos Aires, donde nació el Mago, para luego marcharse a Marruecos. En 1953 Helenio se hacía cargo del último Sevilla presidido por Ramón Sánchez-Pizjuán, en el que todavía jugaban Juan Arza y Araujo, y también Pepillo, Liz, Guillamón, Ramoní, Maraver, Busto, Campanal, Ruiz Sosa... El excéntrico preparador logró en Nervión un subcampeonato de Liga y otro de Copa, clasificó de hecho al club para la Copa de Europa por primera vez en su historia antes de marcharse al Os Belenenses de Portugal por culpa de una sanción de dos meses sin entrenar. Lo demás es no sólo historia, también mito: el Barcelona, "ganar sin bajarse del autobús", y el gran Inter del catenaccio en los 60.
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Helenio Herrera. Sevilla, la felicidad de El Mago.

"Sevilla fue el sitio donde Helenio fue más feliz. Allí no ganó nada pero entrenaba a los futbolistas como si fueran toreros. Así se lo tomaba. Y allí se ganó un afecto especial porque sus padres eran de allí y él se sentía bien, mejor que en ninguna otra parte. Es más, se enteró de que era argentino cuando tenía 40 años. Al intentar entrar un día en el país, le obligaron a sacarse un pasaporte especial y entonces fue cuando se enteró". Lo escribe Fiora Gandolfi, viuda de Helenio Herrera. Sí: sus padres eran sevillanos que emigraron a Buenos Aires, donde nació el Mago, para luego marcharse a Marruecos. En 1953 Helenio se hacía cargo del último Sevilla presidido por Ramón Sánchez-Pizjuán, en el que todavía jugaban Juan Arza y Araujo, y también Pepillo, Liz, Guillamón, Ramoní, Maraver, Busto, Campanal, Ruiz Sosa... El excéntrico preparador logró en Nervión un subcampeonato de Liga y otro de Copa, clasificó de hecho al club para la Copa de Europa por primera vez en su historia antes de marcharse al Os Belenenses de Portugal por culpa de una sanción de dos meses sin entrenar. Lo demás es no sólo historia, también mito: el Barcelona, "ganar sin bajarse del autobús", y el gran Inter del catenaccio en los 60.

FOTO:UniversalCorbis/VCG via Getty Images
El delantero Héctor Horacio Leonel Scotta (San Justo, Santa Fe, 1950), llegó al Sevilla justó después de batir en 1975 el récord anotador de un año natural en Argentina. 60 goles metió el Gringo ese año con la camiseta de San Lorenzo de Almagro entre los torneos Metropolitano y Nacional. Costó unos 25 millones de pesetas de la época al presidente Eugenio Montes Cabeza. Y Scotta, en Nervión, también la rompió. Literalmente, porque su disparo era terrorífico. "Sssihs, sssihs, que viene, que viene", sigue cantando la grada del Sánchez Pizjuán (y la sevillana, en general) muchos años después de aquellos pelotazos que le convirtieron en máximo goleador nervionense durante dos de las cuatro temporadas que militó en el Sevilla, antes de ser traspasado a Ferrocarril Oeste en 1980. Su nieto Valentino Fattore Scotta, por cierto, juega de lateral derecho en las categorías inferiores sevillistas.
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Scotta. "Sssihs, sssihs, que viene, que viene"

El delantero Héctor Horacio Leonel Scotta (San Justo, Santa Fe, 1950), llegó al Sevilla justó después de batir en 1975 el récord anotador de un año natural en Argentina. 60 goles metió el Gringo ese año con la camiseta de San Lorenzo de Almagro entre los torneos Metropolitano y Nacional. Costó unos 25 millones de pesetas de la época al presidente Eugenio Montes Cabeza. Y Scotta, en Nervión, también la rompió. Literalmente, porque su disparo era terrorífico. "Sssihs, sssihs, que viene, que viene", sigue cantando la grada del Sánchez Pizjuán (y la sevillana, en general) muchos años después de aquellos pelotazos que le convirtieron en máximo goleador nervionense durante dos de las cuatro temporadas que militó en el Sevilla, antes de ser traspasado a Ferrocarril Oeste en 1980. Su nieto Valentino Fattore Scotta, por cierto, juega de lateral derecho en las categorías inferiores sevillistas.

De Ricardo Daniel Bertoni (Bahía Blanca, 1955) dicen que fue el último 'wing' derecho de verdad que salió de la Argentina. El Sevilla consiguió incorporarle en 1978, semanas antes de que se convirtiera en uno de los protagonistas del primer Mundial que la albiceleste ganó, en su propio país. Llevaba Bertoni varios años maravillando en un grande, Independiente de Avellaneda, y el fichaje lo pagó en buena parte el sevillismo: el club impuso una cuota especial de mil pesetas por abonado para ayudar a sufragar los costes de su contratación. Permaneció durante dos temporadas en Nervión, con 24 goles en 57 partidos. En 1980 dio el salto a Italia, en donde jugó seis temporadas entre Fiorentina, Nápoles y Udinese. En Sevilla dejó huella; en San Sebastián, para mal, también: dos goles suyos el 11 de mayo de 1980 derrotaron a una Real Sociedad que no había perdido aún, era líder y dependía de sí misma para ganar un título de Liga que acabó levantando el Real Madrid. A él también le dejaron mucha huella la capital andaluza y su duende: junto con Scotta, Daniel encargó al imaginero Luis Álvarez Duarte una talla del Cristo del Gran Amor (también conocido allí como Cristo de los Futbolistas) que sigue expuesta en Buenos Aires.
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Bertoni. La huella del Cristo de los Futbolistas

De Ricardo Daniel Bertoni (Bahía Blanca, 1955) dicen que fue el último 'wing' derecho de verdad que salió de la Argentina. El Sevilla consiguió incorporarle en 1978, semanas antes de que se convirtiera en uno de los protagonistas del primer Mundial que la albiceleste ganó, en su propio país. Llevaba Bertoni varios años maravillando en un grande, Independiente de Avellaneda, y el fichaje lo pagó en buena parte el sevillismo: el club impuso una cuota especial de mil pesetas por abonado para ayudar a sufragar los costes de su contratación. Permaneció durante dos temporadas en Nervión, con 24 goles en 57 partidos. En 1980 dio el salto a Italia, en donde jugó seis temporadas entre Fiorentina, Nápoles y Udinese. En Sevilla dejó huella; en San Sebastián, para mal, también: dos goles suyos el 11 de mayo de 1980 derrotaron a una Real Sociedad que no había perdido aún, era líder y dependía de sí misma para ganar un título de Liga que acabó levantando el Real Madrid. A él también le dejaron mucha huella la capital andaluza y su duende: junto con Scotta, Daniel encargó al imaginero Luis Álvarez Duarte una talla del Cristo del Gran Amor (también conocido allí como Cristo de los Futbolistas) que sigue expuesta en Buenos Aires.

FOTO:AGUSTIN VEGADIARIO AS
"Bilardo es la persona que más me ha influido en el fútbol y en la vida", ha dicho en más de una ocasión Monchi. No resulta difícil deducir, por tanto, que este Sevilla de los últimos lustros que diseñó el director deportivo esté inspirado de manera decisiva por la extrema competitividad y las maneras científicas del Narigón, al que el propio Monchi llegó a definir como "un tío metódico, muy adelantado a su tiempo, que no dejaba nada al azar". El Narigón (Buenos Aires, 1938) llegó al banquillo del Sevilla en 1992, dos años después de marcharse de una selección argentina con la que campeonó en México-1986 y llegó a la final en Italia-90. Duró una temporada y volvió de urgencia en 1997, durante cuatro jornadas en las que no logró evitar el descenso a Segunda. El fútbol español recuerda su "los de colorado son los nuestros, pisalo", durante un episodio con el fisioterapeuta en Riazor. El bilardismo permaneció, permanece en Monchi y por tanto, en la esencia de un club que años después se puso un traje de ganador que no parece querer quitarse ya nunca.
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Bilardo. "Los de colorado son los nuestros"

"Bilardo es la persona que más me ha influido en el fútbol y en la vida", ha dicho en más de una ocasión Monchi. No resulta difícil deducir, por tanto, que este Sevilla de los últimos lustros que diseñó el director deportivo esté inspirado de manera decisiva por la extrema competitividad y las maneras científicas del Narigón, al que el propio Monchi llegó a definir como "un tío metódico, muy adelantado a su tiempo, que no dejaba nada al azar". El Narigón (Buenos Aires, 1938) llegó al banquillo del Sevilla en 1992, dos años después de marcharse de una selección argentina con la que campeonó en México-1986 y llegó a la final en Italia-90. Duró una temporada y volvió de urgencia en 1997, durante cuatro jornadas en las que no logró evitar el descenso a Segunda. El fútbol español recuerda su "los de colorado son los nuestros, pisalo", durante un episodio con el fisioterapeuta en Riazor. El bilardismo permaneció, permanece en Monchi y por tanto, en la esencia de un club que años después se puso un traje de ganador que no parece querer quitarse ya nunca.

FOTO:El GraficoGetty Images
Aquel Sevilla de la 92-93 fue también el de Diego Armando Maradona (Lanús, 1960-Dique Luján, 2020) al que Bilardo insistió en fichar tras su sanción de 15 meses por doping en el Nápoles. Andaba convencido el entrenador argentino de que su sociedad con el Pelusa obraría en Nervión un milagro parecido o superior al que habían armado en México-86 como líderes de la albiceleste, con algún título o al menos clasificación europea de por medio. El fichaje, autorizaciones judiciales y 750 millones de pesetas de la época aparte, fue duro como un parto. Diego llegó en octubre, brilló a ratos en el césped del Sánchez Pizjuán y con anécdotas como la de darle pataditas a una naranja antes de sacar un córner en el Sánchez Pizjuán. Se habló más de él en el cuché gracias a sus andanzas fuera del estadio, entre ellas la de irse con Argentina sin permiso. ¡Venga ya!, mantiene algún conocido cuando se critica el carácter excéntrico del Pelusa, también a la sombra del Guadalquivir. Acabó peleado con Bilardo y con la directiva de Luis Cuervas.
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Maradona. Pataditas a una naranja en el Pizjuán.

Aquel Sevilla de la 92-93 fue también el de Diego Armando Maradona (Lanús, 1960-Dique Luján, 2020) al que Bilardo insistió en fichar tras su sanción de 15 meses por doping en el Nápoles. Andaba convencido el entrenador argentino de que su sociedad con el Pelusa obraría en Nervión un milagro parecido o superior al que habían armado en México-86 como líderes de la albiceleste, con algún título o al menos clasificación europea de por medio. El fichaje, autorizaciones judiciales y 750 millones de pesetas de la época aparte, fue duro como un parto. Diego llegó en octubre, brilló a ratos en el césped del Sánchez Pizjuán y con anécdotas como la de darle pataditas a una naranja antes de sacar un córner en el Sánchez Pizjuán. Se habló más de él en el cuché gracias a sus andanzas fuera del estadio, entre ellas la de irse con Argentina sin permiso. ¡Venga ya!, mantiene algún conocido cuando se critica el carácter excéntrico del Pelusa, también a la sombra del Guadalquivir. Acabó peleado con Bilardo y con la directiva de Luis Cuervas.

FOTO:Christian Liewig - CorbisCorbis via Getty Images
Semanas antes que Maradona había llegado al Sevilla en 1992 Diego Pablo Simeone (Buenos Aires, 1950). Tras dos temporadas en el Pisa italiano, el entrenador y ya mito del Atlético de Madrid consolidó en Nervión su progresión como mediocentro antes de marcharse en 1994 al club rojiblanco para ganar el doblete. Su casta y coraje sobre el césped lo transformó el Sánchez Pizjuán en el cántico 'Ole, ole, ole Diego Simeone", que luego versionaría el Vicente Calderón cambiando el nombre por el apodo, 'Cholo'. Simeone dejó en Nervión buen fútbol y alguna anécdota de siempre en LaLiga, como el puñetazo que recibió del brasileño Romário, que provocó la expulsión del delantero brasileño del Barcelona y una sanción de cuatro partidos.
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Simeone. "Ole, ole, ole, Diego Simeone"

Semanas antes que Maradona había llegado al Sevilla en 1992 Diego Pablo Simeone (Buenos Aires, 1950). Tras dos temporadas en el Pisa italiano, el entrenador y ya mito del Atlético de Madrid consolidó en Nervión su progresión como mediocentro antes de marcharse en 1994 al club rojiblanco para ganar el doblete. Su casta y coraje sobre el césped lo transformó el Sánchez Pizjuán en el cántico 'Ole, ole, ole Diego Simeone", que luego versionaría el Vicente Calderón cambiando el nombre por el apodo, 'Cholo'. Simeone dejó en Nervión buen fútbol y alguna anécdota de siempre en LaLiga, como el puñetazo que recibió del brasileño Romário, que provocó la expulsión del delantero brasileño del Barcelona y una sanción de cuatro partidos.

Retirado del fútbol hace apenas unos meses, con 36 años, el corazón de Nicolás Martín Pareja (Buenos Aires, 1984) se quedó en Nervión como su capitanía en el alma de muchos aficionados nervionenses. Monchi le rescató de Moscú, del Spartak, en 2013, y pronto se convirtió en el cacique de la defensa nervionense que conquistaría tres Europa Leagues seguidas (2014, 2015 y 2016) antes de marcharse en 2018, a México. "No nací sevillista, pero moriré siéndolo", afirmó el día que se iba del Sánchez Pizjuán, donde le quieren rescatar para que siga enseñando su oficio defensivo y su manera de dar templanza a un vestuario.
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Pareja. El cacique de las Europa Leagues.

Retirado del fútbol hace apenas unos meses, con 36 años, el corazón de Nicolás Martín Pareja (Buenos Aires, 1984) se quedó en Nervión como su capitanía en el alma de muchos aficionados nervionenses. Monchi le rescató de Moscú, del Spartak, en 2013, y pronto se convirtió en el cacique de la defensa nervionense que conquistaría tres Europa Leagues seguidas (2014, 2015 y 2016) antes de marcharse en 2018, a México. "No nací sevillista, pero moriré siéndolo", afirmó el día que se iba del Sánchez Pizjuán, donde le quieren rescatar para que siga enseñando su oficio defensivo y su manera de dar templanza a un vestuario.

FOTO:Marcelo del PozoREUTERS
Dos etapas con el Sevilla adornan la carrera de Éver Banega (Rosario, Santa Fe, 1988), virtuoso centrocampista que apuntaba a lo más alto y lo más alto llegó en Sevilla. Nunca despuntó en el Valencia, a donde llegó en 2008 procedente de Boca Juniors a cambio de alrededor de 25 millones de euros. Tampoco alcanzó su cima en dos préstamos al Atlético y a Newell's Old Boys. Monchi le rescató en 2014 por dos millones y en Mestalla se tiraron de los pelos mucho tiempo: bajo su batuta, dos Europa Leagues en 2015 y 2016 para el Sevilla y otra más el año pasado, antes de marcharse con los petrodólares a Arabia. Dicen aficionados nervionenses viejos y nuevos que nunca vieron un centrocampista de su jerarquía canalizar el juego del Sevilla. Quizá regrese pronto.
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Banega. En el Valencia se tiraron de los pelos.

Dos etapas con el Sevilla adornan la carrera de Éver Banega (Rosario, Santa Fe, 1988), virtuoso centrocampista que apuntaba a lo más alto y lo más alto llegó en Sevilla. Nunca despuntó en el Valencia, a donde llegó en 2008 procedente de Boca Juniors a cambio de alrededor de 25 millones de euros. Tampoco alcanzó su cima en dos préstamos al Atlético y a Newell's Old Boys. Monchi le rescató en 2014 por dos millones y en Mestalla se tiraron de los pelos mucho tiempo: bajo su batuta, dos Europa Leagues en 2015 y 2016 para el Sevilla y otra más el año pasado, antes de marcharse con los petrodólares a Arabia. Dicen aficionados nervionenses viejos y nuevos que nunca vieron un centrocampista de su jerarquía canalizar el juego del Sevilla. Quizá regrese pronto.

FOTO:Gonzalo Arroyo MorenoGetty Images
Jorge Luis Sampaoli Moya (Casilda, Santa Fe, 1960) llegó al Sevilla en 2016 como reválida de Monchi para el banquillo, en el que la marcha de Unai Emery, tres Europa Leagues seguidas, había dejado un hueco que parecía difícilmente reemplazable. Tras una etapa de éxitos con la selección de Chile, Sampaoli rompió un preacuerdo con el Granada y se fue 240 kilómetros al Oeste, al Sánchez Pizjuán. Su fútbol de posición, atrevido, creó adeptos y haters por igual mientras el equipo de Nervión soñaba con ganar el título de Liga. Pero se desinfló, en febrero, y también quedó apeado de la Champions en octavos por el Leicester. El Sevilla quería conservarlo durante su segundo año de contrato pero Argentina le llamó a meses del Mundial 2018. Tras una ardua negociación, abandonaba Nervión rumbo a la albiceleste.
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Sampaoli. Esquivó al Granada y luego escapó a Argentina.

Jorge Luis Sampaoli Moya (Casilda, Santa Fe, 1960) llegó al Sevilla en 2016 como reválida de Monchi para el banquillo, en el que la marcha de Unai Emery, tres Europa Leagues seguidas, había dejado un hueco que parecía difícilmente reemplazable. Tras una etapa de éxitos con la selección de Chile, Sampaoli rompió un preacuerdo con el Granada y se fue 240 kilómetros al Oeste, al Sánchez Pizjuán. Su fútbol de posición, atrevido, creó adeptos y haters por igual mientras el equipo de Nervión soñaba con ganar el título de Liga. Pero se desinfló, en febrero, y también quedó apeado de la Champions en octavos por el Leicester. El Sevilla quería conservarlo durante su segundo año de contrato pero Argentina le llamó a meses del Mundial 2018. Tras una ardua negociación, abandonaba Nervión rumbo a la albiceleste.

FOTO:Patricio RealpeLatinContent via Getty Images
Lucas Ariel Ocampos (Quilmes, 1994) convalece como león enjaulado de una lesión de tobillo tras la dura entrada del getafense Djené hace semanas. Llegó al Sevilla a cambio de 15 millones de euros, tras varias temporadas que ni fu ni fa en el Marsella y alguna cesión, pero Nervión le viene como anillo al dedo. Máximo goleador sevillista la pasada temporada, con 17 dianas, el carácter incansable de Lucas se contagia en el equipo de Lopetegui cuando lo tiene sobre el campo. Ha sonado para Manchester United (uno de los equipos de su infancia), Real Madrid o Atlético y se ha ganado a una afición que espera el regreso al césped de su carácter argentino.
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Ocampos. El motor del Sevilla de Lopetegui

Lucas Ariel Ocampos (Quilmes, 1994) convalece como león enjaulado de una lesión de tobillo tras la dura entrada del getafense Djené hace semanas. Llegó al Sevilla a cambio de 15 millones de euros, tras varias temporadas que ni fu ni fa en el Marsella y alguna cesión, pero Nervión le viene como anillo al dedo. Máximo goleador sevillista la pasada temporada, con 17 dianas, el carácter incansable de Lucas se contagia en el equipo de Lopetegui cuando lo tiene sobre el campo. Ha sonado para Manchester United (uno de los equipos de su infancia), Real Madrid o Atlético y se ha ganado a una afición que espera el regreso al césped de su carácter argentino.

FOTO:Quality Sport ImagesGetty Images