El Racing no se baja de la ola buena
Los de Solabarrieta no empezaron bien, pero Riki se inventó genialidad para el 0-1 y ya todo fue cuesta abajo, más desde que el Baraka se quedó con diez
Ondarroa es puerto de grandes marinos, de los que persiguen a los atunes hasta el Índico, de los que no se bajan de la ola buena cuando han conseguido subirse a ella. Esa es la escuela que sigue fielmente Aritz Solabarrieta, ondarrutarra como es, que suma su cuarta victoria consecutiva, marcando 13 goles en esos partidos, y que ha conseguido que el Racing no solo gane sino que de una sensación de poderío cada vez mayor. Y además, tiene suerte.
El Racing empezó realmente mal. En los primeros 17' no había dado dos pases seguidos y parecía estar jugando uno de esos partidos 'vascos' que tanto se le atragantan. Obolskii, poderoso, amargando la tarde a defensas y pivotes, se valía solo para amarrar a los cántabros en su campo. Y en estas llegó el talento. Llegó Riki, que se inventó una vaselina extraordinaria desde fuera del área, tal vez envenenada en el cogote de Julen López, que supuso el 0-1 y cambió el partido. A partir de ese instante el Barakaldo perdió el mando del partido y los santanderinos fueron paulatinamente creciendo. En cualquier caso, el primer tiempo estaba igualado hasta que Julen López elevó demasiado los tacos en una acción desafortunada sobre Pablo Torre y dejó a su equipo con uno menos en el 38'. Así todo, Urkiza tuvo una ocasión clamorosa en el 42', que sacó Lucas Díaz a la desesperada. Para colmo, otra talentosa acción de Soko y Pablo Torre en la última acción de la primera mitad mató el partido. Y al Barakaldo.
Tras el mazazo del 0-2, y con uno menos, el Baraka salió grogui al segundo tiempo y el Racing se aprovechó con otro gran gol, pleno de talento, con un taconazo de Álvaro Bustos que dejó a Cedric solo en la línea de gol para el 0-3. Era el primer minuto del segundo tiempo. A partir de ese instante, el equipo fabril fue consciente de que la remontada ya era imposible y los verdiblancos, hoy de rojo, no quisieron hacer sangre. Ya sin rival y con el marcador sentenciado, el Racing jugó bien, sin complicarse ni querer tampoco humillar y pensando ya en los cambios, como hizo también Jabi Luaces, pensó en el siguiente partido.
Aunque hay que reconocerle dos paradas cruciales a Lucas Díaz, lo mismo que a Rabanillo, lo más significativo es que el club de los cinco sigue intratable. Íñigo, Riki, Soko, Pablo Torre y Bustos van a otro nivel. Mientras que el de Ampuero se encarga de hacer de guardaespaldas, los otros cuatro están en un momento dulce, acumulando goles y asistencias, destilando unas gotas de calidad impropias de la categoría. Hoy Riki dejó una genialidad, Pablo metió dos goles, Bustos se anotó dos asistencias más, que debieran contar doble porque fueron extraordinarias, la que dio a Cedric de tacón desde la línea de fondo y la que dejó solo ante el portero a Pablo tras hacer un eslalon dejando a tres barakaldeses por el camino. Y anda que el niño se puso nervioso..., picadita por encima de Rabanillo y el balón a guardar en las mallas. Y ojo a Soko, que mientras aprende a jugar al fútbol se ha convertido en un puñal diferencial en esta categoría.
El marcador es, tal vez, demasiado cruel para el Baraka, que empezó mejor, moldeando el partido a su estilo y tuvo dos ocasiones clamorosas para por lo menos haber abierto su cuenta. Con lo que no contaba Jabi Luaces es que el Racing, además de haber remodelado su equipo muy bien en el mercado de enero, está teniendo suerte en los momentos puntuales. En realidad, ahora mismo es Aritz Solabarrieta el que tiene baraka. Y a Pablo Torre. Y a Riki, Y a Bustos.