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EIBAR

Es leyenda

Tras 52 años al servicio del club de sus amores, ya sea de entrenador, directivo, delegado o utillero, el bueno de Zapi ha decidido dejar de colgar las botas a sus 70 años de edad.

Zapico, con la presidenta Gorostiza
EIBAR

Hablar del Eibar es hablar de Ángel Fernández Zapico. Si alguien ha encarnado los valores de humildad, trabajo y sacrificio que llevaron al Eibar a llegar hasta la élite, ese es él. Tras 52 años al servicio del club de sus amores, ya sea de entrenador, directivo, delegado o utillero, el bueno de Zapi ha decidido dejar de colgar las botas (esas que con tanto mimo limpiaba y cuidaba) a sus 70 años de edad.

Zapi es más que una persona dedicada al Eibar, más que un utillero, más que cualquier cosa que se pueda escribir con palabras. Es alma, espíritu armero, un gran ser humano al que el Eibar le debe muchas cosas, porque ha calado y ha agrandado el nombre del club en todos los estadios que ha pisado (que son unos cuantos), por su cercanía y su saber hacer. Qué decir entre los futbolistas. Un padre, o casi un abuelo para muchos de ellos. Todos lo han querido, por algo será.

Atiende mi llamada justo después de haber bajado del tejado de su casa, donde estaba haciendo “unas chapuzas”. “Siempre hay algo que hacer”, me dice desde su jubilación, mientras asegura que su decisión de dejarlo “venía desde tiempo atrás y ahora disfrutaré de otras cosas, aunque seguiré yendo a Ipurua, porque siempre se puede ayudar”, dice.

Cuando llegó con 18 años a Eibar desde su Langreo natal, lo primero que hizo fue ver un Eibar Numancia de Tercera División, y desde ese día su vinculación al Eibar ha seguido hasta el día de hoy. Eso sí, recuerda que “incluso siendo segundo entrenador en Segunda División, no cobraba ni un duro”. Hace 10 años la crisis tocó a su puerta y tuvo que ingresar en la lista de personas en el paro, y en ese momento el Eibar le ofreció un contrato profesional. Más que merecido, sin duda.

¿Qué tiene Zapi para ser tan querido por todo el mundo del fútbol? Su humanidad y cercanía. “Tengo muchos amigos como Dani Parejo o Asenjo, entre otros, que cuando vienen preguntan por mí y charlamos un rato”. En cuanto a los jugadores de su Eibar, dice que “siempre les he tratado como si fueran mis hijos y he intentado cuidarles en las buenas y, sobre todo en las malas”.

“Es verdad que la profesionalización del club ha hecho perder ese toque romántico de los 80 y los 90. Antes los jugadores eran parte del club, pero ahora están dos años y se van, aunque es normal”, reconoce con cierta resignación.

“Eso sí, son estrellas dentro del campo, pero fuera son tíos normales. Messi no duda en hacerse fotos con quien sea, por ejemplo, y es un tío muy educado”.

Dentro de su cabeza y su corazón quedarán anécdotas, secretos que no se pueden contar y vivencias que a todos nos sorprenderían. En cualquier caso, lo que sí que está muy claro es que con la figura de Zapico se marcha gran parte del espíritu de Ipurua, quizás la última persona que simboliza el Modelo Eibar allá por donde va.

Al resto de los aficionados, periodistas y personas que tienen algo que ver con el club, solo nos queda agradecer su labor y rogarle que, aunque sea durante menos tiempo que hasta ahora, no deje que se apague la llama humilde y trabajadora que le ha hecho ser lo que ya es. Una verdadera leyenda del Eibar.