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RAYO VALLECANO

Al Rayo se le escapa la memoria

El jueves falleció, a los 92 años, Nicolás Sanjuán, uno de los aficionados más antiguos de la Franja. Esta semana también lo hizo José García Concejo, abonado número uno. El Rayo ha perdido a cuatro de sus socios más veteranos en año y medio. Con ellos se va parte de la historia.

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Rafael Sanjuán, Antonio Sánchez Berenguer, José García Concejo y Nicolás Sanjuán.

Sus historias —repletas de ternura y anécdotas— nos permitían conocer mejor a la Agrupación Deportiva El Rayo. Los tiempos mozos de un club camino del centenario. Ellos le habían visto nacer, dar sus primeros pasos, jugar en aquel primer estadio, crecer de la mano de un barrio... Eran testigos de excepción porque habían formado parte del día a día. Por eso, con la marcha de Rafael Sanjuán, Antonio Sánchez Berenguer, José García Concejo y Nicolás Sanjuán, también se va parte de la memoria y la esencia de la Franja. El rayismo está de luto y es que, en el último año y medio, ha tenido que decir adiós a cuatro de sus aficionados más antiguos. Cuatro piezas fundamentales para comprender qué es el Rayo y por qué hay que quererlo.

Rafael Sanjuán fue el socio número uno hasta su fallecimiento, el 25 de julio de 2019, a los 95 años de edad, los mismos que tenía su Rayo por entonces. De hecho, sólo se adelantó 130 días al nacimiento de la Agrupación. Vallecano de cuna, vivió en la calle Monte Perdido —cerca del campo de Las Erillas— y su familia tuvo una gran relación con Doña Prudencia Priego y la familia Huerta. Tanto Rafael como sus hermanos Fernando, Antonio y Nicolás fueron unos rayistas de pro. Él se hizo abonado por primera vez en 1946, cuando terminó la mili, y sus hermanos ostentaron diferentes cargos en la entidad a lo largo de la historia. Una pasión que ha pasado de generación en generación hasta su hija Antonia. Siempre mostró debilidad por Olmedo, "un hombre que sabía mucho de fútbol y conocía perfectamente el club". Así se lo confesó al periodista Antonio Luquero en una de sus últimas entrevistas.

Antonio Sánchez Berenguer tomó el testigo como el abonado más antiguo de la entidad, pero apenas unos meses después también fallecía, el 4 de marzo de 2020. Se hizo socio (de forma oficial) en 1948, aunque ya llevaba dos años siguiendo al equipo. El rayismo le corría por las venas. Su padre vistió la Franja en los años veinte y Antonio coleccionaba recuerdos de jugadores de todos los tiempos. "Me impactó un portero llamado El Suicida, que salía siempre a por el balón con la cara por delante, con gran valentía, de ahí su apodo. Otro era El Penicilina, un mediocentro muy espigado, que entrenaba descalzo para no gastar las botas. Pero para futbolista, futbolista, Felines o Peñalva", rememoró en Vallecasweb, donde añadió: "No cambio la historia del Rayo por la del Real Madrid". Tanto es así que en su lápida figura la inscripción: 'Aquí descansa Antonio Sánchez Berenguer, abonado número 1 del Rayo', junto al escudo.

Le relevó como socio más antiguo José García Concejo, quien se marchó este martes 19, a los 94 años. Hoy sábado, antes de que el balón echase a rodar en el Rayo-Mallorca, se guardó un minuto de silencio en su memoria. Nació en Puente de Vallecas, en San Diego, y era abonado franjirrojo desde 1951, cuando lo pudo retomar una vez finalizada la mili. Tuvo una tienda de ultramarinos en el barrio, compartiendo acera con la panadería de Marcelino Gil. "Yo vi jugar a el Cholo, el Conejo, el Chocolate, futbolistas que a muchos ni les sonarán, en la época en que se guardaban las porterías por la noche en el campo de Las Erillas", explicó —micrófono en mano— mientras recogía el galardón que la Peña Rayista 2004 concedió a la afición vallecana en diciembre de 2016. Con la pandemia, el rayismo no le ha podido homenajear dentro del estadio, aunque sí lo hizo fuera. Bukaneros colgó en los aledaños una camiseta con el número 1 a la espalda y su nombre, acompañados de un lazo negro y el mensaje: 'Eterno rayista'.

Y esta semana también se ha ido Nicolás Sanjuán, hermano de Rafael, más conocido como Nico. Tenía 92 años y una memoria privilegiada. Así se lo demostraba a quienes le preguntaban por el Rayo en el Bar Moreno, ubicado frente al Estadio. Allí vivía los partidos, puesto que llevaba un tiempo sin ser abonado. Lo fue durante 51 años y por primera vez en 1946. Echó una mano donde más falta hacía: cosiendo balones, ejerciendo de utillero, masajista... "Me sentaba en el banquillo con Lafuente, el primer entrenador que tuvo el Rayo en Tercera, con Félix Huete, Aureliano Nogales, Manchado...", explicó a Antonio Luquero. Nico llegó a ejercer como vocal con la llegada de los Ruiz-Mateos. Aunque nada le hizo tan feliz como vestir la Franja, a lo largo de una temporada, a los 17 años. Por eso, a la pregunta de qué era el Rayo para él, tenía una respuesta clara: "Mi vida... Es parte de mi vida". Y ellos, los cuatro, siempre serán parte de la nuestra...