El Sanse desnuda a un Racing patético
El primer tiempo de los de Solabarrieta fue un esperpento. En el descanso, el nuevo entrenador cambió de sistema y a cuatro jugadores para tapar la sangría
Es imposible que el Racing sea eso. Tan pobre. Tan timorato. Tan malo. Sin querer sugerir que el resto del partido fuera digno de lo que cabe exigir a un equipo que apuesta por el ascenso, la primera media hora de los verdiblancos fue de lo peor que el Racing ha perpetrado jamás. Y eso que el listón estaba ya muy bajo en esta última década. Sin fe en las acciones divididas, medroso con el balón, con área de bienvenida al área entre los dos centrales, con un primer toque del esférico siempre hacia atrás y un segundo regalando el balón al Sanse. Sin presión alta, ni media, ni baja... Lo lógico era que los de Xabi Alonso golearan y a eso se aplicaron desde los primeros minutos. Parecía que pegaba a un borracho. Si hubiera sido boxeo, ahí se hubiera acabado el combate. Por inferioridad manifiesta. Los racinguistas se fueron al vestuario con 3-0 en contra y con la sensación que lo mejor era el resultado, tras dos paradones, mano a mano, de Iván Crespo. El Racing tuvo también dos ocasiones muy claras culminadas con sendas pifias de Bustos y Pablo Torre. Nunca ningún entrenador tuvo peor puesta en escena que Aritz Solabarrieta.
Tanto se lo debió parecer a él que en el entretiempo se hizo una enmienda a la totalidad a sí mismo. Cambió de sistema y a cuatro jugadores de golpe. De 4-3-3 a 3-4-1-2, más o menos. Peor no iba a ser, debió pensar. Y tuvo razón, fundamentalmente porque sacó al campo a Álvaro Cejudo (que nadie que hubiera visto el partido de Las Arenas hubiera dejado en el banquillo, sea dicho de paso). Cuando la inmensa mayoría de los jugadores dan una imagen penosa cuesta echar toda la culpa al entrenador, aunque haya hecho excentricidades como poner a Cedric de extemo izquierdo, para solaz de Petxarromán. La pareja Balboa-Cedric no funciona. Ni con los dos arriba, ni con uno echado al costado, eso a estas alturas parece más que evidente.
El doble pivote de la segunda parte, Villapalos-Íñigo, alegró la vida a los centrales del Racing, que ya eran tres, además, y se la dificultó a Robert Navarro que durante la primera había hecho un guiñapo de toda la cobertura verdiblanca (disfrazada de rojo y negro) y la entrada de Cejudo cambiaron el partido. Incluso el 3-1, a los dos minutos de la reanudación, con un buen tiro de Cedric a pase del cordobés, que le dejó solo en el punto de penalti, pareció abrir una ventana de oportunidad para la heroica. Ni eso le quedó al racinguismo, porque tres minutos después la defensa volvió a las andadas, volvió a ser un coladero y Robert Navarro empujó dentro un rechace e Iván Crespo, que no tuvo culpa, bastante hizo con parar el primer tiro, y sentenció el partido.
La última media hora ya sobró. Xabi Alonso quitó a Robert Navarro (debió ser por pena) y sus pupilos se limitaron a gestionar el marcador. En ese tramo tuvieron un par de ocasiones por escuadra, pero en ningún momento sobrevoló las fantasmagóricas gradas de Zubieta la sombra de una remontada. Con esta nueva debacle en la ciudad deportiva realista el racinguismo ya empieza a no echar tantas cuentas sobre el ascenso como para asegurar la presencia la próxima temporada en la 1ªRFEF. O sea, seguir en Segunda B y no dar otro paso para atrás. Eso cambia, claro, ganando los dos próximos partidos que jugará seguidos en El Sardinero frente al Amorebieta (10 de enero) y Real Unión (13 de enero). Mucho tienen que cambiar las cosas, sin embargo, en un equipo que lleva tres derrotas y un empate en los cuatro últimos partidos. Todos fuera, eso sí, que no se diga que no vemos la botella medio llena.