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BARCELONA - VALENCIA

Un triángulo sísmico

Koeman, foco principal del atractivo Barça-Valencia. Javi Gracia ganó al Barça en el Camp Nou en 2015 como técnico del Málaga.

Actualizado a
Koeman vigila el entrenamiento de ayer del Barça con el portugués Trincao de espaldas.
FCBARCELONA.COMDIARIO AS
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EI Barça, Valencia y Ronald Koeman. Esta es la agenda del sábado a la hora del café en el Camp Nou. Un triángulo sísmico. El Barça, un equipo que todavía no sabe muy bien si está terminando de desmoronarse o está empezando a construir algo. El Valencia, una enorme institución cuya afición se resiste a aceptar su actual realidad autárquica (sigue el partido en directo en AS.com). El Koeman jugador, una leyenda en Can Barça. El Koeman entrenador, un anticristo en Valencia. El Koeman de estos días, un ser humano explorando soluciones para levantar a un club que le respeta y al que intenta agitar tocando teclas sin molestar el sonido principal, Messi. Así, va afinando y desafinando a partes iguales.

Recibe el Barça a un Valencia que, pese a estar en los huesos, tiene corazón de la casa en Carlos Soler y Gayà, clásicos como Maxi o Guedes, y al que la necesidad ha obligado a poner en el escaparate a jóvenes como Yunus. Y a un Gabriel que quiere darle motivos a Luis Enrique para que lo lleve a la Eurocopa. Se mueve en arenas movedizas el Valencia, en el puesto 14 de la clasificación, aunque echa de menos cuatro puntos por esos dos goles que falló Gameiro en Vitoria y Eibar... Si quiere tener opciones en el Camp Nou, tendrá que aprovechar sus momentos. Bien lo sabe Javi Gracia, que ganó con el Málaga (0-1) al Barça del segundo triplete, en la temporada 2014-15; y que repetirá el plan de aquella tarde: repliegue, orden y picotazos.

Después del desastre de Cádiz y el golpe de la Juventus, el Barça ha recuperado ciertas sensaciones. El lenguaje gestual de Messi se intuye menos tenso, sus combinaciones con Pedri, Griezmann y De Jong fluyen; y Braithwaite es un jornalero de la gloria en su misión imposible. Del partido puede salir una Navidad tranquila o un terremoto más en dos ciudades hermanas del Mediterráneo, con una rivalidad histórica explosiva de la que, tal vez Koeman, no fue sino una consecuencia.