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BARCELONA

Lenglet, como síntoma de la depresión del Barça

El francés, que este martes cumplió 100 partidos con el Barça, es la imagen de un equipo que pierde la confianza con los contratiempos. El martes se hundió.

Lenglet, amonestado en el Camp Nou.
David RamosGetty Images

La imagen de Clement Lenglet (17-6-1995) contra la Juventus tiene mucho que ver con la depresión galopante en la que el Barça se sumergió hace tiempo y de la que no parece tener muchas ganas de escapar. Lenglet, uno de los jugadores más regulares de este equipo en decadencia desde que llegó en julio de 2018, cometió un penalti que rozó el calificativo de ridículo en la segunda parte. Esa mano, cometida a destiempo, reflejo de desconcentración, temor, impotencia, miedos, que significó el 0-3 de la Juventus; y ese rostro, desencajado, es la mejor prueba de hasta qué punto ha perdido los papeles el Barça.

Un jugador cuyo mayor mérito para fichar por el Barça era el equilibrio mental que demostraba, perdiendo el control en su propia área. ¿Qué está pasando en el Barça? Lenglet deambuló por el campo. Desorientado en el 0-2 de la Juventus, el penalti que originó el 0-3 fue completado con una tarjeta amarilla que estuvo bordeando la expulsión con una entrada a destiempo que provocó que Koeman, de manera inmediata, lo sustituyese para salvar lo inevitable, una expulsión que le hubiese impedido jugar la ida de los octavos de Champions.

Lenglet no es el problema del Barça. Desde su llegada ha sido uno de los jugadores más regulares del Barça. Educado, profesional, académico en su juego, apenas se le ha echado en falta algo de carácter en los grandes duelos. Liverpool le engulló. Y lo mismo ha pasado en otros grandes días. Pero su rendimiento ha sido notable. En el momento en el que estaba el Barça, Lenglet sólo podía dar dos pasos. Subir un escalón y convertirse en líder, más en ausencia de Piqué. O caer, que de momento ha sido su elección. Su error en Cádiz y su mano de infantil contra la Juventus obligan a rebobinar y recordar el penalti bizcochón que cometió sobre Ramos.

Lenglet no se ha endurecido. Y es el mejor síntoma de la depresión de un equipo que lleva años sin rebelarse contra su destino. Sin carácter, el equipo da una imagen de falta de amor propio, de poco carácter ganador, a la que Lenglet ha decidido arrastrarse. Su error en Cádiz, imperdonable en un defensa de élite; su absoluta desconexión en el partido contra la Juventus, y ese penalti que completó con un ejercicio de impotencia que pudo costarle la expulsión, son imágenes que merecen la reflexión de un futbolista que es síntoma de la depresión del Barça. Tanto en él como en el vestuario, más que en la situación esquizofrénica del club, está la primera respuesta de la recuperación. Lenglet está a tiempo de recuperar la estabilidad, volver a la casilla de salida de nuevo y dejar de bajar escalones.