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RAYO VALLECANO 2-1 CASTELLÓN

Andrés despierta al Rayo

Su doblete corta la mala racha de los franjirrojos, que regresan al playoff. El Castellón recortó distancias, de penalti, pero no logró sumar en Vallecas y se queda a las puertas del descenso.

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No quedan restos del naufragio en Vallecas. El Rayo ha recuperado el timón y la senda de la victoria, como no podía ser de otra manera, en sus dominios. Atrás quedan tres jornadas aciagas, gracias a un doblete de Andés Martín, el hombre gol de la Franja, aquella promesa que hoy ya es una realidad. Sus dos dianas convirtieron el último triunfo del Castellón en un mero espejismo y le empujan a las puertas del abismo, mientras que los de Iraola se reenganchan al playoff.

Trejo dio el toque de corneta para despertar el partido, con un disparo lejano demasiado escorado. Surtió efecto. El Rayo recuperó la verticalidad perdida y obligó a Campos a meter el pie para desbaratar un tiro de Qasmi servido por Álvaro. No tardó en llegar el 1-0, lo que tardaron en conectar el franco-marroquí y Andrés, otro chispazo como el del Molinón. Pozo se hizo con el esférico, tras un grave error del visitante Lapeña, y abrió para Qasmi, que se la puso a Andrés para que sólo tuviera que empujar.

El Castellón no se quedó de brazos cruzados y probó fortuna Satrústegui, pero su cabezazo se marchó desviado. Entonces, los locales aprovecharon para soltarse la melena. Un zurdazo de Álvaro sacó astillas al palo y el asedio franjirrojo continuó. Sin prisa, pero sin pausa. Tenía la posesión y el peligro, la sartén por el mango.

De vez en cuando el Castellón asomaba. Señé examinó los reflejos de Dimitrievski y el guardameta no falló. Su mano fue un muro. Los orellut merodeaban el área vallecana a balón parado. Y cuando más activos estaban, el Rayo pescó el 2-0 en una veloz contra. De nuevo Andrés. El mediapunta firmó el doblete, cazando un centro de Álvaro desde el flanco izquierdo, en una acción similar a la del tanto anterior. Su idilio con el gol sigue más candente que nunca, ha hecho tres en apenas 47 minutos.

Óscar Cano movió el banquillo tras el descanso, buscando la reacción, puesto que el Rayo seguía moviendo la pelota, cómodo, confiado. Sin embargo, su tranquilidad se vio alterada cuando Hernández Maeso señaló penalti —por una mano de Pozo— y Marc Mateu recortó distancias. Oxígeno para el Castellón y toque de atención para los madrileños, que tuvieron que apretar los dientes y mover la pelota para tratar de sufrir lo menos posible.

Cubillas acarició el empate con una volea, en los minutos finales, que se perdió por muy poco. Ese fue el preludio de unos instantes de infarto, con las jugadas de estrategia como principal arma visitante. Eso sí, un arma sin filo. Y es que al Rayo siempre le quedará Vallecas. Su hogar, su refugio, el lugar al que regresar en plena marejada de resultados. Allí volvieron a asomar los goles, con permiso del que más encaja de Segunda. Un Castellón que se ha convertido en el invitado perfecto, puesto que sólo ha ganado una vez a domicilio. La delicia de cualquier anfitrión con sed de ascenso…