Martí cumple 100 días en Leganés con buenos números e incógnitas
El proyecto del mallorquín luce el mejor inicio de la historia pepinera en Segunda, pero no acaba de cuajar en un estilo de fútbol único, sólido y fiable. La exigencia es también histórica.
El 3 de agosto el Leganés anunció que José Luis Martí era su nuevo entrenador. El hombre encargado de dirigir el proyecto blanquiazul en su descenso a Segunda. También el que trataría de auparlo (por segunda vez en su historia) a Primera. Han pasado 100 días desde aquella fecha y el reinado del mallorquín al sur de la capital muestra luces y sombras. Certezas y dudas. Entre las primeras figuran los números. Con la calculadora en la mano el Leganés goza de guarismos esperanzadores que, sin embargo, se vuelven inestables cuando se debaten las sensaciones que destila este equipo aún por construir y con exigencia nunca vistas al sur de la capital.
Vaya por delante que el proyecto de Martí es histórico en tanto en cuanto es la primera vez en los 92 años de vida del Leganés que los blanquiazules inician curso en Segunda con el único objetivo de subir. Se diga con la boca pequeña o a pulmón lleno, en Butarque sólo atisban la opción de retornar a la élite cuanto antes. Para ello se ha construido una plantilla con presupuesto récord en la división de plata para los pepineros. Eso añade presión e incertidumbre al proyecto por aquello de que nunca tuvo el club que lidiar con semejante exigencia.
Mejor que en el arranque del ascenso
Los datos de este arranque blanquiazul son buenos. Tanto es así, que el propio Leganés saca pecho por ellos. Hoy en sus redes sociales ha compartido un texto en el que recuerda que jamás antes el Lega había comenzado tan fuerte en la categoría “en puntos y goles encajados”, avisa el texto. Bajo ese titular, huelga decirlo, Martí ha iniciado con más vigor que el proyecto con el que Garitano logró el ascenso a Primera en 2016.
Aquella temporada el Leganés dirigido por el de Bergara tuvo un inicio más discreto. Acabadas las primeras once jornadas (la foto fija actual), el Leganés era 15º, con sólo 13 puntos, seis menos que los 19 que ahora suma. Estaba a siete puntos del ascenso directo. Actualmente sólo orbita a tres de la segunda plaza.
Clasificación | PTS | PG | PE | PP |
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Próximos partidos |
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Claro que aquel Leganés había perdido a estas alturas menos partidos que el actual (dos partidos frente a los cuatro del vigente curso) y, sobre todo, había empatado muchos más. Siete ‘equis’ frente al único empate que ahora emerge en el casillero de Martí, el del pasado viernes ante el Albacete (0-0).
Con Garitano al frente ese Leganés tardó algo más en desatarse. Fue en la 13ª jornada cuando, tras ganar al Alcorcón (curioso, el próximo rival del Lega en Butarque) engarzó una racha espectacular de 16 partidos disputados con 12 victorias, 2 empates y 2 derrotas. Aquella racha fue clave, aunque en Butarque señalan sobre todo los empates con los que el Lega no se descolgó en el inicio como una de las bases de su éxito. Lo de no perder cuando no se podía ganar se convirtió en ley para Asier y sus chicos, algo que la Lega de Martí le está costando más.
Sensaciones aún mejorables
Es ahí, en las sensaciones extremas, donde no termina de meter la directa el proyecto de Martí. La escasa ausencia de empates es un reflejo matemático de un asunto que, llevado al debate futbolero, se resume en que este Leganés aún no ha encontrado un estilo fijo y, sobre todo, fiable. Arrancó el curso sumido en una obsesión ofensiva que lo llevó a partirse (literal) ante cualquier rival con sobreabundancia de delanteros y también de ocasiones concedidas a los rivales.
Martí arregló la vía de agua cementando el equipo con la tendencia inversa. Esto es: alineaciones más defensivas y sustituciones de corte petreo. Tanto es así, que sus onces pasaron a lucir reconversiones conservadoras, como las de Palencia (lateral) o Rubén Pardo (medio centro) como interiores recurrentes.
Modificaciones que han servido para apuntalar el equipo sin que la sensación que transmita sea de un bloque más duro o sólido. Lo demuestra que aún no ha remontado ningún gol encajado o que no es aún capaz de convertir en gol la elevadísima cantidad de ocasiones que genera.
Lo que sí ha consolidado Martí es un once en el que resulta fácil identificar el pasillo de seguridad, como bautizó Luis Aragonés. Cuéllar, Tarín, Javi Hernández, Palencia, Rubén Pérez, Gaku, Arnáiz y Borja Bastón conforman ese perímetro de seguridad recurrente en una plantilla excesiva para evitar las consecuencias del COVID-19. La gestión de tantos jugadores de tan alto nivel es otro del os retos para un Martí que cumple 100 días en Butarque con buenos números, pero varias incógnitas todavía por resolver.