El Oviedo sigue sin carburar, con una sola victoria tras 8 encuentros disputados y la sensación de que cuando las cosas parecen funcionar siempre hay algo que se viene en contra. Sucedió en el último duelo liguero, ante el Logroñés en el Tartiere. Tras cinco minutos de dominio absoluto coronados con un tempranero gol, la expulsión de Grippo cambió el partido.
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Con un jugador menos desde el octavo minuto de juego, el choque se convirtió en una cuesta empinada para los de Ziganda que, sin embargo, lograron mostrar una buena imagen durante todo el primer acto. Pero el castillo de vino abajo en la segunda mitad, de nuevo con graves errores defensivos que echaron por tierra todo lo logrado hasta entonces.
El 2-3 deja a los azules en la zona de descenso, más lejos de la zona en la que está llamado a pelear esta temporada. Aunque se mantiene la confianza en Ziganda, los números siguen dando la espalda a su trabajo: el Oviedo suma 7 puntos en su casillero sobre los 24 en juego hasta la fecha. El equipo necesita reaccionar ya para evitar mayores agobios clasificatorios.
