El Castellón fue su peor enemigo
Franquesa dio los tres puntos al Girona tras una pérdida en la arriesgada salida de balón de los de Óscar Cano.
El Castellón de Óscar Cano tiene mucho fútbol, pero se desangra por su falta de dominio en las áreas. Genera como pocos en la categoría, pero encaja con poco y le cuesta un mundo hacer gol. La receta del éxito en Segunda. No le tiembla el pulso ni frente a los grandes de la división, pero la falta de mordiente comienza a pesar. El Girona, que concedió el balón a los albinegros, aprovechó un robo en una arriesgada de balón para que, en dos toques, Franquesa batiese a Whalley y cerrar el partido.
Óscar Cano dio un paso más en su idea de ir otorgando a cada jugador su espacio en el equipo. Y lo cierto es que las rotaciones no sentaron mal al equipo. Guillem Jaime, Fidalgo y César Díaz entraban en el once albinegro y comenzaron afinados el encuentro. Francisco, por su parte, con un once condicionado por las bajas de Stuani, que esperaba su oportunidad en el banquillo tras su ausencia por lesión, y Samu Saiz, esperaba su oportunidad.
El Girona, con un centro del campo de más trabajo que fútbol, pese a tener cierto aroma a La Masía por la presencia de Gumbau y Monchu, concedió el balón a un Castellón que se gusta cuando manda con el esférico. Las bandas, con Guillem y Mateu ejerciendo de carrileros largos, con la aportación de César Díaz y Fidalgo, eran protagonistas, pero no llegaban balones a un Zlatanovic que parecía algo agotado por la acumulación de minutos en los últimos duelos.
Fue tal el dominio, que el Castellón fue su peor enemigo. Después de un pobre bagaje ofensivo del Girona en el primer acto, les llegó el premio tras un regalo local. En su afán de sacar el balón jugado, Whalley arriesgó en el pase, el Girona apretó en la presión y el balón acabó en las botas de Sylla, que trató de buscar a Bustos dentro del área, pero encontró a Franquesa solo en el segundo palo para vacunar a los locales al borde del descanso. No era fácil y los de Óscar Cano trataron de dar un paso más tras la salida de vestuarios. A las primeras de cambio, Fidalgo, que se movió por todo el ancho del campo, apareció por la derecha para tratar de equiparar la balanza. Un jugón más en la nómina del granadino, que acumula hombres de buen pie en su equipo. Ledes, de lejos, probaba a un atento Juan Carlos.
El Girona, sin embargo, en dos toques llegaba a campo rival. Con poco se plantaba en el área. El contexto pedía a gritos a Stuani para hacer más grande la brecha. A falta de media hora, el uruguayo hizo acto de presencia en Castalia. Aprovechando el cambio, Francisco metió más cemento al centro del campo con la entrada de Ibrahima Kebe. Fue en una jugada embarullada cuando llegó el lío. Después de probarlo de todas las maneras, la mejor oportunidad del Castellón de empatar fue en una acción embarrada en el área.
Tras varios rechaces sospechosos, Ortiz Arias fue a revisar la acción en el VAR, pero el veredicto de nuevo no jugó a favor de los albinegros. Esta vez tenía razón. Hasta que llegó el arreón final. Carrillo y Fernandes, con piernas frescas desde los carriles, pusieron en peligro los tres puntos del Girona. Lapeña, máximo goleador del equipo como central, se le escapó el empate por debajo de las piernas. Una muestra de lo que es este Castellón.