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REAL MADRID - SHAKHTAR

Shakhtar: 'um pouquinho' de Brasil en Ucrania

Con trece brasileños en la plantilla -cinco menores de 21 años- el equipo de Donetsk lleva casi dos décadas apostando por el talento canarinho como el alma de su proyecto deportivo.

Actualizado a
Dentinho celebra un gol con Tetê, con Marlos al fondo.
Shakhtar Donetsk

"Isto aquí, oh oh, é um pouquinho de Brasil, iá iá"… Decir que la canción del maestro Ary Barroso, eternizada por el padre de la Bossa Nova, João Gilberto, podría ayudar a definir la identidad de un club de fútbol ucraniano no es una locura ni una exageración. El Shakhtar es, sin duda, 'um pouquinho' de Brasil.

La historia del éxito reciente del equipo de Donetsk, que se ha convertido en la mayor potencia del fútbol ucraniano con 13 títulos de Liga en los últimos 18 años, está directamente conectada con la llegada de casi 30 futbolistas brasileños desde 2002. Antes de explotar en gigantes europeos, por ahí pasaron Willian (Chelsea y Arsenal), Douglas Costa (Juventus y Bayern), Fernandinho (City) o Fred (United), por ejemplo. En la plantilla actual, son 13 cariocas. Sólo el Portimonense portugués, con 18, tiene más jugadores canarinhos en Europa.

El delantero Brandão fue el primero, en el año 2002, pero la revolución verde e amarela en el Shakhtar comenzó de verdad en 2004, con la unión de un rumano, un francés y un millonario ucraniano.

El magnate Rinat Ajmetov es el hombre más rico de Ucrania y el número 272 de la lista de la revista Forbes de las mayores fortunas del planeta, con 6.700 millones de dólares. Apasionado por el fútbol, compró el Shakhtar a finales de los años 90 y estaba decidido a acabar con el dominio histórico del Dinamo Kiev. Para eso, en 2004 fichó al entrenador rumano Mircea Lucescu, que venía de entrenar a Galatasaray y Besiktas. Un enamorado del fútbol brasileño, el míster había aprendido hasta hablar portugués y convenció a Ajmetov de que el camino para el éxito sería muy sencillo: "Ucranianos para la defensa, brasileños para el ataque...".

Con la señal verde del jefe, Lucescu llamó a Franck Henouda, un empresario francoargelino que encontró en Brasil una mina de oro para sus negocios. Uno de ellos era la intermediación de futbolistas. Fue él quien había logrado llevar a Taffarel al Galatasaray y se ganó la confianza del técnico rumano.

Con la ayuda del ojo clínico de Henouda y su influencia en Brasil, Lucescu no quería invertir los millones de Ajmetov en veteranos o nombres ya conocidos. Quería montar un proyecto de largo plazo con jóvenes talentos brasileños ofreciendo sueldos altísimos, estabilidad y un plan de carrera como el gran atractivo para convencerles de irse a Ucrania.

Con Jadson como la gran estrella del equipo, Lucescu ganó el título de Liga en sus dos primeros años, conquistó el doblete en 2007 y, en 2009, alcanzó la mayor conquista de la historia del club, el título de campeón de la Copa de la UEFA. Aquel equipo que ganó 2-1 al Werder Bremen de Mesut Özil tenía a cinco brasileños de titulares, entre ellos Willian y Fernandinho.

Lucescu se fue en 2016 y vinieron Paulo Fonseca y después Luís Castro, dos portugueses, por motivos obvios. La cercanía entre Brasil y Portugal. El jefe de ojeadores del club, José Boto, también es portugués y especialista en brasileños desde que hacía la misma función en el Benfica.

Siete de los 13 brasileños de la plantilla son Sub-23. Entre ellos está una de las grandes perlas de la cantera verde e amarela, el extremo Tetê. Fichado con solo 18 años, el exjugador del Grêmio ya es una de las grandes estrellas del equipo de Luís Castro. Que también cuenta con muchachos como Marcos Antonio, Maycon o Dodô en su equipo titular, al lado de veteranos como Marlos, Júnior Moraes, Taison o Dentinho.

El objetivo del Shakhtar es claro. Apostar por las jóvenes promesas para volver a brillar en Europa. Un proyecto ambicioso y que llega a esta Champions con ganas de sorprender otra vez.