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REAL ZARAGOZA / ANÁLISIS

El muro no era tan alto

Todas las virtudes defensivas que se le intuían al Real Zaragoza se evaporaron en una muy mala primera parte frente al Málaga. Los aragoneses ya son el equipo más goleado en casa.

ZaragozaActualizado a
Cristian Álvarez no puede evitar el segundo gol del Málaga, obra de Caye Quintana.
ALFONSO REYESDIARIO AS

El Real Zaragoza llegaba al partido contra el Málaga tras encadenar dos porterías a cero y sin apenas conceder ocasiones al Alcorcón y el Albacete, más allá de un remate de cabeza de Zozulia, pero todas esas virtudes defensivas que se le intuían al equipo aragonés se evaporaron ayer en una muy mala primera parte. Precisamente, el primer gol de los andaluces llegó en una jugada muy similar a la del delantero ucraniano. Rahmani, sin apenas oposición por parte de Tejero, puso un centro al punto de panalti y ahí, entre centrales, apareció Chavarría para batir a Cristian Álvarez. Ni Atienza siguió la marca, ni Guitián ni Nieto supieron interpretar la acción y bascular para cerrar la zona de remate.

Doce minutos después llegó el segundo. Pase en profundidad, de nuevo sin oposición, para que Chavarría le gane la carrera a Atienza y ponga el balón dentro del área. Ni Guitián pudo seguirle la marca a Caye Quintana ni Tejero llegó a tiempo a tapar el remate. El Málaga, en apenas media hora, demostró que el muro del Real Zaragoza no era tan alto y que era perfectamente franqueable. De hecho, los aragoneses ya son el equipo más goleado en casa, con cuatro tantos recibidos en tres partidos. Y todo ello sin generar peligro en ataque, una tara que lleva evidenciando el conjunto de Rubén Baraja desde la pretemporada.

Y no, no es cuestión de estilo. Habrá entrenadores que prefieran presionar arriba, otros que se decanten por defender con las líneas muy juntas y salir rápido a la contra y también están los que quieren tener el control del balón y masticar muy bien la jugada, pero cualquier idea futbolística obliga a defender y atacar bien. Si falla uno de los dos aspectos, como en las tres primeras jornadas del Zaragoza, la victoria se hace muy complicada; si fallan los dos, como ayer frente al Málaga, el triunfo es un auténtico milagro.

Lo cierto es que el Real Zaragoza reaccionó y posiblemente tuvo más ocasiones en la segunda parte que en los 315 minutos de competición que había disputado anteriormente, pero no fue suficiente, entre otras cosas porque no siempre se va a tener el mismo porcentaje de acierto que frente al Albacete o el Las Palmas, con gol en propia incluido. Vuckic, en racha goleadora con Eslovenia, y Bermejo, que pide paso en el once, entraron al descanso por unos desaparecidos Zanimacchia y Larrazábal y revitalizaron un ataque en el que únicamente Narváez ofrecía algún destello.

El colombiano había sido el futbolista más destacado hasta la fecha en el ataque del Real Zaragoza junto a Pep Chavarría, que ayer no entró al terreno de juego hasta el minuto 80, una decisión totalmente incomprensible. El lateral fue el único que no repitió en el once respecto al partido contra el Albacete, en una apuesta de Baraja por la continuidad, pero la mala primera parte de ayer exige cambios el jueves frente al Leganés y dar entrada en el equipo titular al propio Chavarría, Jair, Bermejo, Vuckic e incluso Adrían por Eguaras, algo perdido en este fútbol tan poco vertical y que al igual que Cristian Álvarez está muy lejos de su mejor nivel.

Pero la mejoría del Zaragoza no sólo pasa por nombres, sino también por un cambio de funcionamiento y mentalidad. En primer lugar, Baraja debe solucionar esos desajustes defensivos que se producen en cuanto el rival ataca por fuera para tener esa solidez defensiva que por ejemplo sí se está teniendo a balón parado. Y en segundo lugar, tanto entrenador como jugadores deben entender que no basta con defender bien, por mucho que la idea futbolística sea no encajar y mantenerse con opciones hasta el final. Si quieres ganar también es necesario atacar y generar ocasiones de vez en cuando, sin importar lo alto que sea el muro que hayas construido atrás.