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ZARAGOZA 1 - MÁLAGA 2

El Málaga desnuda al Zaragoza

Calamitoso primer tiempo del equipo de Baraja, sin ataque ni defensa. Pablo Chavarría y Caye Quintana, goleadores andaluces en La Romareda.

Tanto había ido el cántaro a la fuente para el Real Zaragoza que al final se le acabó rompiendo. El equipo de Baraja empató con el Las Palmas con un autogol de los grancanarios, ganó al Albacete sin merecerlo a dos minutos del final y venció también en Santo Domingo por la alineación indebida del Alcorcón, pero su buena estrella no iba a ser eterna y se le terminó el día más inesperado, frente a un Málaga de rebajas que hasta hoy tenía un serio problema de relación con el gol. El Zaragoza no estaba jugando a nada, amparándose en una supuesta seguridad defensiva, y al cuarto del partido ya se le han visto las costuras. El Málaga lo puso en evidencia y lo desnudó de arriba abajo.

Nieto por Pep Chavarría fue el único cambio en el once de Baraja, mientras Pellicer ordenó al Málaga en un asimétrico y flexible 5-2-3, con Escassi como tercer central y Caye Quintana, Pablo Chavarría y Rahmani en el frente del ataque en busca de la pegada que le había faltado a su equipo en los dos últimos partidos. Y la apuesta no pudo salirle mejor a Pellicer porque al cuarto de hora el argentino Pablo Chavarría cabeceó certero y picado un gran centro desde la izquierda del franco-argelino Rahmani, aprovechándose del despiste en la marca de los centrales del Zaragoza. El gol, de bella ejecución, mereció la revisión del VAR, por posible fuera de juego previo, pero por centímetros fue legal.

El gol le sentó al Zaragoza como un tiro, mientras afirmó la propuesta del Málaga, que no tardó en volver a golpear, al rematar Caye Quintana con la puntera un pase al centro del área de Pablo Chavarría, en una jugada que gestó Ramón Enríquez y que volvió a poner en evidencia a Atienza y a Guitián, y también, hay que decirlo ya, a Cristian Álvarez, que desde el confinamiento ha perdido su duende y no para un balón.

El primer tiempo del Zaragoza fue verdaderamente calamitoso, sin un solo disparo a puerta, y siempre a merced del novedoso planteamiento de Sergio Pellicer, que le dio todo un repaso táctico a Rubén Baraja. La única ocasión medio seria del equipo aragonés llegó a segundos del intermedio en un centro desde la derecha al que no llegó Zanimacchia.

Tras el descanso, y ya a la desesperada, Baraja relevó de golpe a sus dos extremos, Larrazábal y Zanimacchia, dos almas en pena, y dio entrada a Bermejo, siempre activo, y a Vuckic, desplazando a la banda izquierda a Narváez, el único que genera cierto peligro en el Zaragoza. Pero fue otra vez el Málaga, seguro y firme atrás, el que estuvo a punto de firmar el 0-3 en un contragolpe de libro que no acertó a resolver a Pablo Chavarría.

En esta segunda parte, el Zaragoza combinó algo más, pero a su fútbol le faltó mucha claridad y precisión. Algo de más ruido, pero pocas nueces. Nada demasiado inquietante para un Málaga serio y bien trabajado, que jamás perdió el control de la situación y que no vio peligrar nunca su clara ventaja. A media hora del final, entraron Adrián y Papu por Javi Ros y por Toro Fernández, que sumó una nueva tarde de ausencia, y al menos entre ellos dos fueron capaces de agitar algo la coctelera. Papu pudo marcar en el minuto 75, pero al georgiano se le bajaron las persianas dentro el área, y Adrián acortó distancias en el 83’ al aprovechar en boca de gol un gran centro de Narváez. El empate hubiera sido un cuarto milagro para el Zaragoza, pero la suerte ni es eterna ni manejable.