El Portugalete empequeñece al Racing
Los de Ezequiel Loza fueron claramente mejores que los locales hasta que el equipo visitante se quedó con uno menos por expulsión de Monterde.
Es difícil empezar peor una temporada que como lo hizo el Racing en la primera parte frente al Portugalete. Ni ánimo siquiera. Cuatro saques de esquina concedieron los locales e los primeros tres minutos. Ni con balón ni sin balón tenía sentido nada de lo que hacía el equipo de Rozada. Sin poder hacer la famosa presión en bloque muy alto, porque Mediavilla la rompía de saque directo, y ridiculizado por la ambición portugaluja cada vez que Iván Crespo quería salir jugando desde atrás. Tanta tensión generaron esas salidas desde el fondo en los jugadores racinguistas, que Mantilla y Matic quedaron liquidados desde el inicio, como flanes, y poco menos Villapalos, Íñigo y Figueras. Incapaces de encontrar por dentro a Pablo Torre, al que el Portu se encargó de moler a palos, y perdiendo las segundas jugadas, el fútbol del Racing brilló por su ausencia.
El Portugalete, por contra, lo tenía muy claro: riesgo cero en su campo, presión a la salida de balón y si, por un casual, lograban los racinguistas empezar una jugada digna de ese nombre, falta y a empezar de nuevo. Nada que objetar. Un plan que funcionaba. Tanto que el Racing fue incapaz de generar la más mínima sensación de peligro. A los vizcaínos les bastó con una presión con sentido, en la que desnudó a Mantilla, Matic y Crespo para hacer el 0-1.
La segunda mitad resultó caótica, con Rozada, desde la grada por sanción, revolucionando el equipo con tres cambios en el descanso, cambiando de posición a medio equipo, metiendo dos nueves puros como Cedric y Siverio y olvidándose de sacar el balón desde atrás. Alejó de su área al Portu, eso sí, pero poco más. Hasta que los de Loza, que estaban arriesgando al límite en cada acción, se quedaron con diez cuando Esteve Monterde se pasó de frenada. Ahí sí cambió el partido. El Portugalete reculó, el Racing empezó a centrar desde las bandas una y otra vez y la sensación era de que el empate podría llegar en cualquier momento. Por cantidad, no por calidad. Fallaba un control, se marraba un centro, un remate..., faltaba finura. Faltaba fútbol. Tanto que Mediavilla, el portero visitante no tuvo que hacer una parada en todo el partido.
El empate llegó en un córner, bien sacado por Bustos y bien rematado por Nana, justo es decirlo, en un momento en el que los locales ya metían cinco jugadores de 1,90 a pelear esas acciones. En el arreón final, con el Portu roto físicamente, y asediando el área, el gol rondó la portería visitante. No llegó. No hubiera sido justo. Durante la primera hora solo hubo un equipo sobre el campo, el Portugalete, y en los últimos treinta el Racing no mereció voltear el marcador. Con el empate se pueden dar con un canto en los dientes. Los del Racing, que los portugalujos se montaron en el autobús con la sensación de que habían perdido dos puntos. Y con razón.