Rubén Pardo, desértico retorno a la tierra de sus orígenes
El Leganés juega hoy contra el Logroñés en la ciudad en la que nació Pardo. Vivió en Rincón de Soto, donde es leyenda con Fernando Llorente. Los suyos no lo acompañarán en las gradas.
Juega hoy el Leganés en Logroño (20:30) y a Rubén Pardo algo se le remueve en alma. Es alegría. También tristeza. Raros estos matrimonios de sentimientos en plena pandemia. Él, Rubén, nació allí, en Logroño, hace 27 años que en nada serán 28. Si los caprichos del calendario hubieran querido que este duelo se hubiera disputado el próximo jueves 22 de octubre habría dado de pleno en el cumpleaños de un futbolista llamado a ser pieza básica en el proyecto pepinero. Y todo comenzó en la ciudad donde hoy compite.
Por eso su alegría. Jugar en casa siempre es motivo de satisfacción. Claro que Logroño no es para este ex de la Real Sociedad su hogar al 100%. Rubén Pardo nació en la capital, pero se crío a 55 kilómetros al Este, en la Avenida de La Rioja de Rincón de Soto. Ése es su pueblo. El lugar del que se siente oriundo. Patria chica de la que hace gala siempre que puede.
Tal es su ligazón, que incluso fue escogido por la localidad para promocionar su producto más típico: las peras de Rincón de Soto. Denominación de origen de la que también es mentor Fernando Llorente. El delantero del Nápoles, como Pardo, nació en otra ciudad (Pamplona), pero se crio allí, en Rincón de Soto (68 kilómetros de distancia) donde vivió, casualmente, a pocos metros de Pardo. Ambos tenían su hogar en la misma calle, en la Avenida de La Rioja.
Rubén Pardo, leyenda del River Ebro
Rubén, siete años más pequeño que Fernando, se marchó pronto para engrosar las filas de la Real Sociedad. Con sólo 12 primaveras el ahora timonel del Lega fichó por los txuri-urdin después de haber jugado toda su vida en el River Ebro, el equipo de Rincón de Soto. El nombre del club (obvio) procede del río que circunda la localidad y que ejerce de frontera natural ya no sólo de su término municipal, sino entre La Rioja y Navarra.
Allí, en el River Ebro también adoran a Rubén Pardo. Y a Fernando Llorente, por supuesto. Hace poco más de dos años uno y otro fueron homenajeados por el club al que pertenecieron en una festiva jornada veraniega entre chavales, juegos, camisetas enmarcadas y, como no, vino. Cada futbolista se llevó una caja.
Malos precedentes en Logroño
Para entonces, el Leganés ya había intentado fichar en varias ocasiones a Rubén. Este verano, cuando menos se esperaba, la operación finalmente sí salió adelante, lo que permitirá a Pardo jugar por primera vez en categoría profesional contra el club de la ciudad donde nació.
Antes, en categorías no profesionales, Rubén ya se midió a la UD Logroñés. Lo hizo con la Real B y en ambas ocasiones perdió: 4-0 en Las Gaunas, 0-1 en Zubieta. Cuidado.
Aislado de los suyos
Sea como fuere, sí, hoy Rubén está alegre por volver a su casa. ¿Y la tristeza? Ésa toma forma de ausencias. En plena pandemia las gradas de Las Gaunas lucirán vacías. Nadie podrá acompañar a Pardo en uno de los partidos que podrían ser más emotivos de su carrera.
Ningún familiar o amigo podrá ubicarse entre los aficionados del Logroñés para ver al futbolista jugar entre camisetas enemigas que parecen amigos. También las visitas al hotel, ésas que en condiciones normales se habrían multiplicado anoche y eta mañana, están permitidas. De ahí la punzada en el alma de un Rubén Pardo. Es alegría. También tristeza.