Rubén Pérez y el difícil trabajo de ser dique en este Leganés
El capitán pepinero es el jugador que más pases buenos da en Segunda, pero sufre en los desplazamientos en largo por la falta de apoyos. La ausencia de otros mediocampistas le perjudica.
Que el Leganés sufre en su mediocampo es asunto de conocimiento público. José Luis Martí lo admite y medita soluciones que ejerzan de argamasa entre una delantera ambiciosa y una defensa sobrepasada, por momentos, ante la falta de apoyos. Ahí, en esa zona intermedia donde azota un vendaval de contrarios se mueve este curso Rubén Pérez. El capitán pepinero ejerce de dique de contención frente a oleadas rivales que, por la ausencia de apoyos, lo comprometen más de lo que está acostumbrado. Y pese a ello, el astigitano promedia números llamativos.
Tras cinco jornadas, no hay ningún jugador en Segunda que dé más pases buenos que él (237) o que intervenga más que él (326 veces). También lidera el ranking de recuperaciones tras posesión, con 42 balones sustraídos para iniciar el ataque propio. Es la dicotomía a la que aspira todo pivote como lo es él. Necesario para construir. Necesario para defender. Pero no es suficiente.
Sucede que esta temporada Rubén Pérez ha modificado su fórmula de juego. En Primera (es el pepinero con más entorchados en la élite, 118) solía iniciar la construcción, pero lo hacía más adelantado o más rodeado de apoyos. Ahora, bajo la batuta de Martí, arranca las jugadas incrustado entre centrales. Lo demuestra que, de los 266 pases en corto que ha dado, más de la mitad (138) han sido en campo propio y los otros 128 han sido en campo contrario.
El problema de los pases en largo
Éste ex de Atlético, Betis, Torino o Granada se ha acostumbrado a mover el esférico escoltado por la dupla de zagueros que ejerza en cada momento. En su campo de visión, poco centrocampista (habitualmente el otro medio centro que lo acompaña) lo que empuja a sondear alternativas de banda (laterales, extremos) o incluso a los delanteros.
Sin ese apoyo de otros centrocampistas, no es infrecuente que Rubén ejecute pases en largo. Este curso ya ha dado 51 de los que 30 han sido exitosos (58,82%) y 21 han acabado en fallo (41,18%). Porcentaje no muy bueno que, sin embargo, mejora ostensiblemente cuando ejerce la posesión en el campo rival. Ahí, con más compañeros rodeándole, Rubén Pérez aumenta su efectividad.
De hecho, es el tercer centrocampista de todo el campeonato que más pases cortos buenos da en campo rival (100) sólo por detrás de los pericos Fran Mérida (137) y David López (116). En territorio enemigo, ha marrado apenas 28 pases (21%) y en campo propio sólo ha tenido 13 fallos (9,55%).
Una ensalada de números que desvela el rol intermedio que ejerce Rubén Pérez en este Leganés en el que se esmera por ser hilo conductor tanto en el inicio, como en el final de las jugadas, pero en el que, sin escuderos que lo acompañen, sufre más de la cuenta. La solución apunta al blindaje de una medular que, ante el Logroñés, podría tener notables modificaciones. Cambios que aspiran a protegerle más a él y, de paso, proteger a un equipo que ha comenzado con más dudas que certezas.